El ministro de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni expresó  que “una policía que no goza de confianza de la población pierde eficacia”, en el cierre del “Simposio de Seguridad Pública y Ciudadana en el Mercosur”, organizado por el Ministerio de Seguridad en Buenos Aires los días 16 y 17 de abril.

El magistrado estuvo acompañado por la secretaria de Cooperación con los Poderes Judiciales, Ministerios Públicos y Legislaturas de la cartera de Seguridad, Cristina Caamaño.

En su disertación, Zaffaroni cuestionó el “viejo modelo” de seguridad que se desarrollaba en una negociación entre policías y funcionarios que intercambiaba “recaudación autónoma por gobernabilidad” y alentó la conducción política de las fuerzas de seguridad.

Son momentos de reforzar las instituciones policiales para que trabajen en pos de una seguridad democrática pero sin otorgarle competencias que no le corresponden”, enfatizó Zaffaroni.

A su vez, el magistrado instó a que la formación de los cuerpos policiales se desarrolle en el marco de la “inserción comunitaria”, con el objeto que las fuerzas de seguridad sean capaces de “arbitrar a tiempo en la resolución de conflictos”.

El jurista, integrante del Consejo Académico del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos de la Seguridad (INEES), también remarcó el rol de los medios de comunicación en la construcción de realidad criminal y su impacto en la sociedad.

“Hay una intencionalidad política que viene de la mano de grandes corporaciones mediáticas, que es transnacional, y que usa la misma metodología en todos lados, independientemente de cuál sea la realidad de la violencia. Nuestra clase política debe tener clara conciencia de ello y encarar el tema seriamente”, ejemplificó.

El Simposio de Seguridad Pública, el segundo que se realiza en el marco de este foro internacional, se centró en la “formación, investigación y políticas públicas”, a través del aporte de universidades, academias de policía y la sociedad civil organizada.

En la jornada de ayer, la ministra de Seguridad y presidenta pro témpore de la Reunión de Ministros del Interior del Mercosur y Estados Asociados, Nilda Garré, enfatizó la necesidad de abordar la agenda de la seguridad pública de manera coordinada entre los países integrantes del Mercosur.

En el simposio coorganizado con el  Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercorsur   también disertaron los miembros del INEES Alberto Binder, Máximo Sozzo, León Arslanián y Marcelo Saín y especialistas en seguridad ciudadana de Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela.

Al encuentro asistieron Gustavo Palmieri, Secretario de Coordinación, Planeamiento y Formación; Raúl Garré, Jefe de Gabinete de Asesores; Cecilia Rodríguez, subsecretaria de Participación Ciudadana; Ileana Arduino, subsecretaria de Articulación con los Poderes Judiciales y los Ministerios Públicos; y Cecilia Ales, subsecretaria de Planeamiento y Formación.

Transcripción de la disertación del Ministro de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Eugenio Zaffaroni el 17 de abril, en el Simposio de Seguridad del Mercosur organizado por el Ministerio de Seguridad y el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos de esa integración regional.

Me resulta interesante que podamos conversar con personas comprometidas en políticas de seguridad en el sentido práctico, es decir, en función política en materia de seguridad. No es frecuente tener esta oportunidad y quienes están al frente de esas responsabilidades por regla general tienen cierta desconfianza cuando se habla con los académicos y con los criminólogos de la academia. Desconfianza que muchas veces está justificada por supuesto. Dejémoslo al margen.

Ciertamente creo que hay en este momento un acercamiento impuesto por circunstancias políticas globales que afectan a nuestros países en forma particular pero que son producto de nuestros países. Nosotros lo que estamos haciendo es agregar un dato folclórico, alguna particularidad de nuestros territorios y de nuestras ciudades pero estamos ante un fenómeno global y riesgoso.

Este fenómeno es la construcción social de la realidad respecto de la violencia criminal. Si miramos el mapa de la violencia real en América Latina notaremos que es bastante heterogéneo, con situaciones o índices de homicidio altos, algunas situaciones de violencia altísima, casi masacres como las que se dan en nuestro hermano México. Algunos países de Centroamérica plantean problemas de violencia graves, concretamente en Guatemala, Honduras, El Salvador, con el problema de las maras.

