A 13 kilómetros de Mar del Plata tierra adentro, un pujante polo industrial hace temblar la primacía de la ciudad balnearia en la región. Se trata del penal de Batán, donde diez industrias diferentes producen intramuros toneladas de productos diarios para su venta en el mercado extramuros, en condiciones ideales de competencia, al amparo de las leyes del Servicio de Presos Bungabunga: mano de obra barata y literalmente cautiva, sin vacaciones, ni aguinaldo, sin gastos sociales, sin reclamos ni delegados ni asambleas, sin paritarias, y con salarios a la malaya. La información surgió de la visita del juez marplatense Juan Tapia, quien verificó la ausencia de condiciones de trabajo de los presos. El escrito de Tapia derivó en una denuncia que la Asociación Pensamiento Penal realizó por trabajo esclavo ante la Delegación Regional del Ministerio de Trabajo bonaerense.
“En este momento existen, entre otros, una empresa panificadora, una empresa de calzado industrial, una empresa de fabricación de hornos industriales, una dedicada a la pescadería, una lavandería industrial, una blockera (cemento armado), una trituradora de tomates y una empresa destinada a la confección de cajones para verduras y pescados”, sostiene la denuncia de Mario Juliano y Nicolás Laino, presidente y vice de APP.
Cada uno de los rubros fueron verificados durante una recorrida del titular del juzgado de Garantías N° 4 de Mar del Plata, Juan Tapia. Así, más allá de las cuestiones de infraestructura deplorable con que se suelen topar los funcionarios judiciales que visitan penales, Tapia y su equipo pudo determinar que existen empresas con nombre y apellido que elaboran productos de consumo externo al penal con mano de obra sometida.
Enumerados por orden de visita:
– Asepsia SA, lavadero de indumentaria de las seis principales clínicas marplatenses. Trabajan 60 internos que reciben entre 20 y 25 pesos por día y procesan unas cinco mil prendas diarias. En el sector de costura hay nueve máquinas de coser, en las que no sólo reparan prendas dañadas, sino también fabrican una amplia variedad para las clínicas. Asepsia tiene su currículum penal: en septiembre de 2008 el Comité Contra la Tortura, de la Comisión Provincial por la Memoria, la incluyó en una denuncia en la U10 de Melchor Romero.
– Emilio Vicente, fábrica de cocinas industriales. Trabajan siete presos y producen dos cocinas al día, por lo que cobran 25 pesos diarios. Cuando uno de los empleados-presos sufre una herida (se trata de un trabajo metalúrgico, con chapas y hojalatas) es trasladado a Sanidad del penal, donde gasas y suero antitetánico son tan escasos como los médicos de guardia. Los baños son nauseabundos según describe el juez: “La iluminación es prácticamente nula, cuenta con tres canillas de las cuales sólo una funciona. Asimismo, se hallan instalados tres inodoros, los cuales se encuentran mugrientos, sin bidet ni papel higiénico, observándose a simple vista trapos con excremento, que fueron utilizados por los internos para su higiene íntima”.
– Marca Líquida, fábrica de “pan rallado, rebozadores de primera generación”, dice la publicidad de la empresa. Lo que no dice es que el producto, 80 toneladas al mes, es generado por 14 internos bajo el control de un capataz-preso. Cobran 20 a 25 pesos por día; el capanga, tres pesos más. “El baño –cita Tapia– padece los mismos problemas de suciedad y olores informados en relación con los otros espacios, no contando tampoco con puerta divisoria ni materiales de higiene para sus usuarios.”
– Kamet, fábrica de calzado de seguridad industrial. Qué mejor lugar para producirlo que una cárcel, donde 10 presos sacan 6000 pares de calzados mensuales por salarios de entre 600 y 1000 pesos, según su rol, a nueve horas de trabajo diario.
– Fábrica de cajones de verdura. Su titular, Luis Laconich, figura también como dueño de una envasadora y exportadora de pescado. Trabajan entre doce y trece presos. Los armadores cobran 25 centavos por unidad. Baño sin canillas ni duchas.
– Fábrica de envases de plástico. Pertenece a Vicente Morino. Trabajan siete internos y producen envases para lavandina y químicos de cinco y diez litros de capacidad. Sacan a la plaza 450 bidones y 1200 botellas por día y cobran entre 20 y 25 pesos diarios. No tiene baño propio, lo que a la luz del resto no queda claro si es mejor o peor.
– Fábrica de mangueras. Se encuentra fuera de los pabellones pero dentro del perímetro de seguridad. El informe menciona como responsable a Marcelo Carreras, quien señaló al juez que “a la empresa le ‘convenía’ estar intramuros, argumentando en este sentido que ahora los trabajadores se sentían ‘con más libertad’ trabajando, por tanto y según su visión, menos”. Trabajan 14 personas privadas de libertad, que cobran 35 pesos por día.
– Existe una envasadora de pescado que no recibía materia prima desde hacía tres semanas al momento de la visita, por lo que no estaba en funcionamiento.
– También una fábrica de bloques de cemento que ya había entregado la carga del material producido.
– En el sector de talleres, la empresa Rosemar entrega material para que cinco presos pinten piezas de yeso, a razón de 3 a 5 pesos por unidad, según la pieza.
– En los talleres, dos presos trabajaban en chapa y pintura de automóviles, que les acercan los penitenciarios. Los presos arreglan con los del SPB el cobro según el trabajo. Sería interesante ser testigo de las paritarias de los chapistas cautivos y sus empleadores. Durante la visita de Tapia, trabajaban en chapa y pintura de una casa rodante de un jerarca del Servicio de Presos Bungabunga.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-188906-2012-03-05.html