El jueves de la semana pasada fue un día de relevantes decisiones a nivel judicial. La más destacada por los medios, por lo aberrante del crimen, fue la condena a prisión perpetua que recibió Omar Peralta por el asesinato de la pequeña Rocío Barletta en barrio Ameghino Sur de la ciudad Capital, lo que eclipsó en buena medida otro fallo muy importante que se resolvió en el sur de la provincia.

Ese mismo día, el joven Walter Perotti (28) fue condenado a tres años de prisión efectiva y siete años de inhabilitación para conducir por atropellar y causarle la muerte a Julián Salinas en Laboulaye, hecho que data de febrero de 2009, cuando Perotti salió de un boliche y arrolló a tres jóvenes que caminaban por la calle en un sector urbano donde la vereda estaba ocupada por una obra en construcción. Salinas murió y quienes lo acompañaban resultaron con serias heridas.

Luego de una intensa campaña en demanda de justicia, con marchas y presencia en las redes sociales, la familia de Julián aguardaba el fallo con ansiedad. El resultado no los conformó. Analía Vilchez, madre del joven fallecido, dijo estar decepcionada porque “esperaba una condena ejemplificadora”.

No obstante, si bien faltan conocer los fundamentos de la sentencia, dictada en la ciudad del sur, a 380 kilómetros de Córdoba capital, se trata de un fallo que confirma una tendencia en la Justicia de nuestra provincia: el incremento de la severidad en las penas para aquellos que son encontrados culpables de impericia o irresponsabilidad al conducir vehículos y, como consecuencia de ello, matan o causan heridas graves o daños irreversibles a terceros.

Todo comenzó a cambiar con la condena a dos años de prisión efectiva que, en la ciudad de Córdoba, recibió en abril de 2011 el joven Franco Moratta por atropellar al estudiante de Medicina Nicolás Sánchez, quien sufrió secuelas irreversibles y quedó con una severa discapacidad luego de ser embestido en el barrio Nueva Córdoba, de la Capital, el 31 de mayo de 2008, por un Mini Cooper que conducía Moratta.

Le siguió al mes siguiente el fallo de un caso emblemático dentro de la siniestralidad vial, cuando la Cámara Séptima del Crimen de Córdoba condenó a casi cinco años de prisión efectiva al joven Matías Castro, quien conducía el Ford Ka que se despistó en la autopista Córdoba-Villa Carlos Paz y provocó la muerte de tres adolescentes y graves heridas en otros tres, en 2007.

No hay antecedentes que permitan afirmar que penas más severas se corresponden con una reducción de los casos. Por el contrario, las estadísticas mostraron que las denominadas “leyes Blumberg”, por ejemplo, no lograron frenar la escalada de violencia en nuestro país.

En cuestiones viales, además, algunos abogados defensores de los acusados suelen utilizar como argumento en sus alegatos que, cuanto más duras sean las penas que decida la Justicia, por temor a recibirlas, podrían aumentar los casos de abandono de heridos en siniestros.

Con todo, si la Justicia es lo único que les queda a los familiares de las víctimas, el endurecimiento de las condenas es un paliativo para su dolor. Mientras intentamos entender las causas del fenómeno y ajustar a partir de allí todo lo que nos falta para evitar tantas muertes en rutas y calles (educación, prevención, seguridad, etcétera), al menos estos fallos aparecen como una señal sensata, una pequeña luz en el camino hacia la construcción de una sociedad responsable.

 

 

fuente http://www.lavoz.com.ar/noticias/sucesos/penas-mas-severas-tendencia-dramas-viales