Supongo que la opinión pública debe estar aplaudiendo por estas condenas a perpetua. Yo no.
Es una atrocidad torcer la ley penal para satisfacer el clamor popular. Condenar por homicidio donde sólo podría haber aborto, decir que hay dolo donde sólo podría haber culpa, aplicar lo que los colegiales conocen como «sanciones colectivas», iguales para todos, son recursos primitivos que aumentan la arbitrariedad y la inseguridad general.
El mensaje que se envía a la sociedad es que no hay diferencia entre cometer uno u otro delito, entre delitos leves, graves o muy graves: para todos habrá una pena alta, de ser posible la más alta. Un despropósito con una consecuencia bien conocida: fomentar la comisión de delitos más graves.
Uno de los flagelos del mundo moderno es la inflación penal de la que en Argentina somos expertos. Tal vez porque amamos la inflación en todos los ámbitos o porque nos gusta resolver los asuntos a martillazos. Lo cierto es que, en los últimos diez años, nuestros gobernantes nos regalaron la mayor inflación penal de la historia de la democracia, sin que los índices delictivos hayan cambiado.
La reacción infantil y demagógica de los legisladores luego de los casos Blumberg y Marita Verón es una muestra de cómo se engaña a la población con soluciones falsas, de la renuncia a atacar las causas de la violencia, del desprecio por las consecuencias reales del mayor rigor penal.
No nos engañemos. Cuanto mayor poder tenga el Estado para castigar (en el ámbito que sea) más inseguros vamos a vivir y así lo demuestran fehacientemente las estadísticas de los países con mayor «mano dura».
Frente a estas políticas de criminalización, la reacción de los jueces es ambigua. Algunos se arriesgan, declarando inconstitucionalidades, absolviendo cuando no hay pruebas o excarcelando cuando no hay peligro de fuga. Otros, más cautelosos y pragmáticos, más acomodados a los tiempos que corren, eligen condenar a prisión perpetua aun cuando no corresponda.

 

http://tiempo.infonews.com/2013/05/14/editorial-101864-dureza-penal-un-camino-equivocado.php