-La Policía es una parte importante en los dispositivos de prevención, pero tiene sus reclamos. ¿Se tiene que sindicalizar?
-Sí, no me cabe la menor duda de que necesitamos sindicalizar las policías. Es un trabajador como cualquier otro y necesita ejercer todos sus derechos laborales, salvo la huelga. Fuera de eso tiene el derecho de discutir horizontalmente sus condiciones laborales, que es lo que crea conciencia profesional. Es inconstitucional toda prohibición de de sindicalización. Lamentablemente no lo voy a poder votar. Hay una causa en la Corte e hice el borrador del voto en este sentido, pero como me quedan pocas semanas creo que esa sentencia ni va a salir, por eso me atrevo a decírselo públicamente. Estoy decididamente a favor de la sindicalización y de respetar los derechos humanos de los policías. Es ridículo que deban mandar a sus mujeres a pedir o que reclamen como si fueran la ETA, de espaldas. Aparte no sabemos quiénes son ni a quién representan. ¿Es un pequeño grupo?, ¿es la mayor parte de la fuerza?, ¿representa al personal?, ¿son tres loquitos sueltos? Eso genera anarquía. “No se puede porque se exige verticalización”. También se exige en un hospital: la enfermera no se pinta las uñas mientras el cirujano opera, se juega la vida también. Una cosa es verticalización y orden y otra, decir que no tiene derecho a discutir las condiciones laborales.
-¿Los jueces deben hablar por sus sentencias o dar explicaciones públicas?
-En el momento que vivimos es indispensable, dado el embate de los medios masivos contra los jueces, que se traduce en un populacherismo indicativo; algunos hablan de populismo vindicativo, yo no hablo de populismo, que es otra cosa. Hay un movimiento, una tendencia al linchamiento de jueces, que deben defenderse. La Facultad de Derecho nos larga sin saber comunicación. Cada vez que veo un colega hablando por TV o radio me agarro la cabeza porque ese tipo habla en un dialecto que nadie entiende. Tenemos que aprender a comunicarnos con el pueblo, no salirse del tecnicismo pero traducir las cosas para que la gente entienda, porque no es idiota y entiende cuando le explican.
-¿Cómo ve el avance narco?
-Es una cosa como lo veo en el país y otra cómo lo veo en América Latina. Algo va a haber que hacer con la prohibición de cocaína en la región. No quiero hablar de legalización pero se creó un problema de economías de subsistencia con un entramado tan complicado que no sé cuál sería el efecto de una legalización. Para la salud nada, eso no importa ya. La cocaína para la salud, nada.
-¿Por qué?
-México tuvo 100 mil muertos en los últimos años y tiene 20 mil desaparecidos. Hubiera necesitado 5 siglos para tener el mismo número de víctimas por sobredosis de cocaína. Ahora lo tiene por concentración de plomo, de modo que tenemos otro problema. El problema de salud está en la prohibición más que en la cocaína.
-¿Cuál es el problema?
-Es económico y está en el medio de esta altísima violencia de México y Brasil. En el medio está esa economía de subsistencia a través de la fabricación alquímica de “oro” (así llama a la cocaína). Es un producto de demanda rígida que se lo prohíbe, se enrarece la oferta, se fabrica “oro” pero es cualquier basura. No es que la cocaína sea cara, hay una plusvalía del servicio de distribución desde el productor de la hoja. Hay que discutirlo seriamente.
-¿Qué pasa en el país?
-En Argentina, Uruguay y Chile estamos preservados bastante, no porque seamos maravillosos sino por suerte geopolítica: no tenemos coca, no somos país productor de materia prima y no se puede importar para elaborar acá porque es muy voluminosa: para hacer un gramo de cocaína se necesita un kilo de hoja de coca. Tampoco tenemos laboratorios ni un mercado interno muy rico con una demanda, como tiene Brasil; nuestra capacidad de consumo es más limitada. De lo único que tenemos que cuidarnos es de que no se nos tome como punto de triangulación para Europa. Tenemos dificultades pero mientras el tóxico sea la cocaína y la fabricación económica de esta alquimia de oro no se vaya a otro lado, no tenemos un gran riesgo. Pueden pasar cosas como en Rosario, que no son líos de distribución internacional sino de conflictos entre las bandas que se distribuyen el territorio para nuestro mercado de consumo interno, que afortunadamente es chico.
-¿Significa discutir las cosas antes de que sucedan?
-De lo que tenemos que tener cuidado es de que no nos triangulen. Tenemos un país de 5 mil kilómetros de frontera, si EE.UU. no controla su frontera, ¿vamos a controlar nosotros la nuestra? Es más complicado todavía. Hay que controlar lo que se pueda. De cualquier forma para una triangulación ya se necesita entrar cantidades muy voluminosas y bastante notorias. Hubo algunos ensayos y se pescaron, hablamos de exportación de toneladas de cocaína que implican sumas monstruosas. Nadie se va a arriesgar. Le sale más fácil y más barato hacerlo por otra vía.
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