Perla Prigoshin, la responsable de la Comisión Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género advirtió que lo que comienza como violencia simbólica o sicológica puede terminar en tragedia.
Perla Eugenia Prigoshin, especialista en violencia de género y salud sexual, advirtió que “la violencia sicológica es difícil de probar” sólo si “quienes intervienen no tienen preparación o no hay perspectiva de género”.
La abogada habló sobre el incremento de situaciones de violencia familiar y de género. Advirtió que en los casos de violencia sicológica o simbólica “siempre hay indicios” de que se comienza ese camino, cuando se le marcan a la mujer pautas respecto de su vida, que pueden ir desde la ropa que se ponen hasta impedirle que se vean con determinadas amistades.
Además, la especialista advirtió que la violencia sicológica o simbólica “no viene sola, viene en combo” con otras violencias: la patrimonial, la laboral o la física.
Prigoshin habló con el programa radial “Bajá un Cambio”, de FM Sonar 91.3 y dijo: “Más allá de las categorizaciones de la ley, le hemos puesto nombre a cada una de las violencias pero para que la sociedad pueda darse cuenta de que existen otras además de la física, pero no porque vengan solas y en estado puro. Vienen en combo. La violencia simbólica tiende a cronificar a mujeres y varones en roles estereotipados. La mujer sumisa y el hombre fuerte, la mujer en el hogar y el hombre productor. La mujer en lo privado, el hombre en el ámbito público. Esto va construyendo una subjetividad que determina naturalizar otras violencias, e influye absolutamente en la siquis de mujeres y varones”.
-¿Se conocen condenas por casos de violencia sicológica? -le preguntaron en “Bajá un Cambio”.
-Sí y no. Hubo una situación muy fuerte… para variar, las mujeres tenemos que entregar vida para sentar jurisprudencia. Hace un tiempo una mujer se suicidió, se colgó. Integraba un vínculo de pareja con un violento y no podía escapar, estaba colonizado su mundo interno. El fiscal, en provincia de Buenos Aires, acusó al compañero de esta mujer de homicidio, porque la llevó a la muerte, fue el autor intelectual, si se quiere…
-¿La violencia sicológica es difícil de probar, como se dice?
-Es difícil de probar cuando quienes intervienen no tienen preparación ni perspectiva de género. Sino habría que andar con un escribano en la cartera, que tome actas notariales de cuando un compañero pasa cerca y dice “otra vez salió todo como el culo”, “otra vez no pudiste”, “no te das cuenta que sos un fracaso”, “dejame los chicos a mi que conmigo van a estar bien”…
-¿Se puede prever un camino de violencia sicológica cuando empieza una imposición de pautas, que tienen que ver -por ejemplo- con la ropa que una mujer se pone, o las amigas que tiene?
-Sí, absolutamente, es muy buena la pregunta. Además ha crecido en forma alarmante la violencia en la franja etárea de los jóvenes. Hay conductas como revisarle el celular para leerle los mensajes de textos, controlarla permanentemnete, no permitirle ciertas amistades, ir de a poco influyendo para que vaya separándose del grupo de amigos varones que tiene, o también de las mujeres, la ropa ni qué hablar… hay muchos indicios…
Los medios y las cifras
Respecto del papel de los medios, Prigoshin planteó: “El lugar en los medios a veces ayuda, a veces no. Ayuda difundir la violencia como un drama, una plaga, algo reprochable socialmente, que merece la censura social. Pero no ayuda cuando se difunde repitiendo sobre un caso específico. Una cosa es hablar de violencia, orígenes, posibles soluciones o prevención. Otra cosa es la repetición incesante de un caso específico y los modos, el cómo, en lugar del qué. En lugar de hablar de la violencia de género, se habla de cómo y de quién… aparece el efecto imitativo; por ejemplo, después del asesinato de Wanda Taddei, hubo numerosas mujeres que murieron quemadas, o se impuso la amenaza de que ‘te voy a quemar’.
Respecto del incremento de los femicidios y el aumento de denuncias, apuntó: “Desde mi opinión, por supuesto que al haber crecido la conciencia en las mujeres en cuanto a su derecho a denunciar, aunque parezca tonto se van dando cuenta que tienen el derecho de vivir una vida libre de violencia, que no se merecen que las puteen, las denosten… Este empoderamiento aumenta las denuncias. Pero también frente a este posicionamiento aumentan las conductas patriarcales de los señores que sienten que las mujeres son objeto de su propiedad”.
Insistió en la necesidad de que “se insista en la difusión y en la sensibilización, que pueden sonar palabras huecas pero tienen algo concreto: personas que nunca pensaron que estaban incurriendo en una conducta violenta porque le dijeran ‘estúpida’ a la mujer con la que trabajan. Es importante ir llevando a que se apropien las mujeres y los varones de lo que son las conductas machistas o patriarcales”.
“El femicidio es terrible por lo irreversible, pero es la culminación de un proceso, que se viene anunciando en golpes, insultos… no es que de pronto un tipo entra a la casa y la quema y nunca antes había pasado nada. Pero me refiero además a otro proceso más solapado, que emerge en el momento del femicidio: hay una cultura que legitima que las mujeres, por ejemplo, tengan que lavar los platos. Por supuesto que está el típico ‘lo digo en joda’, pero construye una subjetividad. Estoy haciendo una simplificación, pero hay pequeñas violencias cotidianas, que de pequeñas no tienen nada, que la ley llama violencia simbólica, que van construyendo sujetos que naturalizan que la mujer es menos que el hombre y que cada tanto hay que enderezarla”, completó.