Cuando era director de capacitación de la Oficina del Defensor Público de San Francisco, Martín Sabelli entrenó a más de 90 abogados en el arte de la defensa. Hace 22 años que representa a personas en los tribunales estatales y federales en asuntos civiles y penales, desde corrupción hasta pandillas y homicidios.
Abogado especializado en derecho penal, Sabelli se graduó de la Universidad de Harvard, la London School of Economics and Political Science, y la Yale Law School. Esta semana pasó por la Argentina para dirigir el taller “Escuela Latinoamericana de Defensores Penales”, organizado por Inecip (Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales) y participará la semana próxima del Congreso Internacional de Juicios por Jurados en Nequén. Hijo de argentinos, habló con Infojus Noticiasen un español perfecto sobre el paso del modelo inquisitorio al acusatorio y sobre los jurados populares, que tendrán su décima experiencia en la provincia de Buenos Aires.
-¿Qué aporta el jucio por jurados a los procesos legales?
-Tiene varias ventajas. Concretamente el juicio por jurado es una forma de profundizar la participación democrática de las personas; es una entrada directa de los ciudadanos en la Justicia. Eso aumenta la confianza en la Justicia: porque no se presenta como algo abstracto, lejano, distinto ni elevado. Las personas ven cómo funciona y participan directamente. Saben que las decisiones no son decisiones extrañas tomadas por otras personas. Siempre reservando en los jueces las decisiones técnicas legales. Esto no quiere decir que los jurados legos van a estar decidiendo las leyes, lo que deciden son los hechos. Y los hechos son tan “decidibles” por la gente no instruida en la ley como por los jueces. Los jueces no tienen un entendimiento más profundo que otros sobre cómo decidir hechos, eso es algo que cualquier persona puede decidir: mirando un testigo, mirando otro testigo, analizando los documentos. Decidir qué pasó o no pasó es una decisión que cualquier persona puede tomar y que aumenta la confianza en los procesos.
-¿Y esa confianza en qué se refleja?
-Crea una oportunidad para integrar de una forma más abierta temas de importancia central o fundamental en nuestra realidad. Por ejemplo temas de seguridad, violencia o corrupción. Con la participación del jurado podemos estar seguros de que el proceso que mira esos temas es público y oral, que no pasa a las escondidas, ni está reservado por un grupo limitado de personas. Es algo que se ve a la luz del día y en el que participan los vecinos.
-A veces la gente tiene que ser fiscal de mesa en una votación y lo siente como un peso, con la participación en un jurado podría pasar lo mismo ¿Cómo instalar la cultura del ‘ser jurado’?
-Pasa en cualquier parte del mundo que las personas quieren vivir sus vidas sin una interrupción oficial. Por lo general no quieren llegar a casa y encontrar un sobre que los invite a dedicar una semana o dos a un juicio por jurados. Eso pasa en Estados Unidos y en todas partes del mundo. También es cierto que después de haber participado, se van con la sensación de haber participado en algo muy importante, se van con el orgullo de ser parte de eso importante. Es humano que haya una resistencia pero una vez que las personas son seleccionadas para un jurado sienten que es un honor y un privilegio y una ventana a la democracia: una vez que la gente participa está mucho más a favor del juicio por jurados, porque se da cuenta que participó en algo puramente democrático y abierto que marca un antes y un después.
-Dice el artículo 24 de la Constitución Nacional, sancionada en 1853, que el Congreso promoverá “el establecimiento del juicio por jurados”. ¿Por qué cree que apareció tanta resistencia a su implementación?
-Una cuestión es el tema argentino de que nuestras constituciones cumplan con la ley, y otro tema es la resistencia que ponen algunos actores institucionales a la Constitución. El primer tema es mucho más amplio y es lo que exploró por ejemplo Carlos Nino en sus trabajos, cuando dice que Argentina, en cierto sentido, “es un país fuera de la ley”. Es un problema histórico y que hay que mirar sin miedo y con mucha honestidad, porque la Constitución se debe cumplir. La otra parte de mi respuesta: es cierto que ciertas instituciones, principalmente en los poderes judiciales, que tienden a resistir la transición no solo a juicios por jurados, sino también de sistemas inquisitivos a sistemas acusatorios. Eso existe no sólo en Argentina sino en todos los países que están haciendo esa transición: tanto Sudamérica, América Latina como América Central y México.
-¿Cuál es la razón de resistir una democratización? ¿Concentrar poder?
-Esa resistencia por parte del Poder Judicial es real, y no surge de todos los jueces sino de algunos. Hay que tener en cuenta que pasa en otros países del mundo y puede leerse como algo natural: tiene que ver con seguir operando en el mismo sistema en el que uno estuvo entrenado. Lo que estamos viendo es que aunque cambiamos ciertos procesos, estructuras y modificamos instituciones, a veces las estructuras de operarios son las mismas y la cultura tiene una fuerza tremenda. Esa cultura inquisitiva se sigue imponiendo ante una nueva cultura acusatoria. Y como es un proceso, eso impide o atrasa la transición. Tarde o temprano, con más tiempo, con más personas capacitadas y formadas, particularmente la gente joven irá cambiando esa cultura e irá hacia una sociedad más democrática
-¿Cómo acercarse a esas reformas que tienen que ver con lo cultural?
-Sin duda las facultades tienen que empezar a formar personas en estos nuevos procesos y que se sientan cómodos al emplearlos. Es una transición, un proceso natural que va a pasar y por supuesto que crear cursos y perfeccionamientos son esenciales para acelerar ese proceso, que ya no se puede parar. Una vez que se desengancha la tradición, como ya se desenganchó, va a ocurrir. Más lento o rápido, dependiendo de los recursos que se ponen para capacitar a las personas. Una clave son los cambios en los planes de estudio para los que recién empiezan.
La gente que ya está formada en otro sistema, se puede volver a capacitar, pero nunca va a ser lo más normal para ellos, la gente que se está formando en otro sistema ira ocupando más espacios. Es un proceso natural, que debe ser una transición orgánica y eso va a tardar un tiempo para verlo de forma real.
-¿Cómo modificar la cultura de las instituciones?
-Las instituciones tienen que irse transformando a la par. Por ejemplo tener fiscalías independientes es tan fundamental como tener defensorías fuertes e independientes. El nuevo sistema acusatorio implica tener tres instituciones separadas, equilibradas e independientes: fiscalías, defensa, jueces. Y eso implica crear las instituciones y las personas que puedan operarlas, lo que lleva un tiempo. Las fiscalías especializadas son fundamentales para investigar por ejemplo delitos como lo son los de “guante blanco” o de “white collar” (de cuello blanco) como se le llama en los Estados Unidos a los delitos económicos. Esto requiere toda una serie de herramientas y capacidades que son distintas a lo que es necesario para investigar delitos de violencia organizada por ejemplo, porque mejores investigaciones significan mejores procesos. Hay que hablar de una igualdad de armas: mismos recursos y mismas posibilidades en la investigación y preparación, tanto para procesar como para defender.
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http://www.infojusnoticias.gov.ar/entrevistas/una-vez-que-la-gente-participa-esta-mas-a-favor-del-juicio-por-jurados-122.html