En Sudamérica el mapa es un poco menos grave aunque las situaciones concretas son diferentes. En el cono sur tenemos índices de homicidio doloso relativamente bajos en comparación con el resto de la región. De cualquier manera, lo que vemos pese a esta heterogeneidad que presentan los fenómenos de violencia en nuestra región, lo que sí vemos es una publicidad y una construcción de realidad mediática que es común a toda la región. Es decir, la construcción de realidad no guarda relación con la circunstancia concreta de violencia que tiene cada país o cada ciudad.

Esto por un lado puede estar favorecido por la obtención de rating, búsqueda de público a través del tradicional interés que despierta la noticia roja, etc. Pero lo cierto es que podemos ver televisión en cualquiera de nuestros países y, si me disculpan las expresiones sintéticas creo que lo que vemos es sólo glúteos, fútbol y homicidios.

Eso es norma en toda la región, sin diferencia relativa a la intensidad, al índice de homicidios dolosos o al número de muertos por violencia criminal. Más allá de los que puedan ser objetivos concretos para la obtención de público (dictados del rating) en la construcción social de la realidad operan factores que son internacionales y globales.

Esta construcción de la realidad expone a lo largo de todo el continente como único riesgo, como único peligro, como única amenaza, el delito común y fundamentalmente el homicidio doloso, al mismo tiempo que va instalando una suerte de paranoia social que se traduce en reclamos de carácter vindicativo que nuestros políticos no saben cómo encarar.

No descarto que haya algunos que por oportunismo se sumen al reclamo vindicativo y propongan leyes penales u otras medidas, pero hay otros que son conscientes de la situación y se encuentran sitiados por esta terrible construcción de realidad. Es decir, enfrentar la construcción de realidad de los medios, enfrentar el discurso del medio y el discurso vindicativo es prácticamente suicidarse en muchos de nuestros países, suicidarse políticamente.

La idea que sustentamos es la necesidad de extender este tipo de estudios y este tipo de investigación a todo el país. ¿En qué consiste? Es algo sumamente sencillo, empírico, no necesita ninguna inversión extraordinaria. Se trata de tomar cada expediente de homicidio y responder 20 preguntas, un protocolo de 20 preguntas sobre cada caso, recoger los datos de cada expediente. ¿Por qué digo de cada expediente en el ámbito judicial? Porque en el ámbito policial las cifras no son exactas. La policía se desprende de la causa a los pocos días, la transfiere al juzgado y la víctima puede morir luego, entonces queda como tentativa.

Quiero advertirles, para que tengamos consciencia de los defectos que tienen nuestras estadísticas, que cuando comenzamos la investigación, partimos de la estadística que teníamos dentro del poder judicial, y el número de homicidios que nos daba la ciudad de Buenos Aires era cerca de doscientos treinta.

Cuando hicimos el cálculo, dijimos “no puede ser que la Ciudad de Buenos Aires tenga un índice de homicidios superior a la media del país, algo está pasando”. Cuando fuimos a ver los expedientes, ¿qué nos encontramos? Tengamos en cuenta la seriedad con que tenemos que tomar los datos disponibles. Estoy hablando de estadística judicial. Quien volcaba a la computadora el dato del expediente ponía artículo 79 y se olvidaba de poner artículo 42, que es la tentativa. En consecuencia, registraba como homicidio lo que era tentativa de homicidio. Estoy hablando de estadística judicial oficial. De ahí la necesidad de ir a cada expediente y sacar los datos de cada uno.

Nos interesa saber si sube o si baja la violencia homicida, pero si no sabemos qué clase de homicidios tenemos, qué motivaciones tenemos, cuáles son las circunstancias de victimización, cuáles son las características de las víctimas, cuáles las del victimario, en qué zonas se producen, cuáles son las motivaciones, evidentemente no es una investigación dirigida a la prevención. No podemos prevenir de la misma manera un homicidio intrafamiliar que un homicidio en ocasión de robo, que un homicidio en ocasión de un asalto a un banco. Son formas de prevención completamente diferentes. De modo que básicamente necesitamos esos datos.

Por qué digo el homicidio, porque el homicidio es cifra dura. Normalmente queda el cadáver. Es cierto que hay algún muerto de muerte natural que no se murió tan naturalmente, pero esto es excepcional. En el homicidio, casi todos los hechos que se producen se registran. No necesitamos afinar la puntería con investigaciones o encuestas de victimización, encuestas de autoinculpación que son más caras, más complicadas. En un futuro quizá podamos pensar en esto, pero lo que estamos haciendo creo que es grosero. Si uno se lo plantea a un sociólogo, dice: “bueno, esto es mínimo”. Si uno lo comenta con alguien, dice “¿pero nunca se había hecho? No, nunca se había hecho”.

