El juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, quien dejará su cargo desde el 1 de enero, elogió a su colega Julio Maier, al que calificó de «un hombre de principios», y expresó su deseo de que lo reemplace como ministro en el máximo tribunal. Además, en una entrevista con el Buenos Aires Herald que realizó la periodista Luciana Bertoia, habló sobre el debate por el Código Procesal Penal, la expulsión de los extranjeros que delinquen, y de la integración de la Corte. También hubo referencias a la oposición.
P.: ¿Quedó pendiente algún fallo que le hubiera gustado firmar como ministro de la Corte?
Sí, la inconstitucionalidad de la sindicalización de la policía. Me quedó pendiente. Yo hice el borrador del voto pero no llegó al pleno y no terminó la circulación.
P.: Usted formó parte de esta Corte que se destacó por la inconstitucionalidad de las leyes de impunidad, el fallo FAL (sobre aborto), el fallo Arriola (sobre consumo de drogas). ¿Se puede esperar una continuidad que se podría llamar «progresista» para el tribunal?
Eso depende de quiénes integren la Corte, de cómo se configure en los próximos años. Yo creo que hay algunas cosas en las que la sociedad argentina no tolera que se vuelva atrás. Ojalá que se continúe con esto.
P.: ¿Quién le gustaría que ocupe su lugar en la Corte?
Me gustaría Julio Maier. Es una función privativa del Ejecutivo, no discuto el nombre que den.
P.: Maier estaba disgustado porque se discutió el Código Procesal Penal antes que el Código Penal.
Si, lo lógico sería eso. Julio es muy principista. Lo lógico es tratar la ley de fondo y después la que la va a llevar a la práctica. Hubo interferencias políticas y obstáculos para discutir el Código Penal. Yo tampoco creo que se pueda discutir un Código Penal en un año electoral. No es sano.
P.: El secretario de Justicia, Julián Álvarez, dio a entender que iban a retomar el debate del Código Penal. ¿Es así?
Sí, yo voy a hacer el dictamen con lo que nos dijeron las universidades. Lo haré en el verano. En febrero, marzo, estará el dictamen. Pero, bueno, es una opinión política, de oportunidad. No veo un clima propicio para la discusión de un Código Penal. Veo demasiados energúmenos tirándose con todo en un año electoral. Hay oportunistas.
P.: La comisión redactora del Código Penal estaba conformada con una base de consenso entre las distintas fuerzas políticas pero fue el partido que no existía, el Frente Renovador, a la hora de esta conformación, el que terminó socavando el proyecto. ¿Comparte esa impresión?
Sí. Apareció un vivo, un oportunista inescrupuloso y aprovechó para instalarse. Esto revela la ética de este sujeto. Creo que es lo peor que nos podría pasar en la Argentina tener a esta persona como presidente.
P.: Una lectura también es que la reacción frente al proyecto de Código Penal y la instalación de que no había castigo para el que comete delitos derivó en hechos graves como los linchamientos.
Sí, sí. Este señor es de una inescrupulosidad que es terrible. Lo peor que nos podría pasar es tener una persona sin ninguna ética en el gobierno. Puedo tener a alguien que esté enfrente mío ideológicamente. Discutiré ideológicamente pero tener enfrente a un inescrupuloso que no sé qué va a hacer.
P.: Mauricio Macri también dijo que su partido no iba a acompañar el proyecto del Código Penal, pese a haber tenido al diputado Federico Pinedo en la comisión redactora.
Macri se asustó. Eso es otra cosa. Una cosa es especular un poco; los radicales también se asustaron. Dijeron «éste nos va a sacar votos». Un error. Se creen que a un demagogo vindicativo se lo puede correr por derecha. No se lo puede correr por derecha porque siempre va a salir pidiendo más venganza, más venganza. Hay que desautorizarlo intelectualmente. Pero, bueno, los políticos se asustan. Los políticos quieren votos. Son las reglas de la política. Yo no digo que Macri ni los radicales hayan sido inescrupulosos; se asustaron. El otro es un peligro de la política; es alguien que puede generar un caos.
