Uruguay está de fiesta y el mundo practica el voyeurismo con interesada curiosidad. Luego de dos años de debate, esta semana los senadores charrúas completaron el trámite parlamentario del texto que convirtió en realidad el sueño de varios, convirtiendo al país vecino en el primero en legalizar toda la cadena de fabricación, venta y consumo de cannabis.
Con las aguas divididas, el proyecto impulsado por el presidente José Mujica fue aprobado con 16 votos positivos del Frente Amplio contra 13 negativos. Ahora el Poder Ejecutivo tiene un plazo de diez días para promulgar la norma: será entonces cuando cualquier uruguayo tendrá el derecho de recrear en su casa una huerta de cannabis.
Además, la ley habilita a los Clubes de cultivo como sistema cooperativo –con hasta 99 integrantes– para la producción restringida en cien kilos, y permite el cultivo domiciliario hasta seis plantas o 480 gramos anuales. “Esa es una de las cuestiones más importantes porque nos libera para la producción en mayor cantidad, aunque todavía falta conocer varios puntos sobre esos emprendimientos”, explica Juan Baz, fundador de la Asociación de Estudios del Cannabis de Uruguay (AECU).
En un país donde fumar porro es legal desde hace 50 años y en el que se calcula que viven unos 120 mil consumidores, la decisión legislativa catapulta definitivamente a Uruguay contra el mundo, ante la persistencia de posiciones persecutorias. “Esto cambia radicalmente la situación de los usuarios que antes nos veíamos obligados a comprar en las bocas de humo de las villas. Con el amparo de la ley, ahora podremos cultivar y consumir cannabis de mayor calidad”, afirma Baz. AECU estima que en el país vecino se consumen unas 50 toneladas anuales del verde tesoro. Como se estima que el precio rondará el de un dólar por gramo, unos 50 millones de dólares pasarían a integrar la economía formal.
Ante la ansiedad de ciertos sectores, Mujica anticipó que se tomará el verano antes de dar a conocer la mayoría de las reglamentaciones, por lo que recién a mediados de abril se podrá comenzar la plantación y la venta a través de la red de farmacias autorizadas. Hasta entonces habrá que esperar, por ejemplo, para saber qué tipo de plantas podrán usarse para el cultivo, o el mecanismo de licencias que el Estado otorgará a los privados para que produzcan y vendan cannabis a partir de semillas.
Lo que se sabe hasta ahora es que la ley festejada desde su génesis por el propio Nobel Mario Vargas Llosa habilitará que residentes mayores de edad compren, desde septiembre próximo, hasta 40 gramos de maconha por mes; y permitirá también el autocultivo del cannabis a partir de la inscripción en el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), el nuevo órgano público creado por la ley. “Para acceder a la hierba tendremos que registrarnos en un sistema que permitirá un seguimiento del consumo mensual. Eso nos deja ciertas dudas porque no sabemos cuál será el nivel de privacidad que tendrá ese listado, así que esperaremos que la reglamentación lo aclare”, desconfía Baz.
“Nosotros le planteamos sobre el tema que está sonando ahora sobre la legalización de la marihuana y la posibilidad de que dentro de las cárceles también se haga, la posibilidad de un proyecto laboral dentro del penal de Libertad, que sería el cultivo dentro del penal por quienes tengan conocimiento sobre el tema y ayudando a los adictos a dejar el consumo de pasta base”, escribió un grupo de presos en una misiva que enviaron en octubre al mandatario uruguayo. Antes, el propio Mujica había intentado que la producción y comercio quedara en manos del Estado, algo que no prosperó. Ahora, en Uruguay prometen que la primera partida de cannabis producida por licenciatarios privados bajo control estatal llegará a los consumidores a precio de mercado, y que estará a la venta en septiembre de 2014.
Pero el interés no es sólo interno. Según el canciller Luis Almagro, desde que se conoció la medida, las embajadas uruguayas de distintos países vieron multiplicarse las consultas sobre cómo obtener la residencia. Consultado por Veintitrés, el embajador uruguayo en la Argentina, Guillermo Barriola, confirmó el incremento significativo: “Si bien vemos con sorpresa la acogida de la ley, preferimos insistir en que la posición del gobierno es no convertir el consumo de marihuana en un atractivo turístico del Uruguay”, manifestó el diplomático. En ese sentido, Baz agregó: “Uruguay ya tiene este tema como atractivo turístico porque hace años que quien viene puede fumarse un porro en la playa sin que la policía haga nada: eso se vive con naturalidad”.
“Algo que no está claro aún es cómo y de dónde conseguiremos las semillas. Nos dicen que quieren importarlas a través del Ministerio de Agricultura para hacer un seguimiento genético de la marihuana comercializada, pero está en manos del Ejecutivo”, suma Baz. Entre las limitaciones, la norma prohíbe la publicidad de la marihuana y define al IRCCA como órgano de monitoreo de los procedimientos en la cadena de consumo, desde la plantación y cultivo hasta la comercialización.
El registro histórico señala que en Occidente el cannabis fue mencionado por primera vez por Herodoto allá por el siglo V a.C. En ese entonces, los enigmáticos escitas arrojaban sus hojas sobre piedras calientes generando un sauna en el que reposaban inhalando aquellos vapores que con el correr del tiempo y la cultura llegarían a ser rotundamente prohibidos. Con la nueva ley, Uruguay asume la vanguardia y comienza a dar pasos en la dirección opuesta, ante la mirada esperanzada de miles que esta semana, para festejar, se prendieron uno.