La libertad condicional en el país no está controlada», desliza el juez Eugenio Raúl Zaffaroni, con un tono lánguido que nada se parece al histrionismo del discurso segurista. El Ministro de la Corte Suprema avanza en la crítica. Denuncia falta de recursos, propone eliminarla del mapa y transformarla en penas no privativas de la libertad, acordes a la gravedad del hecho.
Es miércoles al mediodía. En los pasillos de los Tribunales, todavía se habla de la negativa del Máximo Tribunal a tratar la extensión de la medida cautelar del Grupo Clarín. El ministro de la Corte Suprema acepta desplazarse por un abanico vasto de temas, pero evita lo candente: la Ley de Medios, el 7D, las cacerolas. Prefiere concentrase en la moraleja para el Poder Judicial. «Más allá de este caso, de la exposición pública, hay un problema general, la cautelarización de todo el derecho», advierte, y confirma que la demora en las sentencias es un modo de incurrir en «denegación de justicia».
En su oficina del Palacio se superponen retablos peruanos con retratos de próceres nacionales como San Martín), así como él mismo combina saco y corbata con unas viejas zapatillas deportivas, sin importarle la mezcla de estilos. El ministro también salta de un tema al otro, con la erudición que lo caracteriza. Asegura que el problema de los abortos no punibles no puede reducirse a la ubicación de una coma; advierte que la violencia intrafamiliar es un fenómeno mundial que lo preocupa especialmente; y reitera que, en términos de tóxicos, el verdadero problema es el consumo de paco. Finalmente provoca al feminismo con una crítica a su último logro, la inclusión del femicidio al Código Penal: «En la Argentina, nadie sale a matar a una mujer por ser mujer. Lo que tipificaron es una locura, no existe.»
–¿Cómo explica el accionar de algunos jueces contra del fallo de aborto no punible de la Corte?
–En el poder judicial hay una pluralidad ideológica que se debe respetar porque es la mayor garantía de imparcialidad. Nosotros no tenemos el poder de imponer nuestro criterio a las instancias internas aunque, en líneas generales, se lo respeta. Se dice que es por la autoridad moral, pero no es una autoridad jurídica.
–Sin embargo, en el caso de la joven víctima de trata de la Ciudad de Buenos Aires insistieron con el pedido de no judicialización.
–Nuestro sistema de control de inconstitucionalidad es difuso. Cualquier juez puede declarar la inconstitucionalidad de una ley y, en última instancia, también la Corte Suprema. Como resultado de este sistema, la inconstitucionalidad vale sólo para un caso. Si por una vía idónea llega a la Corte, nos pronunciamos sobre ese caso, pero no podemos declararlo valor general. Por eso, un juez puede considerar que nuestra interpretación no es la adecuada. El caso llegará a la Cámara, a la Corte y se lo revocaremos. Pero puede hacerlo. De lo contrario tendríamos una jurisprudencia obligatoria, que es característico de los sistemas judiciales piramidales. El resultado político de ese modelo nunca es bueno. Eso es verdadero corporativismo.
–¿Y qué piensa de la reacción de ciertos sectores del poder político contra el fallo?
–Cada uno es libre de opinar lo que quiera. Yo creo que (la que hizo la Corte) es la interpretación más correcta que se ha hecho. No hemos inventado la ley. De un abuso deshonesto no resulta ningún embarazo. Tampoco reduzco el problema a la interpretación de una coma. Si estuviera en otro lugar, si no entrara en esa excepción, entra en la anterior. El Código autoriza el aborto terapéutico cuando está en peligro la vida o la salud, física y psíquica de la mujer. Evidentemente, llevar un embarazo producto de una violación afecta la salud psíquica. Si no entra por un lado, entra por el otro. No lo dije expresamente en el fallo para que saliera por unanimidad, pero ese es mi criterio.
–¿Concuerda con las críticas al juez Axel López por haberle otorgado la libertad condicional al asesino de Tatiana Kolodziez?