P.: Massa logró imponer la agenda al gobierno después de las PASO del año pasado y surgieron voces dentro del kirchnerismo que pedían más seguridad, que asociaban a los migrantes con el crimen. ¿No le parece?
Se asustaron, también.
P.: ¿Es peligroso, por ejemplo, el artículo 35 del Código Procesal Penal introducido por el Gobierno en lo referido a los extranjeros?
Es inconstitucional. Se va a declarar inconstitucional; no va a tener vigencia. No importa. Es descabellado. La expulsión de extranjeros la tenemos prevista en el propio proyecto del Código Penal pero se establece en la sentencia. No puede ser antes.
P.: También le da mucho poder a las fuerzas de seguridad…
No sólo poder, les da una nueva caja. Aparte esa nueva caja la va a hacer las fuerzas federales. El Código es federal y nacional. Entonces qué. Hasta la General Paz hacemos esto pero más allá, no. Es una norma frontalista para decir «miren lo que pongo».
P.: ¿Cómo evalúa el resto del proyecto?
Un código acusatorio es positivo. Es el modelo que marca la constitución. Es el modelo liberal – anglosajón. el juez de instrucción que tenemos es una supervivencia del Código napoleónico que sobrevive en el Código fascista del 30. Lo que pasa es que esto fue un salto positivo para nosotros en 1992 porque teníamos una legislación procesal tan cavernícola que el código fascista era progresista. Pero démonos cuenta de que el juez de instrucción es un comisario con título.
P.: Y ahora están reaccionando frente a estos cambios…
Pierden poder. Algunos reaccionan, no todos los jueces.
P.: ¿No percibe que en Comodoro Py hay una reacción?
Claro porque Comodoro Py es muy especial, no son como el resto de los jueces de instrucción del fuero nacional. Yo también fui juez federal. El fuero federal fue siempre muy politizado. Estoy hablando de hace casi 40 años. Por eso se quiso mantener concentrado.
P.: ¿Es habitual que se empiecen a mover causas contra funcionarios cuando está por darse un cambio de gobierno o se da en esta coyuntura particular?
Nosotros tenemos 31 años de gobiernos democráticos. Hay ciertas dinámicas que no las podríamos establecer. Sí, siempre algo hay. Un reacomodamiento. En la justicia, eso suele pasar. Pero, esta vez, me parece que veo elementos demasiado violentos, demasiado abruptos. Siempre fue más solapado. Hoy lo veo de una manera muy manifiesta, lo cual me preocupa porque, en definitiva, esto daría lugar a una confrontación. Esa confrontación tomaría estado público y, en definitiva, algo que pasa con un sector de la justicia contribuiría a desacreditar toda la institución. Una confrontación pública en razón de movimientos muy abiertos va a desprestigiar a la justicia, que no está muy bien vista. Si se desprestigia a la justicia, va a dejar al que venga con las manos libres para hacer cualquier cosa.
P.: ¿La Corte está al margen de esta puja política?
Hasta ahora yo no veo que pasen esas cosas. Al menos, no, de una manera grosera. La Corte queda también renga. Tiene un problema. La Corte de siete se acabó, tres de nosotros no estamos. No sé cuánto durará la Corte con cuatro. Hay causas en los que los votos nuestros quedaron 3-2. Mi salida lo deja 2-2. Integrar cada causa con un presidente de Cámara es casi imposible. Por otro lado, sería insólito. Sería como tirar una moneda a ver qué criterio tiene el presidente que integre el tribunal en cada causa. La no integración puede generar un funcionamiento anormal de la Corte.
P.: ¿Ya discutieron el panorama que abre en la Corte este acuerdo de la oposición de no designar su reemplazo?
Nosotros no podemos decir nada.
P.: ¿Pero no están preocupados?
Sí, es preocupante. Creo que los que están más preocupados son los secretarios. Por eso estamos tratando de sacar todas las causas que están 3-2, por eso se hace un acuerdo extraordinario el 30.
P.: ¿No comparte entonces lo que dijo el radicalismo que la Corte puede funcionar hasta con tres miembros?
Sí, claro, puede funcionar sin ninguno (risas). Se llama a cada cinco presidentes de Cámara e integran la Corte. Todo está previsto. Si nos morimos todos juntos en un avión, también.
P.: ¿Cómo tomó la denuncia que hizo el abogado Eduardo Barcesat frente a los senadores de la oposición? ¿Le pareció correcta?
Tengo mis dudas. Es un acto preparatorio de un incumplimiento de los deberes de funcionario. Como es acto preparatorio, es una manifestación de voluntades. Es impune, creo.
P.: No lo calificaría como sedición…
Me parece que fuerza un poco el concepto. De cualquier manera, no importa la calificación. Lo que importa es que hay un desconocimiento del mandato constitucional, que dice «señor, elija al mejor y discútalo». Si me proponen un mamarracho, no lo voy a votar. La exigencia de los dos tercios derivó del Pacto de Olivos, que Menem aprovechó para violarlo hasta el último día anterior a la vigencia de la norma constitucional. Fue una exigencia de Don Raúl Alfonsín. Pero la idea era lo que yo digo, no ésta. Yo hablé con él muchas veces.
P.: El objetivo era alcanzar consensos sólidos.
Si cada vez que la Constitución exige consensos, el que la interpreta la usa para poner obstáculos, estamos perdidos. Sería una constitución plebiscitaria y antidemocrático. Si exigimos mayorías calificadas es para provocar un consenso. Esto obstaculiza la gobernabilidad. Como práctica política, me parece suicida. Es autoritario. El que se llevó la mayoría manda, los demás nos aguantamos.
P.:¿Comparte la preocupación de que no se pueda avanzar en causas de corrupción que involucran a jueces?
Toda causa que involucra poder siempre es difícil de que avance en este país o en cualquier otro. Todo depende de las personas.
P.: Por eso ante recambios de gobierno, avanzan causas contra funcionarios pero los jueces no pierden poder nunca. ¿No le parece?
No. Esperan el cambio pero después tampoco pasa nada, salvo buscar uno o dos chivos expiatorios. A mayor poder, menor vulnerabilidad. Es una regla mundial que hay que tratar de contrarrestar pero no es fácil.
P.: Cuando presentó la carta de renuncia dijo que no creía en los cargos vitalicios porque parecían propios de una monarquía. ¿Era una crítica velada a Carlos Fayt?
De ninguna manera. La situación de Fayt es distinta. Fue nombrado antes de la reforma de 1994. La norma que cuestionó Fayt en su momento es opinable si la Constituyente estaba o no habilitada para incluirla. La Corte de ese momento dijo que no estaba habilitada; incluso estaba el doctor Belluscio que dijo «yo no me voy a amparar en mi propia jurisprudencia» y se fue. Una actitud muy correcta. No es mi situación. Yo creo que en una futura reforma constitucional no tiene que haber vitaliciedades.
P.: ¿Cuál cree que hubiera sido la composición del Consejo de la Magistratura si la Corte no hubiera frenado la reforma judicial que habilitaba la elección directa de los jueces?
El gobierno hubiera perdido, conforme el resultado electoral.
P.: Cuando se descabezó la SIDE se dijo que los cambios apuntaban a Comodoro Py. ¿Es así?
A mí no me consta pero se dice eso (risas).
P.:¿Se supone que los servicios de inteligencia operan tan fuerte?
Cuando yo hablo de autonomización de las fuerzas policiales, no me estoy refiriendo solamente al policía de la esquina sino a todas las fuerzas. Si se autonomiza un poder secreto, es un riesgo para la seguridad del Estado, más allá de que se metan en los asuntos judiciales. Todo gobierno necesita un servicio secreto. Tienen relación con otros servicios secretos. Intercambian información. Si eso se hace sin sentido político o venden información a empresas o conglomerados mediáticos, es la seguridad de todos nosotros es la que está en peligro.
P.: La descripción es que ya están funcionando distintos grupos sin control.
Somos un país verdaderamente transparente. Tan transparente que las internas de los servicios secretos salen en los diarios. Yo las internas del servicio secreto alemán no las conozco pero éstas sí al igual que todo el mundo.
P.: También se dice que lo que disparó una serie de reacciones en la SIDE fue el memorándum de Entendimiento con Irán, que en algún momento tendrá que tratar la Corte. ¿Qué opina de este acuerdo?
Tomar declaraciones en otro lugar se puede hacer y se hizo muchísimas veces. Hasta ahí no veo problemas. Si se puede avanzar más de eso, dependerá.
P.: Hay quienes proponen para este caso que se modifique el Código Procesal y se establezca el juicio en ausencia.
Yo no estoy muy de acuerdo con el juicio en ausencia. No creo que sea muy compatible con nuestra Constitución.
P.: Hay un per saltum del Estado nacional sobre la adecuación de Clarín, ¿qué pasos se van a seguir?
Hay que ver si se consideran que están dados los requisitos del per saltum. En tal caso, empezaría a funcionar la nueva ley. Ya no va a ser tarea mía.
P.: ¿Se imagina una nueva batalla judicial que tarde cuatro años?
No me cabe la menor duda que Clarín quiere eso. ¿Le dará la justicia nuevamente lugar a eso? No sé. Todo lo que puedan embarrar la cancha, lo van a hacer.
P.: ¿Algún cambio en la Corte que le hubiera gustado impulsar?
Yo creo que la estructura del tribunal va a tener que cambiarse en algún momento. No se me ocultan las dificultades políticas. Hay dos actividades que tiene la Corte, que es la que está expresamente dicha en la Constitución y está expresamente regulada en la Ley 48, que es el control de constitucionalidad. Desde 1904, la Corte se viene haciendo caso de una función que es casatoria. ahí creo que la Corte debería ser más numerosa y dividirse en salas. La función de control de constitucionalidad normativo tendría que resolverse por el pleno. No hay problema en esto porque es una creación jurisdiccional, no está regulada ni por la Constitución ni por la ley.
P.: A raíz de la necesidad de designar un reemplazante para usted, se reactivó la discusión sobre el número de integrantes de la Corte.
Estas son discusiones coyunturales. Pero una Corte de cinco ministros es muy chica para la Argentina. La única Corte que tiene cinco ministros en toda la región es Uruguay. Es mucha concentración de poder, independientemente de quiénes sean las personas. Son menos voces. Es un peligro. Por esas razones, creo que la Corte tendría que tener más ministros. Si algún día se encara la reforma, tendría que haber una Corte de 11 o 15 ministros.
P.: ¿Cuáles son los planes?
Vuelvo a la academia. Estoy bastante entusiasmado con La Matanza, San Martín, José C. Paz y Avellaneda.
P.: ¿Y qué pasa con la Corte Interamericana?
La Cancillería ha hecho la propuesta. Eso depende de un acuerdo diplomático que es un poco complicado. En el caso que eso resulte, no me lleva mucho tiempo. La Corte – IDH tiene tres reuniones al año, de una semana cada una. Dos en San José y la tercera en otra capital de la región. Son tres viajecitos por año. Personalmente no me desespero por eso. Hay otras posibilidades que me han sondeado de participar en otras cosas que tienen más decisión histórica.
P.: ¿Se refiere a ser asesor presidencial?
No. De eso no me habló nadie. Me consultaron sobre si estaría dispuesto a conformar una comisión para supervisar el desarme en Colombia si avanzan las negociaciones de paz. Y sí, si uno pudiera contribuir a parar 80 años de violencia… La propuesta es de la Unasur.