Luego de la fuga de 13 presos del penal de Ezeiza, cuyos detalles hasta ahora se deconocen, y de la posterior renuncia de Víctor Hortel al cargo de director nacional, la situación de la población carcelaria parece haber cambiado, y no para bien. Desde entonces, en el complejo hubo dos suicidios y una lista de irregularidades que ya se trasformaron en denuncia. Por eso, entre los presos de todos los módulos tuvieron la iniciativa de redactar un comunicado de prensa dirigido a los funcionarios y organismos de Derechos Humanos. El texto iba a ser leído el sábado por la tarde por los familiares de los internos. Pero eso no ocurrió. Nadie sabe por qué no pudieron concentrarse frente a la unidad para dar a conocer lo que sus seres queridos les cuentan que pasa rejas adentro.
A través del comunicado, al que tuvo acceso Tiempo Argentino, los presos expresaron repudio y malestar por «la designación de Alejandro Marambio como director del Servicio». Calificaron ese nombramiento como una «contradicción» ya que «lo entendemos como un retroceso en las políticas de Derechos Humanos impulsadas por el gobierno nacional a nivel general, y en las cárceles en particular». Asimismo, señalaron que conceptos tales como la reinserción, la educación, los derechos y la inclusión son términos que, «si bien no figuran en el reglamento interno», se habían puesto de manifiesto en la anterior gestión.
Los internos denunciaron que a los pocos días de la asunción de Marambio comenzaron a registrarse en el penal «hechos en que compañeros han sido víctimas de torturas físicas mediante la implementación de golpizas por parte del personal del Servicio Penitenciario afectado a este complejo. También estamos siendo víctimas de maltratos psicológicos sistemáticos y los apremios ilegales se han convertido en moneda corriente. Es común escuchar decir al personal cosas como:
–Acá se acabaron los Derechos Humanos.
–Ahora volvemos a mandar nosotros.
–Tenemos palos nuevitos, están para estrenar, así que ojo.»
Aseguraron también que esa «política represiva» también se traslada a «los familiares que nos visitan, implementando como metodología requisas excesivas, innecesarias e inmorales, maltrato verbal, rotura de la mercadería que con mucho esfuerzo las familias intentan hacer llegar, prohibición de ingreso de artículos que hasta hace algunos días estaban autorizados, a fin de que los internos deban recurrir a la compra en cantina a precios excesivos, fomentando así un negocio redituable para ellos, ya que son quienes lo controlan». Eso se suma a la tardanza en los trámites de ingreso, lo que conlleva el recorte del tiempo de visita estipulado de tres horas, llegando a ser en algunos módulos de menos de una, sin agregar los tiempos de espera de los vehículos, para los traslados de las familias a los respectivos módulos. «
la fuga y dos muertes sospechosas
En el último mes la cárcel de Ezeiza fue noticia por tres hechos muy graves. El primero fue la fuga de 13 presos de máxima peligrosidad del Módulo 3, ocurrida la noche del 19 de agosto. Los reclusos hicieron un boquete desde una celda y luego rompieron los alambrados perimetrales y escaparon. Eso motivó a que el director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, desplazara a 19 guardiacárceles y luego presentara la renuncia. Dos de los reclusos fueron recapturados esa madrugada. Con el correr de los días cayeron otros cuatro más. Todavía hay siete prófugos.
El 27 de agosto apareció ahorcado en el mismo módulo Matías Cejas, un preso que había sido trasladado dos meses antes del penal del Chaco, donde había sido víctima de abusos y torturas por parte de penitenciarios, a quienes denunció. La segunda muerte ocurrió el último viernes. Mario Ortiz, de 23 años, apareció ahorcado en el pabellón D del Módulo 4. Había declarado contra penitenciarios por el caso de Cejas.