–En líneas generales, y no lo digo por defensa de colega, sino por la forma de proyección pública, me parece que es inevitable que haya gente que salga y vuelva a cometer delitos. Nadie puede impedir eso.
–Pero el juez ni siquiera se reunió con el condenado.
–Eso depende de las condiciones en las que se esté trabajando. Creo que hay que reunirse con el condenado. Yo siempre lo hice antes de dictar sentencia. Pero no se puede garantizar el después.
–¿Está de acuerdo con la reforma a la ley de ejecución penal, que ordena informes de un equipo interdisciplinario?
–Sí, creo que tiene que existir un equipo interdisciplinario, sobre todo en algunos casos. Pero eso cuesta dinero y no existe.
–¿Falta presupuesto?
–Claro. Y lo que se evalúa es el informe penitenciario, que en la mayoría de los casos, por las dudas, dice que no. La responsabilidad entonces la termina asumiendo el juez.
–¿Qué opina del seguimiento de la libertad condicional?
–Creo que hay que eliminar la libertad condicional y transformarla en penas no privativas de la libertad. Viendo cada caso, según la gravedad del hecho. Pero para eso necesitamos montar un equipo de ejecución penal, paralelo al penitenciario. La libertad condicional en el país no está controlada. De todas formas, hoy es raro el delito sexual en la calle. El que domina es el intrafamiliar. Hoy una mujer a la que violan en la calle tiene muy pocas chances de no hacer la denuncia, pero en los casos intrafamiliar son muchos más los obstáculos. Es un problema muy serio, que vemos con gran frecuencia. No hay tarde en que no tengamos de tres o cuatro casos. No sólo me refiero a chicas de 14, 15 años: chicos más chicos.
–¿Es una tendencia o se están denunciando más casos?
–Es un fenómeno mundial.
–¿Está relacionado con un crecimiento de la violencia de género?
–No sabemos si la violencia de género es creciente. Creo que existió siempre. La base del conflicto es el patriarcado. Y eso no lo vamos a cambiar de la noche a la mañana, porque es un cambio cultural. Yo no creo que haya más, creo que se desnormalizó. Pero cuidado, que la violencia intrafamiliar no se agota en la violencia de género. Empieza con una patada al perro y sigue con los chicos, los viejos y la mujer, que es sólo un capítulo. La violencia intrafamiliar es un grupo familiar que empieza a funcionar patológicamente y violentamente.
–¿Un grupo?
–A veces se concentra en el más débil de la familia, a veces, generalmente, en la mujer. Es una interacción, no es nada unilateral. También está la actitud de la mujer: hay mujeres que le dan un sillazo en la cabeza y se terminó.
–¿No depende de los recursos de cada una?
–Sí, pero también hay personalidades, comodidad social. Es bastante complejo.
–¿La ley de femicidio colabora con ese cambio cultural?
–No va a tener eficacia porque lo que tipificaron no existe. Va a tener eficacia respecto de travestis, transexuales, de la mujer no. Porque no hay casos. El homicidio por odio se produce contra minorías. La característica que tiene es que no importa el individuo. Hay dos lesiones: una al muerto y otra, por el metamensaje, a toda la colectividad. Y acá en la Argentina nadie sale a la calle a matar una mujer porque es mujer. Es una locura, no existe.
–¿Qué deberían haber hecho?
–Lo que hay que hacer es agravar en situaciones de mayor vulnerabilidad. Sí fue correcto incorporar al conviviente.
–¿Está de acuerdo con las críticas al feminismo por el pedido de aumento de penas?
