ROCA.- Una decena de detenidos y sus mujeres dominaron durante casi dos días un pabellón de la cárcel de Roca y pusieron en crisis todos los mecanismos de intervención penitenciaria y judicial ante el conflicto. Tras 42 horas de protesta y decretado el fracaso de todas las negociaciones, ayer a la mañana el Pabellón 3 fue desalojado con orden judicial por el grupo especial del Penal 2. Hubo gases lacrimógenos y golpes. Diez internos terminaron sancionados y trasladados a la Comisaría Tercera -donde por la tarde hubo incidentes y destrozos- y anoche siete de ellos estaban en camino a otras cárceles de la provincia.
Fotos: Andrés Maripe – Emiliana Cantera – PFP/Carlos Mir
Muchos factores parecen haber confluido para llegar a una situación de crisis cuya fecha y hora de inicio ya conocían todos los guardias. Los propios internos se habían encargado de liberar el rumor de que el miércoles a las 18, al finalizar el horario de visita, las mujeres se quedarían.
Fotos: Andrés Maripe – Emiliana Cantera – PFP/Carlos Mir
Y así pasó. Y así quedaron hasta ayer a las 11, cuando el uso de la fuerza fue la única vía encontrada para poner fin a la revuelta. ¿Qué pasó en medio? Falta de coordinación, dilaciones y mensajes tergiversados y para algunos «internas y quita de colaboración» entre el Servicio Penitenciario, la Policía y la Justicia. Hartazgo, viejos reclamos insatisfechos y el aditamento de la intoxicación con pastillas y alcohol del lado de los detenidos. Todo se fusionó en un combo que pudo terminar en tragedia y cuyas motivaciones siguen latentes.
Fotos: Andrés Maripe – Emiliana Cantera – PFP/Carlos Mir
Ayer este medio pudo reconstruir con el relato de varios protagonistas los entretelones del conflicto. El director del Servicio Penitenciario, Hugo Cecchini, llegó a Roca a las 19:30, con la crisis controlada, y cargó la responsabilidad en el grupo de internos. «Es medio caprichoso el reclamo. Algunos querían obtener beneficios (salidas) de prepo, cuando no les dan los plazos o las calificaciones», afirmó. Y sabiéndose blanco de críticas por la demora del SPP en tomar el control del conflicto, sostuvo que «desde el primer momento se abrió el diálogo». «Les dimos todas las oportunidades pero se agotaron todas las instancias de negociación. Mandé (el jueves a la siesta) desde Bariloche un compromiso firmado para hacer una mesa de diálogo (el 12 de agosto). El pabellón 4 lo aceptó y levantó la protesta pero el 3 no aceptó nada», describió. Y admitió que estaban «intoxicados y con facas» cuando literalmente «echaron» del penal a las referentes del Observatorio de Derechos Humanos, la Pastoral Carcelaria y al propio defensor oficial de Ejecución. La primera mediación estuvo a cargo de una funcionaria del Inadi, Lidia Pérez, quien ayudó a gestionar el encuentro prometido para la semana próxima.
Fotos: Andrés Maripe – Emiliana Cantera – PFP/Carlos Mir
Pedradas, vidrios rotos y causa judicial
La protesta de los internos terminó con un combo violento que incluyó represión, traslado de presos y agresiones de los familiares contra los autos del personal carcelario. Cerca de las 7 de ayer el juez de Ejecución Penal, Juan Pablo Chirinos, intentó por última vez negociar con los detenidos. Les propuso que los familiares que estaban dentro del Pabellón 3 sean trasladados hasta la sala de visitas para comenzar a analizar allí, «caso por caso», los planteos, con los respectivos expedientes en la mano.
La propuesta fue nuevamente rechazada por los internos, que quisieron redoblar la apuesta. Pero un par de horas después sintieron el rigor del Cuerpo de Intervenciones Especiales Penitenciarias (CIEP) que recuperó el pabellón, a fuerza de gases lacrimógenos, forcejeos y golpes.
Fotos: Andrés Maripe – Emiliana Cantera – PFP/Carlos Mir
El mes pasado se había tolerado una protesta similar y las mujeres permanecieron una noche en la cárcel. Pero la diferencia fue importante: no estaban dentro del pabellón sino en la sala de visitas. Ayer, el subdirector del Penal, comisario Coronado, y el propio Cecchini, admitieron que el nuevo cuadro fue posible porque en los pabellones «grandes» -1 a 4- estaban autorizadas las visitas «más privadas» dentro de las celdas. «Eso no se permitirá más», aclaró el jefe del SPP.
Desde el juzgado, en tanto, percibieron falta de colaboración del SPP para encauzar el conflicto y de la Policía para evitar los desbordes -que finalmente ocurrieron- a la hora de los traslados.
Las visitas, siete mujeres y tres hombres, fueron retiradas en pequeños grupos cerca de las 10. Algunos lo hicieron con el rostro tapado al principio, pero una vez que cruzaron el portón de la cárcel comenzaron a lanzar todo tipo de insultos contra las autoridades judiciales y del penal, porque denunciaban que habían sido golpeados. Una de las mujeres dijo que la agredieron a pesar de haber informado que estaba embarazada. Sin embargo, para las máximas autoridades del Servicio Penitenciario, el desalojo fue un procedimiento «limpio».