Si nunca se había hecho esto, que es tan elemental y tan grosero, ¿a alguien le interesará prevenir en serio? Es la pregunta que me formulo. Es elemental, disculpen que lo reitere. Pero no podemos prevenir lo que no conocemos. No estoy hablando de finezas, no estoy hablando de grandes inversiones. Estoy hablando de tomar 20 datos de cada homicidio, en un universo que no es tan grande en todo el país, es algo que se puede hacer. Da resultados extraños. Nos ha cooperado la Corte Suprema de la provincia de Santa Fe, por ejemplo. Santa Fe es una provincia importante económicamente, tiene una ciudad, Rosario, que con Córdoba se disputa ser la segunda ciudad del país. Rosario tiene un cinturón de pobreza bastante importante. Todo nos hacía pensar que el índice de homicidio doloso era alto en Rosario. Resulto que el índice de homicidio doloso es más alto en la ciudad de Santa Fe, que es una ciudad antigua, pero casi administrativa, estudiantil. Es más alto que en Rosario, pese a las condiciones del gran Rosario. Este tipo de datos no estaban disponibles.

Hemos llegado ahora a un acuerdo con el Ministerio Público de la Provincia de Buenos Aires, vamos a extender la investigación a dos partidos del Gran Buenos Aires, al partido de San Martín, partido bastante complejo, y al partido de La Plata, el partido judicial de La Plata. Nuestro deseo es extenderla a todo lo que sea el Gran Buenos Aires. Queremos ver cuál es la dinámica en la ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, que como ustedes saben es una mera división política, pero el conglomerado humano es único y el tránsito es permanente entre ambas jurisdicciones.

La mayoría de los homicidios cometidos en capital se producen de noche, lo cual indicaría que no es la hora de afluencia del Gran Buenos Aires. Es decir, que se producen entre personas que viven en esta ciudad, predominantemente. Creo que esta idea es un poco limitada. Después de recoger estos datos tenemos que sentarnos a hacer comparaciones, a cruzar datos con otros que sí están disponibles. En casi todos nuestros países (del Mercosur) están disponibles porque se registran de mejor manera, que son los datos de mortalidad, que por regla general se manejan en salud. Datos sobre suicidio, datos sobre muertes de tránsito. Es decir, cortar el concepto de violencia en el homicidio doloso es un criterio jurídico, pero es más bien una imposición de los medios y de la urgencia preventiva. En definitiva, creo que tendríamos que trabajar más teóricamente un concepto de violencia en la sociedad, tratar de elaborar algún criterio para establecer un índice, algo así como como el coeficiente de Ghini en la distribución de la riqueza en economía.

La violencia en una sociedad no se agota con el homicidio doloso. Dado que no podemos mensurar toda la violencia entre lesiones, lesiones leves, lesiones graves, etc., por lo menos fijarnos en los muertos. Un poeta portugués, Fernando Pesoa, decía que el hombre es un cadáver postergado… cuando uno está depresivo mejor no leer a Pesoa. Los domingos a la tarde tampoco. Es verdad, todos somos cadáveres postergados, la cuestión es que seamos postergados hasta que nos llegue el momento, pero que no nos posterguen hasta antes. Las causas de muerte anticipadas son muchas. Entonces, por lo menos cruzarlo con las causas de muerte violenta en ese sentido. Cuidado que la agresión puede ser heteroagresión, que se traduce en homicidio, pero también autoagresión, que se traduce en suicidio. Estoy seguro que el mapa de la Ciudad de Buenos Aires me daría que el suicidio se concentra en la parte donde el índice de homicidio es bajo.

Creo que en el plano de construcción teórica de la criminología, habría que manejar un índice en que crucemos estos datos. Datos que no tenemos por qué investigar nosotros, porque por regla general son datos que, por el lado de salud, están bastante relevados y más cuidadosamente relevados.

Hay dos formas de prevención clásicas, una es la prevención primaria y otra es la prevención secundaria. La prevención primaria es aquella que va a al conflicto base, al conflicto que genera la violencia. La violencia criminal no es un problema nacional, a veces ni siquiera provincial, a veces ni siquiera municipal, muchas veces barrial. Lo que nos está mostrando esta investigación (y lo que en general nos han mostrado algunas que se han interesado y la han reproducido, en Mar del Plata, por ejemplo) es una concentración geográfica dentro de una zona urbana. Esa concentración geográfica responde a una conflictividad propia de la zona. Encarar esa conflictividad es prevención primaria, efectivamente.

