Por Horacio Cecchi
La muerte del preso Raúl Abel Sánchez –después de casi un mes de agonía en terapia intensiva en la capital correntina, en estado de coma y sin saber si lo que lo mantenía unido a la cama era el pulmotor o las esposas que le dejaron por las dudas– tuvo al menos dos derivaciones. La primera es que el ministro de Gobierno provincial, Gustavo Valdés, informó que fueron identificados, “sumariados y desafectados de la fuerza” los cuatro responsables de haber apaleado a Sánchez. La segunda, es una pequeña disparidad en la causa de muerte: mientras que el acta de defunción señala “traumatismo encefalocraneano”, el gobierno informó que prima facie se debió a un “virus intrahospitalario”.
En un parte de prensa colgado de la página web gubernamental, el ministro Valdés informó que eran cuatro los penitenciarios identificados. El informe sorprende cuando explica que los cuatro identificados son investigados por una “excesiva golpiza”. Los excedidos de la apaleadura permitida son los “adjutores auxiliares Miguel Leiva, Jorge Darío Rivero y Cristian González y el sargento 1O José Blanco”.
El certificado de defunción del hospital indica que Sánchez murió por “traumatismo encefalocraneano y un hematoma subdural derecho” (que presiona el cerebro), producto de golpes con “objeto duro y romo”, seudónimo científico de los bastones. Lo más curioso es que el ojo clínico ministerial aclaró que Sánchez “finalmente falleció en la jornada de ayer a causa de un paro cardiorrespiratorio, derivado, prima facie, de un virus intrahospitalario”.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-187628-2012-02-15.html