El caso del chico de 16 años detenido ilegalmente y violado por policías de la comisaría 2ª de Trelew, en enero pasado, fue elevado a juicio. Siete uniformados y un médico policial serán enjuiciados ante un tribunal oral. Cuatro de ellos fueron acusados de torturas, abuso sexual, vejaciones, privación ilegal de la libertad, agravadas por tratarse de personal policial; el oficial a cargo de la comisaría, por encubrimiento; otros dos por vejaciones y privación ilegal de la libertad; y el médico policial por completar la escena: falsedad ideológica. Otros dos, que habían sido acusados de detener ilegalmente a la novia del chico, fueron sobreseídos. Pese a considerarlos presuntamente culpables de violación y torturas, el juez dispuso que todos quedaran libres. Para completar los bemoles del horror dentro del caso, el capellán policial de Chubut, Fabián García, defendió a los recién confirmados a juicio como si los hubieran declarado inocentes: “Hemos acompañado a estos empleados policiales que tenían la libertad dentro suyo, en su conciencia. La verdad siempre llega”, dijo a la prensa local. Ayer, uno de los acusados fue herido levemente de un disparo en una situación confusa mientras miraba un partido de fútbol. En marzo, un testigo clave del chico violado fue asesinado.

Tal como informó este diario, el 17 de enero, un adolescente de 16 años que regresaba a su casa con su novia, en Trelew, fue detenido sin motivo por uniformados de la comisaría 2ª y trasladado hasta la dependencia policial, donde fue golpeado a patadas y palazos; luego de encerrarlo en un buzón, lo obligaron a desnudarse, lo colocaron en cuclillas y lo violaron repetidas veces con una tonfa. Un vecino avisó a la madre de la detención, y cuando la mujer acudió a la seccional el oficial a cargo le dijo que tenían a su hijo, pero que ya lo estaban por dejar en libertad. Cuando se lo entregaron, golpeado y mojado, culparon a la novia. Cuando los padres concurrieron a denunciar ante la Justicia, la Defensoría Pública se constituyó de inmediato como querellante (en Chubut, la Defensoría está habilitada por ley a constituirse en querellante cuando la víctima es un menor de 18 años). La fiscal María Tolomei ordenó dos días después la detención de los acusados. Luego se realizaron ruedas de reconocimiento en las que el chico pudo determinar quiénes había sido los policías participantes. Dos meses después, además de una serie de amenazas sufridas por la víctima, uno de los testigos, un joven que se encontraba detenido al momento de la violación, Bruno Rodríguez Monsalve, fue asesinado a puñaladas.

El jueves pasado, el juez José Alberto García dispuso la elevación a juicio de siete de los nueve policías y del médico policial y sobreseyó a otros dos. Consideró con suficiente prueba las acusaciones contra Aníbal Muñoz, reconocido por el adolescente como quien lo violó con la tonfa; a Mario Bevacqua, a quien acusó de encontrarse en el grupo que molió a golpes al chico y luego abusó de él; también a Carlos Treuqui, acusado de participar en la golpiza, de trasladarlo al buzón donde fue violado y de golpearlo con el cinturón del chico; a Carlos Pato, que formaba parte del grupo que lo detuvo y luego del que participó en la violación. A Adolfo Carballo, por tratarse del oficial que estaba a cargo de la comisaría; a Héctor Ortiz, porque participó en la detención ilegal y maltratos en el traslado; por lo mismo al sargento primero Sergio Castillo. Y al médico policial, Fernando Zaghis, porque elaboró un parte médico en el que no se reconocían más que unas leves escoriaciones al adolescente, siendo que se probó que ni siquiera lo había visto para revisarlo.

Pese a que, a los cuatro primeros, García los acusó por torturas, vejámenes, privación ilegal de la libertad, todas agravadas por ser funcionarios policiales y por tratarse de un menor de edad, les concedió la libertad. Poco después, el capellán policial de Chubut, Fabián García, se fue de boca al confundir libertad ambulatoria con inocencia. Pese a que el juez ordenó la elevación a juicio por considerar que existen suficientes pruebas para enfrentarlos a un tribunal oral y público, el párroco uniformado sostuvo que “la verdad siempre llega, tarde o temprano siempre llega”. Y agregó que “hemos acompañado a estos empleados policiales que tenían la libertad dentro suyo, en su conciencia”. Y ya entusiasmado por su desconocimiento procesal, se le dio por acusar a la Justicia: “Siete meses presos con una prisión preventiva. Pregunto yo: ¿es necesario tanto maltrato?”. Del chico violado y de la tonfa, nada. Que Dios se lo pague.

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fuente http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-200414-2012-08-06.html