La prevención secundaria es la prevención que podemos realizar, por así decir: seguridad pública, prevención policial, etc. De cualquier manera, creo que este es un esquema simple pero que tenemos que tener en cuenta para decir que la prevención tiene estos dos niveles. Por cierto, políticamente, sabemos que para resolver muchos problemas de prevención primaria, resolver problemas de conflicto base, se requieren recursos. Esto no es fácil, esto no se hace rápidamente, dependen de condiciones y circunstancias económicas, etc. Pero, sin dejar de tener en cuenta el esquema, creo que hay formas intermedias de prevención. Creo que hay conflictividades en las que se puede mediar, conflictividades en las que se puede paliar el conflicto base.

Si tenemos un asentamiento de vivienda precaria junto a un barrio de clase media, tenemos un conflicto base serio. La solución, la prevención primaria sería resolver el problema del barrio precario, hacer la casa, poner la luz, el alumbrado, si tenemos varios millones de dólares lo hacemos. Si no los tenemos, hay formas intermedias entre la prevención primaria y la secundaria, formas conciliatorias de decir: “si tenemos que vivir en este ámbito todos juntos, ¿cómo hacemos para no matarnos?” Respuesta: a través del establecimiento de puentes, búsqueda de líderes locales, distintas formas de participación, etc.

Creo que tenemos que ir preparando también una policía en condiciones de arbitrar este tipo de soluciones. Nuestros Estados muchas veces disponen de una infraestructura que en gran parte está ociosa a este respecto, porque no se conoce. Es como si viviésemos en ámbitos aislados. El juez no sabe dónde mandar al muchacho que tiene una crisis aguda con un tóxico, pero el establecimiento existe. Si se abrió un pozo en la calle, el policía no tiene nada que ver, pero puede llamar al municipio y así sucesivamente. Cuando tenemos en el municipio el recurso para ir y tapar el pozo, debemos intervenir antes de que se mate alguien.

Necesitamos formar una policía comunitaria, en el sentido de una policía no para resolver problemas que no puede resolver, pero sí que sepa dónde derivar los problemas que son derivables y dónde hay una infraestructura del Estado que permanece ociosa y que se puede ocupar. Esto requiere un entrenamiento diferente. La solución, el impulso primario, no tiene que ser la solución represiva, sino tratar de ser la solución del conflicto. Básicamente pensar cómo resolvemos los conflictos. Por eso es cierto el esquema de prevención primaria y prevención secundaria, pero no lo tomemos como un dato de realidad absoluta, entre la prevención primaria y secundaria hay distintos niveles o distintas instancias de posible intervención.

La participación pública en la prevención es importante, por eso es importantísimo tener una policía con inserción comunitaria, ¿qué quiero decir con inserción comunitaria?: que nosotros nos hemos copiado de la Constitución de Estados Unidos en el siglo XIX, después no la aplicamos y la arruinamos. Pero no importa, la copiamos, pero nunca copiamos la policía comunitaria de Estados Unidos. Nos quedamos con la policía de ocupación territorial que tiene algunas características, incluso todavía, postcoloniales. Esto para la prevención es un serio inconveniente, porque en la medida que la población tenga desconfianza de la policía o sienta a la policía como una ocupación territorial, le resta cooperación. No nos olvidemos que para el esclarecimiento de muchísimas cosas es absolutamente indispensable la cooperación pública, una policía que no goza de la confianza de los habitantes territoriales es una policía que pierde sensiblemente niveles de eficacia preventiva y de eficacia en investigación.

Creo que nos debemos un replanteo sobre el modelo de policía que necesitamos. Hay países que no tienen fuerzas armadas, como Costa Rica, pero países sin policías, no hay. Necesitamos reflexionar sobre el modelo, es una institución básica, es una institución que la hemos ido dejando al margen de toda consideración, creemos que se maneja por su cuenta, a veces se nos ha ido autonomizando, hemos avanzado por un camino errado durante el siglo XIX y parte del siglo XX, de habilitar ámbitos de recaudación policial autónoma a cambio de gobernabilidad. Es un gravísimo error político. Pudo funcionar a lo largo de muchos años pero en este momento de globalización no funciona más. No funciona más porque nos entran todos los tráficos. Ya no son las fuentes de recaudación autónomas tradicionales, son fuentes de recaudación autónomas mucho más complejas. Esto incluso quiebra el orden jerárquico, se descontrolan mandos medios, se descontrolan grupos de base, entran todos los tráficos internacionales, corremos el grave riesgo de que esto se transforme en un intercambio de favores con caciques políticos, nos empiece a debilitar nuestros propios partidos políticos por incidencia en la selección de candidatos de los partidos en la base.

