AGENCIA PACO URONDO: La primera pregunta tenía que ver con hacer una evaluación de la gestión de Nilda Garré al frente del Ministerio de Seguridad.
MARCELO SAÍN: La primera evaluación, muy rápida, es el contexto de conformación del Ministerio. Me parece que todavía no se hizo un análisis detallado de eso, pero no es menor. La creación del Ministerio de Seguridad es la respuesta de la Presidenta a la toma de conciencia de la evidencia de que la gestión de la seguridad, tal como se venía desarrollando hasta ese momento durante el gobierno kirchnerista –te diría desde la salida de Béliz en adelante-, era darle todo el poder a las cúpulas policiales. Y que en el caso puntual de la Policía Federal, a partir de hechos que tenían que ver con conflictos internos dentro de la propia policía, se estaban produciendo acontecimientos que ponían en serio cuestionamiento el manejo de la Presidenta sobre la seguridad pública, fundamentalmente en la ciudad de Buenos Aires. Los dos hechos puntuales que a la Presidenta creo que le ponen en evidencia que ese contexto de delegación del poder a la policía le generaría problemas políticos, y de cara a un año electoral como el que se avecinaba en aquel momento –estamos ubicados en diciembre del 2010, lo que estamos narrando-, fue el asesinato de Mariano Ferreyra y la complicidad de la Policía Federal con los autores de ese crimen, que era mucho más que una zona liberada. Y todo el esfuerzo que los policías que intervinieron en la investigación del hecho han hecho para ocultar pruebas, para desviar la línea central de investigación que imputaba a este grupo parasindical de matones, pero con asociación policial del lugar, y fundamentalmente la policía que trabajaba en el área ferroviaria. Y la muerte de los dos connacionales bolivianos en el Parque Indoamericano, dentro del marco de los hechos aparentemente muertos por balas policiales y que la policía le quería hacer creer a la Presidenta de que eran balas tumberas y que la Federal no tenía nada que ver con eso. Pero tenía todo que ver con eso.
Esas dos cosas, la rápida evidencia de estos acontecimientos le hicieron ver a Cristina Fernández que el esquema tal como estaba, el acuerdo tácito que había con la policía durante la gestión de Néstor y de ella hasta ese momento no era viable desde el punto de vista político y decide la creación del Ministerio de Seguridad, lo cual está diciendo ahora es la política quien va a conducir esto. Y no es casual que la ponga a Nilda. Nilda venía de construir poder político frente a las Fuerzas Armadas en el Ministerio de Defensa. Si hay un signo característico de la gestión del Nilda Garré en defensa nacional es haber construido un Ministerio con capacidad de conducción sobre las Fuerzas Armadas. El esquema era muy parecido antes de Nilda históricamente, desde los años 80 en adelante, en el ámbito militar. El Ministerio de Defensa no ejercía la conducción de los asuntos de la defensa y de los asuntos militares, sino que esto estaba esparcido en los Estados Mayores Generales de cada una de las fuerzas. Nilda es la primera ministra que construye un dispositivo de gestión institucional en todos los aspectos -en la delimitación de la estrategia militar, en el tema doctrinario, en la cuestión presupuestaria-, a partir justamente de la sapiencia, del entendimiento de que la defensa es un asunto de conducción política. Lo mismo encara en el Ministerio de Seguridad. Exactamente el mismo objetivo: construir capacidad de gestión política sobre las policías. Las dos grandes diferencias, utilizando este contrapunto, son: las Fuerzas Armadas no son instrumentos importantes con gravitación política interna dentro de la política argentina, no dan golpes, pero tampoco son instrumentos de gestión política de conflictos. Las policías, en cambio, sí tienen gravitación sobre la gestión de los conflictos internamente y además son instituciones que tienen una relevancia enorme en lo que es un tema sensible a nivel de la opinión pública, que es la seguridad. Esta es la gran diferencia. La otra gran diferencia es que el manejo de la defensa no tiene coyuntura crítica, porque no hay una guerra todos los días o no hay un activismo del sector todos los días. En materia de seguridad pública tenés todo el tiempo coyuntura crítica. Son dos cuestiones distintas.
¿Esto qué implicaba? Que al mismo tiempo que Nilda encara una gestión de construcción de poder político en el Ministerio, tiene que construir el Ministerio. Y esto es lo complicado. Ella no puede parar la rueda, bajar la persiana del boliche y dentro de dos meses abrimos. Ella tiene que hacer esto de quitarle poder a las cúpulas policiales y ganar poder, apropiarse de capacidad de gestión de las policías al mismo tiempo que tiene que ir construyendo el dispositivo con el cual va a hacer eso. Porque esto no se hace con un cambio normativo o con un discurso. Esto requiere de la construcción de un dispositivo institucional y una correlación de fuerzas políticas que te permitan hacer esto. Entonces señalo esto porque es un desafío enorme. Yo creo que el primer año de gestión de Nilda es trazar los lineamientos estratégicos de la gestión política de la seguridad pública y construir un dispositivo de gestión que le permita llevar adelante esos objetivos. Los objetivos para mí fueron -según ella los explicitó en una serie de discursos y de resoluciones-, primero, la ratificación de la conducción política sobre la seguridad, particularmente sobre las instituciones policiales. Segundo, la participación comunitaria y la gestión social de la seguridad como un pilar central. Esto no es un asunto policial. Esto compromete a la gente y a la sociedad organizada. Y me parece que donde tenía jurisdicción territorial el gobierno nacional, que era la ciudad de Buenos Aires, ha hecho una gestión muy prolija en ese sentido. Y me parece que el tercer punto, que es un punto interesante, es modernizar todo lo que se pueda las Fuerzas Armadas. En un sentido general: un manejo de coyuntura por un lado, y por otro lado pesar cambios en las policías un poco más de largo plazo. Creo que este último punto está en ciernes. Creo que ahora si, con el poder político y la legitimidad política de Cristina relegitimada a partir de octubre del año pasado, del nuevo mandato que comienza en diciembre, hay una oportunidad como para poder viabilizar esto. Así que yo creo que es positivo desde este punto de vista.
