Gonzalo Bugatto y Aimé Silva militan en la JP Evita desde hace años pero se conocieron en mayo cuando un policía de civil mató de un balazo por la espalda al hermano de Gonzalo, el futbolista de Banfield Lautaro Bugatto. Los dos, junto a otros dirigentes, impulsaron la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional, apoyada por diferentes organizaciones de Derechos Humanos. Pero además de la militancia, Aimé no se imaginó que también compartiría con su compañero la peor de las coincidencias cuando el domingo pasado su mamá, la docente Miriam Fronza, cayó fulminada de un tiro en la nuca en la colectora de la Autopista del Oeste en Moreno. Otra vez, un agente de franco es sospechoso de homicidio, luego abrir fuego al intentar, presuntamente, impedir que le robaran el coche en la ruta.
Ahora, más que en cualquier otro momento de sus vidas, los dos jóvenes creen que «la Bonarense debe abandonar sus clásicos métodos represivos para comenzar a prevenir en serio el delito y dejar de promoverlos a través de los negocios turbios que mantiene con la delincuencia».
«Por lo que sabemos, la camioneta Dodge Journey (en la que se movilizaban los asaltantes) se le cruzó al policía supuestamente para robarle el coche, pero como no pudieron se llevaron el Volkswagen Bora en el que iba mi mamá y su pareja, «El Negro» Oscar Espíndola. En el medio mi mamá recibe un balazo. Los sospechosos fueron detenidos poco después porque estaban siendo investigados en otra causa por ser parte de una banda integrada por policías exonerados. Nos parece muy raro y no descartamos que haya sido un ajuste entre ellos», explicó sin titubeos Aimé Silva, quien tiene 27 años y es empleada de un juzgado de Garantías de Lomas de Zamora.
La joven cuenta con pocas certezas. Aún no entiende por qué después de disparar, el teniente de la DDI de La Matanza, Claudio Vadalá, que ahora está tras las rejas, abandonó el lugar para perseguir a los delincuentes que huyeron con los dos vehículos y no llegó a alcanzarlos. «El coche que tiene (un Hyundai Génesis de unos 200 mil pesos) es de rápida reacción. Para mí volvió cuando se percató de que en el lugar había quedado el paragolpes con su patente que se le cayó al dar marcha atrás y golpear con un lomo de burro –explicó la hija de Fronza y argumentó–, en el medio habrá hecho algún llamado porque toda la cúpula de la Departamental Moreno llegó al instante, antes que la ambulancia.»
Otro dato que llamó la atención de la familia de la víctima es que pocos segundos después del hecho, se presentó ante Espíndola, cuando todavía tenía en brazos a su esposa, otro policía de civil que estaba con una mujer rubia y dijo ser agente de La Matanza.
Aimé, que estaba en Esteban Echeverría, llegó a las dos horas al lugar. En ese mismo momento, Vadalá se entregaba en la comisaría manejando su auto, según recordó.
Emanuel es el hermano de Miriam Fronza y es docente como ella. El hombre, de 30 años, también milita en las filas del Movimiento Evita y se suma a la conversación: «Estamos buscando cámaras de seguridad o testigos para establecer qué hizo el policía en ese lapso en que desapareció», expresó.
Ahora, el que habla es Gonzalo Bugatto, de 29 años, quien es coordinador del área de juventud de Lomas de Zamora. El muchacho recordó que en el caso de su hermano «desde el primer momento detrás de la investigación estuvieron los jefes policiales, así y todo se cometieron un montón de irregularidades, incluso frente al fiscal, ocultando a un testigo; o como cuando le entregaron sin una orden judicial, en la comisaría, el coche a la familia del asesino que lo devolvió con presuntos impactos de bala para intentar simular un enfrentamiento armado cuando ya había sido periciado y estaba re limpio».
«Si les das dos horas de ventaja –continuó Bugatto– como en el caso de Aimé, o dos metros de distancia, como en el de mi hermano, te acomodan todas las pruebas.»
–¿Toda una corporación?
Aimé: –Eso es innegable. Ellos se van a cuidar siempre. Es algo cultural en la fuerza.
Gonzalo: –Creo que luchamos contra una parte de la sociedad que funciona en bloque corporativo porque no solamente es la policía, y no hay que decir que todos los policías son iguales o que todos actúen en connivencia con la delincuencia, pero es cierto que una parte importante funciona de manera corporativa con una parte del Poder Judicial, y una prensa que expresa una misma bajada de línea. Es un conglomerado de partes que influye directamente en la sociedad.
–¿Se refieren al tratamiento que cierta prensa hace de los hechos delictivos?
G: –Claro, prefieren discutir el tema de la seguridad en términos sólo de propiedad privada, pero un coche no puede ser más importante que una vida. No niego los hechos violentos, pero no podemos convertirnos en justicieros o promover que nos armemos. Si no, desarticulemos el Poder Judicial.
A: –La justicia la conozco muy bien, generalmente convalida la estigmatización de la pobreza y al final todos los que están en las cárceles resultan ser personas que no tienen recursos.
G: –Es verdad, la estigmatización no busca otra cosa que un chivo expiatorio como el causante de los males de toda una sociedad. Nosotros tenemos otra concepción, creemos que una empresa que evade millones genera más inseguridad, porque el Estado podría crear directa o indirectamente fuentes de trabajo con ese dinero. Pero el recorte de cierto sector de la prensa no muestra eso.
–¿Cómo se resuelve la llamada «inseguridad»?
G: –Este problema es muy importante como para dejarlo en manos de las fuerzas de seguridad. Tiene que haber una integralidad política desde diferentes áreas que tenga como eje la prevención y la formación de la policía que no puede desentenderse de los verdaderos problemas sociales que hay en los barrios. Hoy, la Bonaerense ordena la seguridad en base a sus propios negocios.
Al revés de lo que piensan muchos familiares de víctimas, Gonzalo es un convencido de que «más mano dura, más policías, balas más grandes, más cárceles o más cámaras de seguridad, no sirven para combatir al delito».
Aimé agrega que «la ley Blumberg no sirvió para nada, sólo el 0,04 por ciento de los delitos son cometidos por menores. No expresa la totalidad de los casos, pero sí representa un chivo expiatorio para ese discurso».
–¿Qué pensaría tu mamá?
A: –Antes de que pasara esto pensaba lo mismo y me decían: «claro, porque a vos nunca te pasó.» Ahora, sigo pensando lo mismo. Mi vieja era bastante gorilona pero no era una extremista, creo que estaría orgullosa y me estaría apoyando. «
El dato
El auto quemado
«El Bora de mi mamá apareció incinerado y le faltaba la puerta del baúl», denuncia Aimé.
La mataron de un tiro en la nuca
La docente Miriam Fronza y su esposo, Oscar Espíndola, habían ido a almorzar el domingo pasado a lo de un familiar en Moreno. Cuando volvían en su Volkswagen Bora hacia su casa de Ramos Mejía, en La Matanza, por la colectora de la Autopista del Oeste, una camioneta Dodge Journey, en la iban cuatro delincuentes, interceptó el paso del Hyundai Génesis en el que se movilizaba el teniente de la DDI de La Matanza Claudio Vadalá, de 25 años, quien en una maniobra brusca hizo varios metros marcha atrás.
Entonces, dos asaltantes se abalanzaron sobre el Bora que a esa altura estaba abandonado porque la pareja corrió hacia atrás del coche para preservar sus vidas. Pero un balazo impactó en la nuca de la maestra y la mató.
De acuerdo a las pericias, el único tirador fue Vadalá y quedó preso. Además, el uniformado reconoció haber disparado dos veces.
El martes, el Bora fue encontrado prendido fuego en Merlo, la Dodge apareció de igual manera en Pilar. Ese mismo día, fueron detenidos dos sospechosos. Uno de ellos tenía las manos quemadas. Los investigadores llegaron a los supuestos asaltantes gracias a otra causa en la que le seguían los pasos a una banda mixta integrada por policías exonerados y delincuentes.
Lautaro Bugatto tenía 20 años y jugaba al fútbol en Banfield, aunque estaba a préstamo en Tristán Suárez. El sábado 5 de mayo iba a ir a bailar con sus amigos pero en los primeros minutos del domingo, cuando estaba saliendo de su casa para subirse a su Peugeot 206, recibió un balazo fulminante por la espalda que le perforó el pulmón.
El disparo provino del agente de la Policía Buenos Aires 2, Damián Benítez, de 32 años, quien estaba de franco y se trasladaba en su Renault 12 junto a su esposa. Unos metros más adelante, en una moto Zanella iba su hija, de 12 años, y la hermana del efectivo, quien habría respondido los disparos de presuntos delincuentes que intentaron asaltar la moto.
El policía fue detenido y si bien no pudo comprobarse el enfrentamiento armado, la sala II de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora recaratuló la causa de homicidio simple a exceso en legítima defensa.
Por ahora, Benítez seguirá tras las rejas ya que el juez de primera instancia, Gabriel Vitale, rechazó la excarcelación pedida por su defensa. Ese era el mayor temor de la familia Bugatto, que sospecha que de ser liberado, podría entorpecer la investigación y hasta fugarse.
«Ningún pibe nace chorro»
Emanuel Fronza es profesor de inglés y tiene 30 años. El hombre recuerda a su hermana, Miriam, como una maestra del conurbano que daba todo por sus alumnos. «Les llevaba zapatillas o ropa, estaba muy atenta a las necesidades de los chicos», dice, aunque se diferencia de las ideas políticas de la mujer, más emparentadas con las de su marido, Oscar Espíndola, quien milita en el partido de Francisco De Narváez en La Matanza.
«La sociedad, básicamente, quiere hacer cargo al pobre o a los menores de un problema que es de todos. Y matando al asaltante o haciendo más prisiones, como se promueve muchas veces desde la prensa, no se resuelven los temas de fondo. La idea es saber por qué robó. Cuando decimos que ningún pibe nace chorro, queremos hacer el camino inverso y desandar los pasos que dio para llegar a hacer eso», explica el joven que también milita en el Movimiento Evita y en el sindicato de docentes bonaerenses, SUTEBA.
«Hay que ser solidario y cortar con el ombliguismo, dejar de mirarse a uno mismo y sentirse afectado por lo que les pasa a los demás», concluye.