Es un problema que tenemos que encarar seriamente como un problema político. No podemos hacer prevención secundaria sin pensar en una policía que tenga un nivel respetable de eficacia. Una policía que tenga un nivel respetable de eficacia tiene que ser una policía con inserción comunitaria.

Una de las características del desafío que tenemos políticamente con esta construcción mediática de nuestra realidad, de la realidad criminal, es la fabricación de víctimas héroes.

En criminología, hoy llamamos víctima-héroe a la selección de una víctima, a la muestra de esa víctima en los medios masivos, a hacerle decir a la víctima discursivamente lo que el comunicador o formador de opinión social no se anima a decir porque es de mal gusto. O sea, hacer los reclamos vindicativos por la víctima. Por supuesto que para eso se selecciona una víctima, no todas, no se selecciona una víctima de gatillo fácil, por supuesto, una víctima de ejecución policial, sino determinada víctima que puede generar un grado de empatía en determinados segmentos sociales.

A la víctima no se le puede responder porque se considera que es una crueldad que uno responda las cosas que dice la víctima porque no se tiene en cuenta su dolor en ese momento. Esa víctima en concreto, tiene que tener características particulares, no sólo de status, sino también personales, algunas histriónicas. En general tienen algunas características histeroides que, al presentarla de esta manera, se le interrumpe el proceso de elaboración del duelo, lo cual hace que se siga acumulando culpa en la víctima y que cada vez las manifestaciones sean más vindicativas. Pero llega un momento en que son absolutamente intolerables, en cuyo caso se vuelve disfuncional, (los medios entonces) la desechan sin importar el daño psíquico que pueden haber causado y buscan otra, para pasearla de nuevo por  todos los canales de televisión.

Esta técnica tampoco la hemos inventado nosotros en la Argentina. Todo esto que estoy explicando tiene su origen en una deformación del sistema penal de los Estados Unidos a partir del año 1980 más o menos. No es ninguna novedad. En ese momento en Estados Unidos se dispara el índice de prisionización, hasta pasar a Rusia, que siempre fue la campeona de prisionización, porque le resulta económico, los mandan a Siberia. Hoy hay un problema (en Estados Unidos). Algunos colegas sostienen que se ha perdido el control, que eso que se pensó en un momento se les ha ido de las manos, que no hay forma de controlar esa incidencia de la prisionización. Insisto, es algo de los últimos treinta años, con gravísimos interrogantes acerca del futuro.

Nosotros no lo podemos imitar en ninguno de nuestros países aquello, porque no tendríamos la capacidad presupuestaria para hacerlo. El volumen de personas presas y el volumen de demanda de servicios es de tal magnitud, que funciona como variable de empleo y desempleo, en términos macro. Hay una inversión que algunos calculan del orden de doscientos mil millones de dólares anuales (en el sistema carcelario de Estados Unidos). Creo que nunca una deuda externa nuestra llegó a esa magnitud. Pero la publicidad de ese aparato nos llega a todos. Ese es el problema: se globaliza la publicidad del sistema, no el modelo, porque el modelo es inimitable. ¿Cómo se combate esto?

Yo creo que la primera línea de respuesta es algo que decía el general Perón hace muchos años, “la única verdad es la realidad”. La única respuesta que podemos dar es la respuesta real. “Mire acá tenemos este número de cadáveres, que está producido por estas causas, que responde a esta motivación, que se concentra en tal lugar, a través de una dinámica”. Estas no son investigaciones sofisticadas, insisto, no se requiere una inversión demencial. Son cosas que se pueden hacer con muy pocas personas, a muy bajísimo costo, se puede hacer a través de organismos oficiales incluso sin conseguir contrato suplementarios ni nombrar a nadie más. La respuesta (a los desafíos de la violencia y la criminalidad) tiene que ser fundada en la realidad. Tenemos que hacer hablar a nuestros muertos, que nuestros cadáveres digan que están muertos, por qué se murieron y cuándo y cómo se murieron.  Ahí es donde vamos a poder hacer una prevención real. De lo contrario políticamente implicará: 1° poner sitio a nuestros gobiernos, 2° ese sitio a nuestros gobiernos es peligroso y en el fondo es golpista.