Creo que hay en medio de todo esto un núcleo problemático muy importante en este último aspecto, que es la modernización de las instituciones policiales a nivel general. En la Argentina nunca, desde la restauración democrática del 83 se discutió para qué están las policías. Acá todo el mundo cree que las policías son quioscos polirubros donde podés comprar cigarrillos, preservativos, galletitas, utensilios de bazar y caucho para cambiar la rueda del auto. Y las policías no están para todo eso. Y las policías que hacían todo ese conjunto de funciones –pasaportes, documentología, dirigir el tránsito, apagar incendios y atender siniestros- son policías que con el correr del tiempo y la complejización de la vida social y de la problemática criminal fueron desatendiendo lo más importante que tiene la policía que es el control del delito, la prevención y la investigación de crímenes. Entonces esto requiere de todo un proceso de refuncionalización que no ha sido discutido, reitero, en la democracia argentina, que no ha sido discutido en el Parlamento, que no ha sido discutido en el ámbito político de los partidos, que no ha sido discutido en el ámbito de los gobiernos. Y ese es un elemento fundamental. Nosotros somos partidarios de un proceso de minimización funcional de las policías. Hiperprofesionalizar las policías solamente en la función de control del delito, esto es, de la prevención en todas sus facetas –patrullamiento y tareas policiales preventivas-. Al mismo tiempo operaciones especiales y mantenimiento del orden público. Pero también investigación criminal, investigación de delitos comunes y lo más importante, el seguimiento y la identificación de organizaciones criminales complejas, que es una de las transformaciones del fenómeno criminal más importante en la Argentina, los mercados ilegales y las redes de criminalidad organizada. Esto creo que es una deuda pendiente. Porque si uno define esto así tiene que discutir o rediscutir el rol de cada una de las cuatro policías federales o cuerpos de seguridad federales: de la Policía Federal Argentina, de la Gendarmería Nacional, de la Prefectura y también de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.
Porque nosotros la creamos con este sentido y con esta significación, pero hoy la Policía de Seguridad Aeroportuaria está atendiendo temas muy ajenos a la seguridad aeroportuaria. Por ejemplo, haciendo seguridad en una terminal de ómnibus, extendido a la posibilidad de otro tipo de labores. Cuando en realidad en el aeroparque metropolitano, que es el segundo aeropuerto con mayor flujo de pasajeros y de aviones del sistema aeroportuario argentino, hay un desguarnecimiento en materia de seguridad preventiva por parte de la Policía de Seguridad Aeroportuaria enorme. Entonces, este manejo de la coyuntura pone en tela de juicio la discusión acerca del rol de las fuerzas policiales y de las instituciones policiales que la democracia aún se debe. Gendarmería tiene gente haciendo, y una dotación muy importante de personas, haciendo seguridad en carreteras, como una suerte de cuerpo de Policía Vial Federal, porque una vez se le ocurrió a alguien en la década del 90 que sería importante ganar ese rol. Y ahí quedó. Tenés una dotación de casi 4000 gendarmes de forma permanente haciendo tareas de seguridad urbana, preventivas, clásicas desde principios del año 2001, 2002 hasta esta parte. Con base en Campo de Mayo, haciendo una tarea que está muy alejada de aquella que le da sentido como fuerza intermedia, que es policía de seguridad de la frontera. Que sería indispensable, a partir de los desafíos de control de fronteras que hoy todo país requiere.
Vos tenés, para cerrar el círculo, Prefectura que está haciendo custodia de los paseantes de Puerto Madero. Si vos paseás por Puerto Madero vas a ver a los prefectos parados ahí tocando pito, mirando pasar los autos, los turistas, que esto y que el otro. Tenés unos 500 más o menos en tres turnos, cuando en la Mesopotamia no tenés gente para trabajar en la problemática de narcotráfico en Prefectura. Estas son deformaciones, que obviamente no son responsabilidad de este gobierno, son deformaciones de la democracia argentina. Porque le dejaron la definición del perfil funcional de las policías a sus propias cúpulas. Y cada jefe venía con su libreto o con su negocio, porque muchos de estas líneas de trabajo de cada una de las fuerzas se fueron armando para poder comprar bienes, para comprar sistemas, para quedarse con el 10 % del retorno. Esta es la verdad.
Fuente: http://www.agenciapacourondo.com.ar/secciones/90/6808.html