La tuberculosis constituye un problema grave de salud pública. En los centros penitenciarios ocurren hasta veinte veces más casos que en la población en general. El CICR apoya a diferentes sistemas de salud penitenciaria en América Latina, según detalla Alain Vuilleumier, médico del CICR para Bolivia, Ecuador y Perú.
¿Cuáles son los problemas de salud más frecuentes en cárceles de América Latina?
Desafortunadamente, en América Latina no hay un sistema de información en el ámbito de la salud penitenciaria. Por lo tanto, es difícil conocer y medir los problemas reales de salud de la población privada de libertad. Algunos informes nos dan indicios sobre la situación de la tuberculosis, una de las enfermedades extremadamente preocupantes para la salud penitenciaria y pública.
En 2003 y en 2007, la Organización Panamericana de la Salud realizó dos encuestas sobre la situación de la tuberculosis en los sistemas penitenciarios en varios países de América Latina. Ambos sondeos muestran que en los penales de es tos países se tiene una incidencia de tuberculosis hasta veinte veces más elevada que en la población en general. Son los penales en Perú y Bolivia los que están más afectados por esta enfermedad.
¿Por qué los penales son considerados reservorios de tuberculosis?
Las condiciones particulares de los penales permiten el desarrollo, la transmisión y la complicación de la enfermedad, lo que explica el alto porcentaje de casos de pacientes con tuberculosis.
Para que esta enfermedad no se expanda, se debe brindar un espacio saludable con ventilación y luz natural, y se tiene que combatir el hacinamiento. A esto se añade la necesidad de ofrecer una buena alimentación a los internos para que éstos puedan tener resistencia a la enfermedad. En América Latina, la problemática de la TB en las cárceles está abordada de manera incompleta, por lo tanto facilita el desarrollo de la tuberculosis y, lo que es peor, de bacilos resistentes a los medicamentos.
¿Cómo se puede controlar el avance de la enfermedad en un ambiente carcelario?
Para lograr el buen control de la enfermedad, es fundamental ofrecer la posibilidad de aislamiento respiratorio de los casos sospechosos o confirmados al inicio del tratamiento, que es la etapa más contagiosa. Existen sistemas penitenciarios que sí tienen dicha opción, pero en la mayoría de estos sistemas en América Latina no hay espacio para tal aislamiento. Es uno de los elementos que nos advierten de que el control de la enfermedad en cárceles no está bien hecho, pero ese es sólo uno de los indicadores, hay muchos más, principalmente vinculados a dificultades de diagnóstico y de tr atamiento.
Cuando hay un caso sospechoso de tuberculosis, debe ser aislado, investigado y diagnosticado, y en caso de ser confirmado se debe iniciar el tratamiento muy rápidamente. La medicación dura seis meses y se deben tomar las medicinas diariamente. Es un proceso pesado, que requiere constancia y cumplimiento. Si se interrumpe, puede aparecer la resistencia del bacilo a los fármacos, lo que complica un nuevo tratamiento.
¿Qué papel cumplen los promotores de salud al interior de los penales?
Cumplen un papel fundamental, ya que son los promotores de salud quienes capacitan a los internos sobre los síntomas de la enfermedad de la tuberculosis. Son los propios internos quienes tienen que acudir al servicio de salud cuando presentan estos síntomas, por eso tienen que conocer la sintomatología. Los promotores de salud capacitan y educan a la población, y facilitan el traslado del interno.
¿Existen posibilidades de controlar el contagio de la enfermedad entre la población penitenciaria y la población que va de visita?
Las cárceles constituyen verdaderos bolsones de tuberculosis, porque concentran un porcentaje muy elevado de casos. A la tuberculosis se le une otra grave enfermedad que es el VIH/SIDA, especialmente para quienes tienen un déficit inmunológico que favorece el desarrollo de la tuberculosis.
Las cárceles no son sistemas herméticos, hay internos que salen, personas que visitan, familiares, personal médico, todos pueden ser vectores de la enfermedad entre el medio penitenciario y el extrapenitenciario. En términos de salud pública, se puede controlar la enfermedad, pero hay que actuar sobre la grave situación de la tuberculosis en las cárceles. Esto es relevante para controlar la enfermedad a nivel de una nación o a nivel de un continente.
¿Todos podemos contagiarnos de la enfermedad?
Por supuesto, muchas personas se contaminan, se infectan, pero no desarrollan la enfermedad porque tienen un sistema inmunológico que puede controlar al bacilo. Muchas de esas personas contagiadas conviven con el bacilo en sus organismos pero de forma controlada. Si en un futuro tienen un déficit inmunológico, la enfermedad puede surgir. Todos estamos en riesgo.
Perú es uno de los países de América Latina que tienen una de las mayores tasas de incidencia de tuberculosis en los penales. ¿Qué soporte proporciona el CICR para combatir la enfermedad?
En Perú el CICR ha trabajado, desde el año 2000, muy estrechamente con la Subdirección de Salud Penitenciaria del Instituto Nacional Penitenciario. En la actualidad, el CICR está disminuyendo paulatinamente sus actividades para dar lugar a la Subdirección de Salud Penitenciaria, que está continuando tanto con los programas como en el marco de la reforma de su propio sistema de salud. Se está avanzando en el control de la tuberculosis, en el control del VIH, y también en asegurar a los internos con un seguro obligatorio. Otras organizaciones están apoyando a la Subdirección de Salud Penitenciaria para financiar un estudio de prevalencia del VIH en la población privada de libertad.
En Perú, la situación de la tuberculosis en las cárceles nunca ha sido tan controlada como ahora. Se han hecho grandes esfuerzos, grandes proyectos d e fortalecimiento de control de tuberculosis y VIH/SIDA financiados por el Fondo Mundial. Se han mejorado muchísimo las posibilidades de control y tenemos estadísticas cada vez más fiables, nos estamos acercando realmente al problema en Perú, pero no tenemos que bajar la guardia. Siempre hay que estar apoyando al personal de salud, se necesita establecer una planificación de actividades que sea lo más adecuada posible al problema. Es el personal de salud el que debe poner en marcha las estrategias de control permanentemente.
Es principalmente en esto últimos aspectos de supervisión y de planificación que el CICR continúa brindando su apoyo a la salud penitenciaria en el Perú.
http://www.icrc.org/spa/resources/documents/interview/peru-interview-220310.htm