Cuando hablamos de los problemas de la Policía Bonaerense, de la dictadura y la democracia, hablamos de los mismos problemas. Hablamos de que necesitamos una reforma”. Con esa frase el abogado del CELS querellante en el juicio por la masacre de La Cárcova, Federico Efrón, cerró su intervención en la jornada «Problemas y desafíos para la democracia: la Policía Bonaerense ayer y hoy», realizada anoche en la Comisión Provincial por la Memoria de La Plata, en el marco del 38 aniversario del golpe de Estado de 1976.
Las intervenciones mapearon los roles de la Bonaerense en la distribución y monopolio de la violencia, de su estructura territorial, el control poblacional y la garantía de la impunidad. «El dominio territorial de la policía, tanto en democracia como en dictadura, es uno de los ejes de  su poder político», sintetizó el director de seguridad democrática de la CPM y coordinador de la charla, Rodrigo Pomares.
Para entender las prácticas policiales, el abogado del CELS planteó tres ejes: la violencia policial como los hostigamientos y el gatillo fácil, la respuesta a nivel institucional encubridora y los fallos judiciales que «la mayoría de las veces llevan a la impunidad», señaló.
Como ejemplos paradigmáticos recordó el caso de Lautaro Bugatto –el futbolista asesinado por un policía en Banfield–; Luciano Arruga –desaparecido por policías de Lomas del Mirador– y la Masacre de La Cárcova, donde fueron asesinados dos jóvenes de las barriadas pobres de José León Suárez.
Antes habían hablado el fiscal Federal de La Plata, Hernán Schapiro, que recordó su participación en la causa judicial que culminó con la condena en 2012 de 23 represores por crímenes de lesa humanidad en el juicio por el Circuito Camps. El funcionario contó que esa porción del plan sistemático de desaparición de personas se compuso por policías bonaerenses, sus dependencias oficiales y su logística.
«Si los policías fueron incorporados al terrorismo de Estado sin preparación previa, como sí tuvieron los militares en la Escuela de las Américas, evidentemente las torturas, los secuestros y las desapariciones no eran prácticas desconocidas por el personal de la policía de la provincia», dijo Schapiro.
Más que definiciones, el encuentro buscó abrir preguntas a 38 años del golpe de Estado. Y los panelistas recorrieron la dictadura, los ’90 y la actualidad. Por eso, entre los expositores también estuvieron la madre de Miguel Bru –el estudiante de periodismo desaparecido desde 1993–, Rosa Bru, y la coordinadora del programa de investigación  por crímenes de lesa humanidad de la CPM, Claudia Bellingeri.
Pero fue el abogado, docente e investigador universitario e integrante del Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ), Esteban Rodríguez, quien terminó de apoyar el pie en la actualidad. «Trotski decía: los gobiernos pasan, las policías quedan», dijo. Y siguió: «Esa frase nos invita a pensar las continuidades y las cifras: durante la democracia hubo 3000 muertes y desapariciones (en mano de la Bonaerense) de las cuales el 75% se produjeron en los últimos diez años.»
Para este docente, la violencia policial se trata de regulaciones del delito. Y destacó que «el Estado ha perdido el monopolio de la violencia, porque quedó en manos de la policía que la utiliza como regulación de las economías informales», tal el caso, dijo, como es el narcotráfico. «La violencia policial es una forma de reclutar fuerza de trabajo. Cuando la policía detiene para averiguar antecedentes lo que hace es perfilar trayectorias criminales, va cercando a esos jóvenes a la economía informal», finalizó.  «

 

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