Yo los invito a leer todas las declaraciones o proclamas de todos los golpes de estado militares de nuestros países. Van a encontrar que en todas ellas se invoca la necesidad de controlar la criminalidad descontrolada; algo significa esto.  Históricamente, a lo largo de todo el siglo XX van a encontrar (estas declaraciones). No hay periódico reaccionario de nuestros países a lo largo de todo el siglo pasado que una vez al mes no exprese que está aumentando la criminalidad. Si eso fuese cierto, por lo menos en la Argentina deberíamos estar todos muertos. No vengo a enseñar nada, no vengo a traer una criminología teórica intrincada, no vengo a traer una teoría especial. Creo que llegó el momento de visualizar todo esto como problema político. Cuidado que esto no es coyuntural, cuidado que esto no es anecdótico, cuidado que esto es algo que pone en peligro nuestra democracia.

Lo más elemental que podemos hacer es contar nuestros muertos y averiguar por qué los mataron. Empezar a hacer una prevención y desmentir la construcción de realidad, desmentirla con los datos en la mano, desmentirla sabiendo cuáles son nuestros índices de violencia, diciendo: “están subiendo, están bajando, el año pasado teníamos esto, ahora tenemos esto, si subió un poco, si tal fenómeno subió o bajó, cuál es la realidad que tenemos en el cono sur, cuál es la realidad Argentina en los últimos 10 años”.

Hemos abatido casi un 30% el índice de homicidio en nuestro país, Brasil lo tiene alto, pero también lo  bajó casi un 30%. Esto lo vemos con los datos de la CEPAL. Disminuyó la discriminación en la distribución de la renta y aumentó la renta per cápita.

Salvo que los latinoamericanos seamos una patología del mundo, sabemos que, con los datos cruzados de los 148 países que están en Naciones Unidas, a mayor renta per Cápita y a menor arbitrariedad (o menor discriminación) en la distribución, el índice de homicidios baja y cuando se da el fenómeno inverso, sube.

Esos son datos con los cuales se debería tratar de combatir la construcción de realidad -que responde a corporaciones Internacionales, que sabemos que son grandes corporaciones, que tienen  los mismos intereses con otras corporaciones- en un momento donde la pelea del mundo es por quién toma las decisiones: las decisiones las toman las grandes corporaciones económicas o las toman los políticos. Se está discutiendo esto. El enfrentamiento en el mundo de hoy es ese.

Tenemos nuestra versión folklórica de esta confrontación pero no creamos que esto lo inventamos nosotros. No, es un enfrentamiento del tipo mundial, tenemos que tomar conciencia de la gravedad de esta confrontación. Darnos cuenta de que esto se inscribe como un poder mediático en esa realidad. Lo menos que podemos hacer es decir, mire que usted está mintiendo, esto no es así, usted está inventando lo que está pasando es otra cosa.

Una prevención es como un programa sanitario, tenemos que saber cuáles son las patologías más graves, dónde se dan las más frecuentes, presupuestariamente centrarnos sobre esa patología. Pero para eso antes tenemos que saber cuáles son esas patologías. Y luego en base a aquella mirada panorámica diseñar los hospitales. Si el que proyecta el hospital es un cirujano lo llenaría de salas de operaciones, cuando en realidad por ahí en el hospital es necesario cubrir una zona de Mal de Chagas. En el tema de la criminalidad estamos procediendo de la misma manera: no sabremos cómo invertir el presupuesto racionalmente si no sabemos dónde tenemos que hacer prevención y qué clase de prevención tenemos que hacer. Es central entonces, decidir cuál es el modelo de prevención que queremos.

Yo conozco todos los intereses que puede haber detrás, quienes acercan proyectos, por eso no estoy hablando de ningún proyecto específico, ni de ninguna ONG, ni de ponderar a nadie, ni de que nadie encuentre su forma de vida en esto. Estoy diciendo que usemos la infraestructura misma que nosotros tenemos sin recurrir a una mayor inversión, para establecer cuál es nuestra actividad criminal y cuál es la realidad de violencia en nuestras sociedades. Muchísimas gracias.
http://www.minseg.gob.ar/zaffaroni-en-el-cierre-del-simposio-de-seguridad-del-mercosur