Un frustrado intento de fuga masiva de la ex alcaidía de General Roca derivó en un violento motín que recién pudo ser controlado durante la madrugada de ayer. El ministro de gobierno de Río Negro, Luis Di Giácomo, confirmó que no hubo heridos entre los internos ni en el personal penitenciario.
La rebelión entre los presos comenzó cerca de las 22 del lunes, cuando los agentes de guardia descubrieron dos boquetes por donde varios reclusos salieron al patio de la Unidad Penal Nº 2.
Según los testimonios recogidos por el fiscal Miguel Fernández Jahde, mientras los guardias alertaban a las autoridades, cerca de 150 presos escapaban de los pabellones a través de los huecos en dirección al patio central. Una vez allí, y en medio de corridas que generaban confusión, los internos intentaron ganar los muros del penal, provocando los primeros disparos de postas de goma de parte de los penitenciarios, que buscaban evitar la fuga masiva.
Pero el ataque de los guardias lejos estuvo de calmar los ánimos de la mayoría de los presos, quienes comenzaron un motín en los cuatro pabellones del penal, al tiempo que permanecían en el patio desafiando los disparos y las órdenes de regresar a sus celdas.
Alrededor de las 22:45, Emilio Martínez, jefe de la Unidad Penal Nº 2, solicitó como refuerzo la presencia del Cuerpo de Operaciones Especiales y Rescate COER (ex Bora) que llegó cerca de las 23. Martínez justificó la decisión luego de reconocer que no pudieron «contener el pasillo central ni los pabellones».
El grupo de élite realizó una ofensiva lanzando bombas lacrimógenas para hacer retroceder a los internos a sus celdas, que respondieron arrojando piedras y quemando colchones. El enfrentamiento se concentró en el ala norte del penal, que da a las calles América y Maipú.
Unos minutos antes de la medianoche, varios amotinados regresaron a los pabellones, obligados por los disparos de balas de goma y la nube de gas lacrimógeno.
Casi en simultáneo llegaron al lugar el juez de ejecución penal Juan Pablo Chirinos, el fiscal Fernández Jahde, el defensor oficial Gastón Martín e integrantes del Observatorio de Derechos Humanos.
En los primeros momentos del martes, el juez Chirinos confirmó a la prensa que sólo se había recuperado el control del pasillo central y del Pabellón 2, y aclaró que no había recuento de heridos. También reveló que se había comenzado una tensa negociación para liberar el resto de los pabellones, algo que se pudo concretar recién pasadas las tres de la madrugada con la intervención de su colega, el magistrado Rubén Norry, que participó de los arreglos con los internos.
Di Giácomo reconoció que «los daños por destrucción son importantes: quedaron pabellones sin luz, y hubo destrucción de candados», y explicó que «la situación de disturbios y quema de colchones obligó al repliegue del personal, lo que hizo que esto lleve el proceso de desórdenes a otros pabellones del mismo penal».
El funcionario no quiso opinar sobre el accionar del personal penitenciario, que coincidentemente con el motín planteaba un reclamo gremial, aunque afirmó que «si alguien no cumplió con su deber tendrá que asumir su propia responsabilidad».
También se refirió a la compleja problemática de los establecimientos carcelarios de toda la provincia e indicó que hay un «trabajo de mediano y largo plazo para mejorar y poner en condiciones adecuadas al Servicio Penitenciario Provincial». «