Por Javier Cantarini
Neuquén > La Defensoría de los Derechos del Niño y el Adolescente Uno de Neuquén analizó cien casos de abuso sexual infantil y observó que en 64 oportunidades las víctimas que realizaron las denuncias penales conviven con su agresor. El informe indica, también, que en la totalidad de las causas el abuso es intrafamiliar, que en 81 casos la víctima fue una niña o adolescente, y que el abusador fue siempre un hombre.
Las causas denunciadas ante la Justicia Penal ingresaron al organismo entre 2009 y agosto de 2011, y pertenecen a la Circunscripción Uno.
La muestra fue dada a conocer por las defensoras Nara Osés, Silvia Acevedo, y el psicólogo Silvio Villagra. Participó del estudio Mónica Amicone, de la Defensoría Dos de Neuquén.
“Que el agredido conviva con el agresor es una situación que acrecienta el riesgo de las víctimas de nuevas ocurrencias o posibles retractaciones”, sostuvo Silvio Villagra.
Asimismo, el ministerio estima que los casos de abuso sexual infantil que ingresaron en las ambas defensorías, a partir de la sanción de la Ley 2605 (incluye, entre otras cosas, que la defensoría pueda ser querellante de la víctima), son más de 300.
Abuso intrafamiliar
La muestra analizada demostró que, en su totalidad, el abuso fue realizado por algún familiar o persona conocida de la víctima. En general, los denunciados son el abuelo, el padre o padrastro. Esto indica que todos los abusos sexuales en niños o adolescentes suceden dentro de la familia.
“En el abuso sexual infantil el agresor, en general, es conocido de la víctima. Se encuentra en el mundo de relación de los niños, y por eso operan otras variables que dificultan que el niño lo pueda denunciar, siendo captados por cuestiones afectivas infantiles que los adultos las transforman en otro sentido donde se propiciará el abuso”, comentó el psicólogo.
Indicó que en situaciones de abuso sexual infantil intrafamiliar no se observa, todavía, un perfil de abusador científicamente válido que pueda ayudar a identificar al agresor en el intento por prevenir estas situaciones.
“De los casos analizados, los agresores se dan en distintos tipos de estructuras y con diferentes perfiles”, aseguró Villagra, a lo que Acevedo agregó que “en los psicodiagnósticos tampoco se encuentra un perfil”.
Aunque sí se pudo distinguir –desde que aparecieron las primeras denuncias en la justicia, y desde que este delito tomó exposición pública– patrones culturales y sociales de permiso para utilizar la autoridad adulta para satisfacer deseos sexuales, generalmente del adulto varón.
“Tiene que ver con una creencia compartida (en las familias), aunque no se pueda expresar demasiado porque desde lo público ya hay un mensaje de que esto no se puede hacer. Pero en esas familias hay como un permiso. Cuando vemos a un niño conocemos historias como que la mamá fue abusada. Hay historias familiares donde al chico se lo utiliza para satisfacer deseos sexuales”, explicó Osés.
Para la defensora, esta situación se relaciona con un patrón familiar sobre algo que está permitido, por lo que no todos los abusadores son perversos ni enfermos.
Acevedo indicó que en muchos casos ya habían existido abusos en la familia, pero que no habían sido denunciados ni develados dentro de ese ámbito, y que “incluso cuando fueron develados en la familia no tuvieron respuesta adulta, ni protección para los chicos”.
Otro factor que aparece marcado en los 100 casos analizados está vinculado al género, ya que en la totalidad de las causas el agresor es un adulto varón, y en 81 oportunidades la víctima fue una niña o adolescente.
Escuchar a los niños
Para Osés, desde que el delito se hizo visible como comunidad se avanzó en ayudar a la víctima a que pueda denunciar una situación de abuso sexual. Por esto, se considera de vital importancia suministrar información a los niños y niñas dado que hasta el momento no existen otras estrategias de prevención.
“Hay que darles la mayor cantidad de información a los chicos de que cuando viven una situación que no terminan de comprender, tienen que pedir ayuda. Los abusos en general empiezan con tocamientos. Cuando ellos o ellas vienen a la defensoría porque algún adulto los ha tocado y lo pueden decir es importante que la persona que los acompaña los escuche. Si esto no se frena en la familia, se puede convertir en un abuso crónico”, dijo la defensora, y agregó: “Explicar que el tocamiento no es tolerable, que no esta bien, que no lo tienen que aceptar y que tienen que pedir ayuda. Quizás con los años podamos ver una disminución de los casos”, manifestó.
En el intento por prevenir los abusos, Villagra indicó que hay un concepto básico para la protección integral; y es que “los niños siempre requieren atención y cuidado de los adultos”, y que cuando el chico no obtiene esa protección en su familia o círculo cercano, tiene que aparecer el Estado protegiendo los derechos de ese niño. En esta línea, es indispensable, para detectar la agresión, que el adulto escuche al niño o al adolescente.
Ausencia de adultos
Junto con la situación de abuso que no se pudo denunciar siempre está la ausencia de un adulto con una escucha empática. «‘Lo conté y nadie me escuchó. Yo dije y no pasó nada, o me pegaron’. El chico siempre dice, pero a veces no es escuchado o no se le cree», explicó el psicólogo de la Defensoría Uno.
“Muchas veces, la madre o quien la patrocina hace la denuncia, y con el correr de los días, ya descreen del niño, se reacomoda la situación familiar y el chico queda ahí. Se empiezan a dar mensajes en el niño que lo confunden. Muchas personas vienen acá y están angustiadas y confundidas. Tiene que ver con que esta situación de que primero les creen y ahora no”, indicó Acevedo.
Osés sostuvo que la persona responsable de la víctima puede dudar, no creerle, o creerle, y no saber qué hacer con el adulto porque es una persona muy importante en la situación vincular.
“Son situaciones donde se necesita mucho acompañamiento desde lo psicológico. Se tiene que trabajar desde distintos lugares para que la familia que denuncia no quede sola. Muchas veces la persona es firme y dice: ‘Ante el abuso ocurrido cortó el vínculo’. Otras veces, no se toma esa decisión, lo cual exige una intervención nuestra distinta. No se resuelve sólo con ir a denunciar el hecho, el Estado tiene que garantizar que van a tener acompañamiento emocional”.
Profundizar políticas públicas
A pesar de que en las últimas dos décadas la Justicia mejoró su trabajo respecto a los abusos sexuales infantiles, desde la Defensoría señalan que hay que profundizar en políticas públicas que “tengan que ver con la prevención y asistencia en abuso sexual, como por ejemplo reforzar las instituciones públicas con equipos psicosociales de asistencia específica ”, manifestó Osés.
Para Villagra, sería importante la capacitación en todos los que trabajan con niños e intervienen desde distintos ámbitos, para ayudar a superar todos los problemas (pautas culturales) que a veces impiden que se pueda escuchar a un chico o pensar que hay un adulto con conductas abusivas.