–No apela siempre al aumento de penas. No metería a todo el feminismo en la misma bolsa. Es el movimiento más importante del siglo pasado. Yo creo que las propias feministas no han dimensionado su importancia. El feminismo conmueve a las bases del patriarcado, pero creer que el instrumento que ha generado el feminismo es el que va a servir para desarmarlo es un absurdo. El poder punitivo es perverso, y se da cuenta del riesgo que el feminismo implica y trata de tragárselo. «Quedate tranquila, que te voy a dar un tipo penal. Tu marido te va a golpear como siempre, pero te voy a dar un diploma de víctima que lo podés colgar en la cama», le dice. Hay que tener cuidado con esa trampa. «
Un código racional
El anteproyecto de reforma al Código Penal de la comisión presidida por Zaffaroni estaría listo, según estimó, en el mes de abril. Como sucedió con el Código Civil, la propuesta llegará primero al Ejecutivo y se enviará luego al Parlamento. Sobre la labor de la comisión, Zaffaroni advirtió que se está buscando transformar los “disparates” del Código y redactar uno “más racional”, donde reine un principio de proporcionalidad. “El valor máximo es la vida. No se puede llevar el robo al mismo nivel que el homicidio”, señaló.
De paco y marihuana
–¿Qué opina de la ley aprobada en Uruguay?
–Me parece un ensayo sumamente positivo. Hay que observarlo y ver qué pasa.
–¿Es aplicable en la Argentina?
–No sé, estoy observando a ver qué podemos hacer nosotros. El problema que tenemos hoy, contra lo que tenemos que pelear, es contra el paco, cuyas víctimas no son de primera. Ahí reside una discriminación. Suele suceder que a través de la prohibición se encarecen los tóxicos, y se reservan para el consumo de las clases más altas lo menos lesivos. Lo que queda, la basura, es lo que se destina a los sectores subalternos.
–¿Cuál es el panorama argentino sobre consumo de tóxicos?
–Nuestro tóxico criminógeno, no lo dudemos, es el alcohol. Y no hace falta que se trate de un tóxico dependiente. Un episodio de intoxicación aguda puede provocar un desastre. No se necesita que sea un alcohólico. Pero el problema más serio que tenemos es el paco. No como criminógeno, al contrario de lo que se proyecta públicamente. Es, al contrario, gravemente autodestructivo, tanto en las muertes que causa, como en el deterioro irreversible. El paco es barato mientras todos los demás tóxicos prohibidos son caros, por efecto de la prohibición. Ahí se produce una suerte de estratificación social, por eso es que el paco no sale de determinados sectores sociales, pibes de clases subalternas. No aventuro la hipótesis de ver qué pasa si se abarata otro tóxico menos lesivo, como un modo de establecer una política de reducción de daños.
–¿Se extendió el consumo?
–No cualquier pibe es consumidor de paco, ni se lo considera un triunfador. Los mismos pibes de esos sectores lo marginan. En general, el pibe no está en condiciones de causar algo muy grave. Sufren un deterioro neurológico, pierden peso, tienen lesiones pulmonares. Y es un tóxico sobre el cual hasta hace poco no se sabía nada. Se decía que era pasta base. Nosotros no tenemos pasta base porque no tenemos laboratorios, salvo alguno en la frontera. Pero no somos un país productor porque la importación de materia prima es muy voluminosa, muy notoria.
–¿Cómo está organizada la venta del paco?
–La mafia del paco tiene varias dificultades. El principal inconveniente es que tiene muchas bocas de expendio, es casi artesanal. La ventaja es que la mafia es barrial. No hay un cártel detrás de esto, que te va a tirar un cañonazo. Habrá violencia, pero no nos estamos enfrentando con mafias transnacionales.
–¿Van a incluir la legalización de la marihuana en el anteproyecto del Código Penal?
–No lo descartamos. Mi intención es incluirlo.
Textual
Originarios
“Si se les reconoce existencia, como dice nuestra Constitución, hay que reconocerles la personería a los pueblos originarios. El problema en términos prácticos es la representación. Pero se debe resolver de algún modo”, dijo Raúl Zaffaroni.
fuente http://tiempo.infonews.com/2012/12/02/sociedad-92039-zaffaroni-la-libertad-condicional-no-esta-controlada-en-el-pais.php