Viedma.- (APP) Los “linchamientos” constituyen una muestra de fascismo ordinario. Que “gente de la calle”, vecinos de distinta extracción social, ajusticien a las patadas a un joven que quiso arrebatar una cartera –que ni siquiera tenía un arma, como pasó con el albañil David Moreira, de 18 años, asesinado tribalmente en Rosario- no surge de la nada.
Por supuesto que hay inseguridad, pero eso sólo no alcanza para formar las pulsiones que llevan a la gente común a comportarse con atavismos.
Después de todo Argentina, con Uruguay y Chile tienen niveles de inseguridad significativamente menores al resto de los países latinoamericanos. Y el núcleo de la Ciudad de Buenos Aires junto al Conurbano Bonaerense menor también o equivalente a otras grandes urbes del mundo, incluyendo de los países “desarrollados”.
Días atrás, en San Carlos de Bariloche, el ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni señaló que «los medios masivos de comunicación magnifican los índices de violencia en los países en los que son bajos”. Puso como ejemplo que en México, en contraste con la Argentina, “son 12.000 muertos por año los que se suman”, y “75.000 muertos en los últimos años”. Se necesitaría más de un siglo en nuestro país para equiparar lo que pasa en México en un puñado de años.
En el discurso de los medios de prensa hegemónicos y de los dirigentes que expresan la derecha argentina está en gran medida el origen de los linchamientos, sin por eso querer minimizar algunas carencias y responsabilidades del Estado (que no es sólo el Ejecutivo nacional, como instala, por ejemplo, Clarín, La Nación o Canal 13, sino los tres poderes y los Estados provinciales y municipales).
La ideología neoliberal de los medios y de la derecha actual ya ni siquiera tiene los componentes declamativos igualitarios y de cierta ética social que tenía el liberalismo clásico. Promueve descaradamente la desigualdad, la considera un hecho natural. Por eso quiere que prime el mercado y se restrinja la intervención del Estado. Allí está el eco de Hobbes: “el hombre es lobo del hombre”. No hay comunidad, hay individuos. Importa sólo el lucro individual y que el Estado sólo se ocupe de resguardar los negocios y dar seguridad a sus protagonistas. De esa derecha surgen los discursos que separan a los hombres por su apariencia y por su clase. La xenofobia y el racismo fomentado desde esas usinas están en la base de los linchamientos.
Días atrás estaba haciendo zapping en la televisión a la tarde y en el programa “El diario de Mariana” (que hace propaganda diaria de antikichnerismo y ataque brutal a la presidenta Cristina) me encuentro con que está hablando el diputado provincial bonaerense Mauricio D´Alessandro, que llegó a la banca por el partido de De Narváez y ahora ya está encuadrado en el Massismo, y dijo lo siguiente: “..sí, es verdad que Buenos Aires no tiene más muertes que New York, pero allá el 70% de los asesinados son negros y el resto se trata de ajusticiamientos entre bandas…” (acudo a mi memoria, pero puedo asegurar que por el impacto de lo que dijo reproduzco fielmente al legislador). Verdaderamente de terror. Algo así como, bueno, allá también hay inseguridad, hay asesinatos en la calle, pero… son negros. Por algo su discurso respecto a los “linchamientos” es justificativo. Como decir, bueno, se linchan negritos de la villa, lo importante no es eso, lo importante es la ausencia del Estado que no protege a la gente blanca y bien que sufre de arrebatos y otros tipos de robos. A la gravedad de los dicho por D´ Alessandro en el programa se suma que ni la conductora ni los panelistas replicaron algo.
Lo que pasa es que, con formas menos brutales, lo mismo se está diciendo en Clarín y La Nación. Lo mismo sugiere Massa con aquello de que “el que las hace las paga”, con su fundamentación sobre la supuesta ausencia del Estado –como si él viniera de Marte, no fuera hasta hace poco Intendente y no formara parte actualmente del Congreso Nacional- o sus consignas contra el borrador de proyecto de reforma del Código Penal que hizo un destacado grupo pluralista de juristas.
El líder del PRO, Mauricio Macri, también repite asiduamente un discurso xenófobo, como lo hizo en su momento con el conflicto en Villa Soldati.
En su último artículo en Página 12, el periodista Horacio Verbitsky, refiriéndose al linchamiento en Rosario, reproduce una reflexión de un escritor porteño que vive en el corazón de la zona núcleo sojera: “Días antes de los linchamientos, acá ya se venía escuchando hablar en contra de “la negrada”, con una intensidad llamativa; todo el mundo, desde la nena adolescente, la señora del heladero, la maestra, los chicos, el basurero, el comerciante. El odio va dirigido contra toda una cultura: la música, la ropa, el corte de pelo, el lenguaje. Escucha cumbia, se viste de jogging con gorrito, vive en la villa, es un negrito y cualquiera de esos rasgos ya configura a cualquiera como enemigo”.
Sin lugar a dudas el discurso con que bombardea la derecha a través de los medios masivos sólo lleva a la tiranía de la miseria, de la ignorancia, de los prejuicios raciales.
Ante esto, no puedo menos que acompañar, más allá de lo que deba corregir, la prédica que ha caracterizado al gobierno nacional en los derechos humanos, en no estigmatizar la pobreza, no criminalizar la protesta social, y enfocarse en las políticas que permitan disminuir la desigualdad, incrementar la distribución de la riqueza, priorizar la educación.
Hay que insistir. No hay otro camino para una política verdaderamente humanista, progresista, contraria a la derecha, que insistir en el camino de la igualdad, en corregir los privilegios de una minoría sobre una mayoría de la población en base a la educación y la redistribución económica. (APP)
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