Uno de los mayores problemas que registra América Latina está vinculado con la seguridad. Muchas veces esto viene directamente desde las bases. En Uruguay, operadores penitenciarios han denunciado numerosas falencias en el sistema de las cárceles de ese país.

Guardiacárceles embarazadas de reclusos, sexo, e ingreso de celulares y droga para los presos son algunas de las denuncias que dio a conocer El País en su edición de este jueves.

Según consigna ese medio, 45 de 350 operarios fueron dados de baja después de 18 meses de prueba. ¿Los motivos? La mayoría presentaba graves faltas como el ingreso de celulares y drogas, otros se vincularon sentimentalmente con los reclusos, mientras que en ciertos casos habían aplicado para el puesto por tener familiares en prisión.

A partir de esto surgen varios interrogantes en base al fácil acceso a este tipo de trabajo, que debería sortear varios filtros previos a su designación. Sin embargo, este no fue el caso. Los únicos requisitos que se necesitaba cumplir para aplicar a estos puestos era tener los estudios primarios completos y no poseer antecedentes.

Si bien los operadores que fueron dados de baja reconocieron estas irregularidades, también denunciaron que muchas veces «no había motivos» para el despido. «Yo sé que hay gente que está bien dada de baja, como el caso de un ex dirigente sindical que entraba celulares. Yo no defiendo ni a ladrones ni a gente que no va a laburar», expresó Néstor Netto, integrante del sindicato de guardiacárceles.

«Entró una que tenía antecedentes por hurto. Era Grado 5 y estaba en Punta de Rieles. Otra tenía al esposo preso y cuando se dieron cuenta la echaron, pero la mujer estaba con seis meses de embarazo», agrega Netto, que es uno de los operarios dados de baja.

Este hombre cree que fue despedido por ser dirigente sindical. En ese caso, asegura que si no es reincorporado le hará juicio al Estado. Otro caso que refleja las irregularidades en el sistema penitenciario es el de Willy Bermúdez, quien es portador de VIH. Según dice, para aplicar al cargo es requisito no tener esa enfermedad. «Yo zafé», reconoce.

Por su parte, Netto contó que hubo mujeres que les bailaban a los reclusos, y otros operarios que tenían relaciones sexuales con mujeres detenidas. «A mí me pasó de entrar a hacer el conteo y que las reclusas se empiecen a desnudar. No entré más porque si a alguna se le ocurre decir que yo la manoseo, estoy frito. Yo vi con mis propios ojos a una Grado 3 bailándole a los reclusos, y a otro compañero que hacía el turno de la noche conmigo teniendo relaciones sexuales en un baño», relató el sindicalista.

Asimismo, Netto manifestó que, a pesar de querer ser reincorporado, las condiciones laborales no son para nada buenas. El ex operario aseguró que estaban desprotegidos ante cualquier eventual motín, y que en muchos casos  las detenidas tuvieron serios problemas con las esposas de los oficiales. Por eso, el sindicalista propone que los hombres sólo trabajen en cárceles de hombres, y las mujeres en las penitenciarías de mujeres.

«Si se arma un motín no hay cómo sacarnos de ahí adentro porque, nosotros no tenemos armas, los policías están afuera y no hay guardia de represión», narró Netto.

No obstante, fuentes del Ministerio del Interior reconocieron «errores a  todo nivel», y atribuyeron esto por ser la primera generación de operadores penitenciarios. De este modo, coincidieron también en la falla de selección de los candidatos, pese a haber recibido un curso de cuatro meses. En esa línea, las fuentes consultadas por El País agregaron que estos problemas se dieron en mayor grado durante 2012 y a principios de este año, pero ahora «se fueron ajustando los perfiles de los postulantes», y los incidentes disminuyeron.

 

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