Que a un chico le imputen tres asesinatos antes de cumplir los 18 años debería ser motivo para que la sociedad se pregunte en qué falló y reflexione para generar una transformación.

Por supuesto nada de eso sucedió. Por el contrario, se convirtió a este chico en la raíz de todos los males, de tal modo que, suprimiéndolo, debería volver el equilibrio roto por este individuo que “eligió” comportarse de manera antisocial.

Hace años que la policía de Neuquén señala a Nicolás “Kikín” Sotelo como la encarnación del mal. Su nombre, difundido con generosidad por la jefatura incluso cuando existía prohibición legal de hacerlo, prendió con facilidad en varias bocas que se encargaron de repetirlo. Ya hablamos de esto extensamente por ejemplo aquí.

Debe ser la única persona en conflicto con la ley a la cual la policía menciona con nombre y apellido hasta en su página institucional.

Cuando se detiene a una persona con pedido de captura, la Policía lo informa en su página web oficial así: