«La denuncia no tiene fundamento. Incluso si se aceptara que existió un plan (del Gobierno, para garantizar la impunidad de los sospechosos iraníes del atentado a la AMIA), no encuentro el delito, porque este plan denunciado no pasó al terreno de los hechos, no se logró encubrir a nadie”, plantea Raúl Eugenio Zaffaroni. En diálogo con Página/12, el ex juez de la Corte Suprema analizó el escenario planteado tras los pedidos de indagatoria del fiscal y su posterior muerte. Zaffaroni se mostró convencido de que a Nisman “le vendieron información falsa”. También cuestionó que los servicios de inteligencia actúen como auxiliares de la Justicia y consideró que el fiscal “fue víctima” de una operación.
–Como parte de la presentación, hay una serie de escuchas en las que se dice que dirigentes kirchneristas con acceso a la Casa Rosada negociaron que se dejara de investigar a los iraníes. Además, está el memorando en sí. ¿Por qué esto no sería una prueba suficiente?
–Bueno, hay escuchas de gente que dice que dicen cosas, pero ¿qué es lo que se hizo? Es decir, puede haber gente que diga muchas cosas, puede haber gente que diga que vino a hablar conmigo para asaltar el banco de la esquina, pero ¿yo hice algo para asaltar el banco de la esquina? Otra cosa: la tentativa de instigación, en el derecho argentino no es punible. Si yo te quiero convencer de que vayas a matar a alguien, eso no es punible en nuestro código. Incluso si alguien considera el acuerdo (con Irán) como un acto ejecutivo, es decir como un acto de tentativa de encubrimiento, el (ex) jefe de Interpol (Ronald Noble) aclaró que el canciller Héctor Timerman insistió en que las alertas rojas debían seguir vigentes. Esto está denotando un desestimiento, y el desestimiento deja impune la tentativa, incluso considerando que es forzado decir que el memorando ya fuera una tentativa de encubrir.
–¿Y si hubiera sido un plan frustrado? ¿Tampoco habría delito?
–¿Frustrado en qué sentido?
–Si hubo un plan que resultó frustrado porque Irán no respaldó el memorando.
–Suponiendo siempre que hubiera habido un plan, el desestimiento fue anterior a que Irán rechazara el memorando.
–¿Qué opina sobre que Nisman haya presentado su denuncia durante la feria judicial?
–Fue muy raro.
–¿Por qué raro?
–Porque da la impresión de que alguien lo llamó, algo pasó: interrumpió un viaje. No había un término que se venciera ni nada de eso, vino e inmediatamente presentó un escrito de trescientas fojas… es raro, algo pasó. Ninguno de nosotros interrumpe unas vacaciones para presentar un escrito en la feria.
–Una especulación es que haya tenido miedo a ser desplazado de la investigación del atentado y que por eso se haya apurado…
–Puede ser que alguien lo haya llamado, que le haya dicho que lo iban a desplazar y que él lo haya creído, no lo descarto. Algo raro pasó.
–Como ex juez, ¿qué idea tiene del modo en que los servicios de inteligencia trabajan con jueces y fiscales?
–Creo que los servicios de inteligencia no deberían trabajar con ningún juez ni con ningún fiscal. Dependen del Ejecutivo y deberían trabajar con el Ejecutivo.
–En un caso tan complejo como el de un atentado terrorista, ¿puede la Justicia investigar sin los servicios de inteligencia?
–Si el Ejecutivo reúne pruebas con los servicios de inteligencia, las lleva. La función de un servicio de inteligencia es la seguridad del Estado, todo lo que haga lo tiene que hacer a través del Ejecutivo, no tiene que tener contacto directo con los jueces. El auxiliar del juez es la policía.
–¿Cómo ve el papel de la ex SIDE en este caso? Hay quienes atribuyen la denuncia, e incluso la muerte de Nisman, a una interna entre dos sectores de la Secretaría de Inteligencia.
–Lo que me parece claro, lo que uno puede decir a través de las noticias y de lo que pude ver de la causa AMIA, que no he seguido de manera permanente porque me excusé de actuar… lo que me parece claro es que a Nisman le vendieron información falsa. Algo pasó, algo sucedió. Porque aparece este sujeto, que está denunciado por la SI por hacerse pasar como agente de inteligencia; obviamente circulaba información falsa. (Nisman) no es la primera víctima de eso.
–¿Por qué se excusó de entender en la causa AMIA?
–Hace muchos años, con Ricardo Gil Lavedra, Carlos Arslanian y Andrés D’Alessio hicimos un dictamen a pedido de AMIA y DAIA, en el que señalamos que en la causa AMIA se estaban dando pistas falsas.
–¿En relación a los policías bonaerense que fueron acusados falsamente?
–En ese momento se estaba investigando, el juez era (Juan José) Galeano y nosotros señalamos que había una obstaculización de la investigación. Por eso después me excusé, ya había emitido opinión sobre la causa.
–En el expediente AMIA hubo justamente esta pista falsa que desvió toda la investigación, aunque no está claro si fue plantada por los servicios de inteligencia.
–No está claro si era atribuible a los servicios. De lo que sí tengo la plena convicción es de que a Galeano le metieron una pista falsa. Incluso cuando yo testimonié en el juicio político de él, creí en su sinceridad. Se equivocó, pero a mi juicio él creyó en lo que le llevaron, a tal punto que Andrés D’Alessio asumió su defensa en el jury. No tuvimos nunca la impresión de que estuviera encubriendo, pero sí la impresión de que se equivocó y estaba siendo engañado.
–O sea que la vulnerabilidad de un juez puede ser muy alta…
–Muy fuerte, y me parece que a Nisman le debe haber pasado una cosa parecida.
–¿Lo conoció?
–No, pero no tengo por qué dudar de su buena fe. La Justicia Penal Federal tiene una característica: es muy psicotizante. En un momento, si te dejás llevar por los comentarios del personal, de todo el mundo, te creés que el poder pasa por tus manos, y de repente te das cuenta de que estás solito con tu cuerpo. Es un fenómeno que… yo fui juez federal hace cuarenta años, las cosas eran más simples, éramos nada más que tres jueces federales, lo fui por pocos meses, tuve colegas que eran respetables, gente grande, yo era joven en aquel momento pero venía de provincia… por suerte no me formé en el fuero… todo el mundo creía que el poder pasaba por ahí. Salí aterrado de esos meses, a tal punto que cuando llegó el doctor Raúl Alfonsín al gobierno me ofrecieron la posibilidad de integrar la Cámara Federal y yo dije “me voy a la ordinaria”, por el terror que me causó ese microclima. De modo que un funcionario formado ahí… bueno, puede equivocarse muy fácilmente. Fácilmente y de buena fe.
–Sobre la denuncia contra el Gobierno, ¿qué pasos cree que deberían darse ahora?
–Creo que la denuncia no tiene fundamento directamente. ¿Qué van a investigar, algo que no es delito? Si no se llegó al grado de tentativa en lo que se denuncia, y en el caso de que se hubiera llegado, se desistió, ¿para qué voy a ver si está probado o no? ¿Qué voy a dejar probado, un no delito?
–¿Y con respecto a la muerte del fiscal?
–Hay que investigar a fondo lo qué pasó, hacer los peritajes que hay que hacer, tomar declaración a los testigos, y de ahí saldrá la verdad..
–En el país hemos tenido varios casos de supuestos suicidios vinculados con hechos políticos, casos nunca esclarecidos…
–Sí, y después queda una leyenda urbana. Me acuerdo de Juan Duarte y el capitán Gandhi con la cabeza de Duarte dando vueltas por tribunales (Gandhi, jefe de un grupo parapolicial antiperonista, exhumó el cuerpo del hermano de Evita, le cortó la cabeza y la mostraba para demostrar que había sido asesinado). Lo importante es que se hagan bien las cosas en la Justicia.
–¿La Justicia puede determinar si un suicidio fue inducido?
–La instigación al suicidio está en el Código Penal. Es muy interesante para los casos de laboratorio y para todo lo que nosotros hacemos en materia teórica, pero en treinta y cinco años de juez no vi ningún caso de instigación al suicidio, no sé si hay alguna condena de instigación al suicidio en el país. Si la hay, tiene que ser una rara avis. Es muy difícil probar eso, probar que determinaste a otro a suicidarse. Yo no conozco casos reales. No sirve la fórmula porque es la única vez que el Código Penal usa la palabra instigación, entonces de ahí deducimos teoría para la participación… pero nada más.
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