Qué está pasando?», les preguntó por teléfono a sus abogados Raúl Villarreal. El interrogante se le despertó el miércoles, cuando el ex mano derecha de Omar Chabán vio en televisión, desde el penal de Marcos Paz, que saldrían en libertad los músicos de la banda Callejeros, presos como él por el incendio del boliche Cromañón. La respuesta de sus letrados lo hizo estallar en llanto: «Gordo, vos también salís hoy. Agarrá tus cosas, que en un rato te liberan.»
Estuvo preso poco más de un año y medio –además de los seis meses que estuvo en prisión en 2005, por la misma causa–. El 20 de diciembre de 2012, el Tribunal Oral 24 lo envió a Marcos Paz por haber sido sentenciado a seis años de prisión como autor del delito de incendio culposo seguido de muerte y del cohecho activo en calidad de partícipe necesario.
Su libertad fue otorgada por el TOC 24, a partir de una acordada de la Corte. Entonces sus defensores, Joe Stefanolo y Marisa Darwiche, pidieron su libertad. Ayer, en su primer día sin rejas, Villarreal habló con Tiempo Argentino. Se mostró aliviado, crítico de la justicia, revisando la noche del incendio y las actitudes de su amigo, ex gerenciador de la discoteca de Once. «Quería encontrarme con él en el penal para cuidar de su salud pero no me dejaron.»
–¿Nunca se vieron?
–Nunca. Pedí un montón de audiencias. Yo estaba preocupado por su salud. Lo único que me llegaba de él era a través de mi hijo, que en la cola para entrar solía encontrarse con Yamil, el hermano de Omar. Y yo le decía: «¡No! Si yo lo hubiese rescatado…» Me agarró una pequeña culpa, pero sabía que no podía. Quería traerlo al pabellón porque ahí lo iban a tratar bien. Pero no me dejaban. No se hubiese contagiado la tuberculosis, que fue el principio de su enfermedad terminal. Omar no es ningún delincuente. Estuvo toda su vida a derecho. Se equivocó, como nos equivocamos todos. Le faltó más vida para tomar otras decisiones en su momento, como por ejemplo, podía haberse quedado en Cromañón esa noche, para ir conmigo a la comisaría. No hubiese caído tan mal. Omar era un muchacho muy inocente de todo. Es un pseudo snob, un pseudo intelectual, un tipo que ni siquiera sabía lo que era la quimioterapia. En las cosas comunes, no se sabía mover.
–¿Te costó adaptarte a la cárcel?
–No tanto. No fui ni perseguido, ni asustado. Y me tildaban como de alguien importante, qué sé yo. Me trataban bien. Estuve en un pabellón cristiano, que era mi sentir, y ahí se hacían las reuniones. Era un pabellón con grandes personajes, como “el Cuca” Girón (barrabrava de River, preso por el homicidio de Gonzalo Acro). Pero yo siempre le decía que ahora él era otro, llevando la palabra a todos. La fe lo hizo cambiar. He visto cosas bárbaras: un muchacho que venía de ejecutar a tres personas y todo esto al muchacho lo cambiaba. Va a ser un gran pastor.
–¿Y a vos te cambió en algo?
–No. Yo seguí siendo el mismo. Yo daba mi palabra y los chicos estaban imanados con eso. La cárcel es un lugar de reflexión, aunque es el peor lugar donde puede estar un hombre. Pero está en el hombre ganar esa pulseada, ubicarse, evolucionar y no perderse en eso. Adentro leí un par de libros de Bernardo Stamateas y vi prédicas de él en unos DVD.
–¿En qué pensabas adentro?
–En mi familia. Lo que podían estar pensando ellos. Ayer Azul, la más chica de mis hijas (tiene once años), me llamó tantas veces… Me está esperando. Quiere recuperar el tiempo perdido y que la lleve a patín.
–¿Te asusta la idea de volver a prisión?
–Y…sí. Pero no como estaba antes de saber de qué se trataba. Odiaría estar de vuelta ahí, haría lo posible para que no pase. Pero si lo tengo que aceptar, lo haré. Es la perversidad de la justicia. «

Folklóricos
Antes impulsaba a bandas musicales emergentes, como el grupo folklórico Medio Rejunte que tocó en el penal. Ahora planifica nuevos shows con esos artistas.

http://tiempo.infonews.com/2014/08/07/sociedad-129829-la-carcel-es-el-peor-lugar-para-un-hombre.php