Los internos que encabezaron la protesta reclaman que los talleres son escasos y de acceso «restringido»; que la falta de trabajo formal en la cárcel les impide mejorar sus calificaciones para gestionar sus beneficios; que el Gabinete los entrevista «una vez al año» y que sus legajos están demorados. Mientras que Cecchini sólo admite la «falta de trabajo» estable, pero asegura que la cárcel de Roca tiene la mayor escolarización de toda la provincia y que ese grupo de internos no ha logrado mantenerse en los talleres disponibles porque «se portan bien un tiempo, se los autoriza a participar y terminan causando problemas».
Pedradas, vidrios rotos y causa judicial
La protesta de los internos terminó con un combo violento que incluyó represión, traslado de presos y agresiones de los familiares contra los autos del personal carcelario. Cerca de las 7 de ayer el juez de Ejecución Penal, Juan Pablo Chirinos, intentó por última vez negociar con los detenidos. Les propuso que los familiares que estaban dentro del Pabellón 3 sean trasladados hasta la sala de visitas para comenzar a analizar allí, «caso por caso», los planteos, con los respectivos expedientes en la mano.
La propuesta fue nuevamente rechazada por los internos, que quisieron redoblar la apuesta. Pero un par de horas después sintieron el rigor del Cuerpo de Intervenciones Especiales Penitenciarias (CIEP) que recuperó el pabellón, a fuerza de gases lacrimógenos, forcejeos y golpes.
Las visitas, siete mujeres y tres hombres, fueron retiradas en pequeños grupos cerca de las 10. Algunos lo hicieron con el rostro tapado al principio, pero una vez que cruzaron el portón de la cárcel comenzaron a lanzar todo tipo de insultos contra las autoridades judiciales y del penal, porque denunciaban que habían sido golpeados. Una de las mujeres dijo que la agredieron a pesar de haber informado que estaba embarazada. Sin embargo, para las máximas autoridades del Servicio Penitenciario, el desalojo fue un procedimiento «limpio».
Después de la salida de los dos primeros grupos de mujeres, el personal inició el traslado de los presos sancionados hacia la Comisaría Tercera. La tensión se palpaba a cada segundo y se volvió a transformar en violencia cuando dos de los tres hombres que estaban de visita, apenas salieron del penal comenzaron a arrojar piedras hacia los autos que estaban afuera. Rompieron las lunetas de un Ford Ka, un Fiesta, una EcoSport, un Fiat Uno, un Peugeot 207 y una Renault Kangoo, todos vehículos pertenecientes a agentes penitenciarios y policiales.
Los jóvenes, ambos hijos de uno de los detenidos, emprendieron una rápida huida hacia el barrio Tiro Federal y se perdieron entre los recovecos del sector. Las mujeres se sumaron enseguida a la pedrada pero no provocaron daños ni lesionados. Hubo corridas por el barrio, pero la policía no detuvo a nadie.
Los internos trasladados, según informó anoche el jefe del SPP, son Marcelo Sepúlveda, Raúl Maureira y Luis Salinas (a Viedma), Jorge Villegas, Sergio Pérez Guajardo y Ariel Humebrto García (a Choele Choel) y Cristian Pérez (a Cipolletti). Los restantes permanecen en Roca. Además de la sanción disciplinaria y el traslado como «medida accesoria», todos fueron imputados en una causa penal por el delito de «coacción», al igual que los familiares que los acompañaron durante los dos días de protesta.
Redacción Central
Fotos: Andrés Maripe – Emiliana Cantera – PFP/Carlos Mir
Después de la salida de los dos primeros grupos de mujeres, el personal inició el traslado de los presos sancionados hacia la Comisaría Tercera. La tensión se palpaba a cada segundo y se volvió a transformar en violencia cuando dos de los tres hombres que estaban de visita, apenas salieron del penal comenzaron a arrojar piedras hacia los autos que estaban afuera. Rompieron las lunetas de un Ford Ka, un Fiesta, una EcoSport, un Fiat Uno, un Peugeot 207 y una Renault Kangoo, todos vehículos pertenecientes a agentes penitenciarios y policiales.
Los jóvenes, ambos hijos de uno de los detenidos, emprendieron una rápida huida hacia el barrio Tiro Federal y se perdieron entre los recovecos del sector. Las mujeres se sumaron enseguida a la pedrada pero no provocaron daños ni lesionados. Hubo corridas por el barrio, pero la policía no detuvo a nadie.
Los internos trasladados, según informó anoche el jefe del SPP, son Marcelo Sepúlveda, Raúl Maureira y Luis Salinas (a Viedma), Jorge Villegas, Sergio Pérez Guajardo y Ariel Humebrto García (a Choele Choel) y Cristian Pérez (a Cipolletti). Los restantes permanecen en Roca. Además de la sanción disciplinaria y el traslado como «medida accesoria», todos fueron imputados en una causa penal por el delito de «coacción», al igual que los familiares que los acompañaron durante los dos días de protesta.
(Redacción Central)
http://www.rionegro.com.ar/diario/penal-2-violenta-respuesta-a-un-conflicto-anunciado-7882500-62202-nota_multifoto.aspx