Rara vez estos siniestros personajes asumen su responsabilidad. La Justicia no siempre visualiza que personas con roles relevantes en la sociedad pueden desarrollar actos de abuso de niños o niñas, es más, esas personas se encuentran en posiciones relevantes para desarrollar esos actos y mantenerse impunes. Los pedófilos no llevan un cartel en su frente que dice “soy un pedófilo”, pero sí utilizan vestimenta de jueces o sacerdotes o políticos o empresarios; son en realidad disfraces de la autoridad que visten pero en realidad no invisten: un pedófilo no puede tener autoridad para ser juez o sacerdote y merecería el inmediato repudio de su grupo de pertenencia, grupo que además debería promover su inmediata destitución.

Hay en la Justicia, además, otros problemas. Se trata por lo general de delitos cometidos en la sombra; alcobas, baños, los pasillos de los edificios son reductos para la perpetración del despojo, lejos de la presencia de otros que puedan ver y dar testimonio del ultraje. Esto ha llevado a desarrollar algunas reglas prácticas de credibilidad de los testimonios únicos, que exigen univocidad, coherencia y corroboración con datos exteriores. Con el testimonio de la víctima se han llegado a dictar condenas tanto en nuestro país como en el extranjero cuando se cumplen dichas reglas.

Las dificultades también comprenden criterios interpretativos de la prescripción que siempre favorece al abusador frente al niño o niña y la opinión de académicos que desarrollaron abstrusas teorías en favor de estos asquerosos personajes.

Todo ello conforma un cóctel de impunidad imposible de digerir a la luz de los instrumentos internacionales que han colocado a los niños y niñas como personas que deben ser especialmente consideradas y protegidas.

Frente al fracaso de la Justicia que lleva a la impunidad no poco les queda a la sociedad y a las víctimas: el periodismo puede tener un rol reparador relevante. Relatar de forma objetiva el fracaso de la Justicia por todas las circunstancias antes apuntadas en los casos concretos, más aún cuando quienes han realizado los ultrajes son personajes públicos, constituye una herramienta reparadora relevante frente a muchísimas víctimas que ven pasearse orondo y moriondo a quienes atentaron contra ellos siendo niños o niñas, cuyos padres también fueron víctimas impotentes pues nada pudieron hacer frente a ellos.

Todo esto sin perjuicio, claro está, de la creencia que acompaña a quienes desde la fe y la literatura se abrazan al Dante y esperan para ellos un futuro promisorio en el segundo círculo; allí un fuerte viento los embestirá contra suelo y paredes, los agitará y los hará chocar entre ellas sin descanso, el mismo viento que en esta tierra los llevó a la realización de acciones que no quisieron reprimir durante años frente a niños y niñas pero que sí supieron ocultar durante esos mismos años a los adultos.

* Fiscal general ante la Cámara Federal de Mar del Plata. Profesor de Derecho Penal. Ex juez en lo Criminal. Ex defensor oficial.

 

 

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