NEUQUÉN (AN).- El 80% de las personas privadas de la libertad que hay en la provincia está cursando un nivel de estudio. La gran mayoría realiza la terminalidad de primaria y media, mientras que el resto se capacita en cursos de formación profesional y algunos cursan carreras universitarias.
«La escuela es el lugar medio sagrado en la cárcel. La escuelita se cuida entre todos, acá no se pincha. El aula es el lugar donde se puede hablar y pensar con libertad», cuenta Silvia Couyoupetrou, asesora de la modalidad de Educación en Contextos de Encierro que en 2011, con la modificación de la ley nacional, adquirió un nuevo paradigma.
De esta manera, con la norma 26695 –entre otras cosas– se comenzó a pensar la educación como un derecho humano.
Graciela Spinelli, directora de la modalidad, explica que la oferta educativa incluye terminalidad del nivel primario, del nivel medio, cursos de formación profesional y carreras universitarias. Gracias a un trabajo que llevó años, han logrado que el 80% de la población carcelaria en la actualidad esté cursando algún tipo de estudio. Esto incluye a todas las unidades de detención de la Capital neuquina, Cutral Co, Zapala, Junín de los Andes, Chos Malal y Arroyito.
En la provincia hay alrededor de 600 personas privadas de su libertad, de los cuales 179 están completando la escuela primaria, 140 la escuela media, 117 se están capacitando en cursos de formación profesional y 20 cursan carreras universitarias.
De esta manera, casi el 80% de los presos estudia y los títulos están homologados, ya que una vez que sale en libertad o se traslada puede usarlo en cualquier provincia.
Además los contenidos enseñados deben ser iguales a los impartidos para las personas que están en libertad, aunque en el contexto de encierro la formación se completa con una propuesta artística. Yamila Harada referente del área Estética Expresiva, explica que «también se garantiza el acceso a la cultura y es transversal a todos los niveles». Así se dictan talleres de música, plástica, cerámica, educación física y estético-expresivo.
«En el 2002 en la Unidad 11 el encierro era completo, no había movimiento, era un páramo gris, dábamos clases en los pabellones. Ahora tenemos hasta una escuelita», recuerda el jefe de taller, Oscar Garabito.
De hecho ahora en la unidad se festeja el día del niño y el día del estudiante, días en que se reciben visitas y el encierro se aliviana por unas horas.
Izar la bandera, ser aplaudidas por un público tras interpretar una obra (en el caso de la cárcel de mujeres), son hechos que marcan una diferencia –destacan las docentes– porque «son los expulsados de todos lados», cerró Garabito.
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