La detención de la dirigente jujeña Milagro Sala reinstala la discusión de un tema que creíamos superado en la sociedad argentina: si la criminalización de la protesta puede ser una herramienta legítima e idónea para afrontar los conflictos que la originan.La Asociación Pensamiento Penal expresa su enérgico rechazo al renacimiento de estos mecanismos, que la historia reciente ha demostrado que no contribuyen a la causa de la pacificación y que, muy por el contrario, sirven para profundizar y agravar los problemas que se pretenden resolver.
La detención de Milagro Sala trasciende a su persona y exterioriza un modo antagónico de ver la realidad, donde se supone (equivocadamente) que el derecho penal es la vía para resolver los conflictos sociales y políticos, descartando los caminos del diálogo y la convivencia. Alentar estas expectativas en la parte de la sociedad que confía en estos métodos es apostar a las indefectibles frustraciones que habrán de sobrevenir.
En la República no hay ni debe haber ciudadanos o ciudadanas privilegiados. Si existen sospechas sobre la actuación de cualquier persona, el camino es el de exponer ante las autoridades competentes las evidencias de las conductas presuntamente ilícitas para que se esclarezcan por los carriles correspondientes. Pero, en ese contexto, la detención preventiva que sufre Milagro Sala (que es la misma medida que sufren y padecen miles de argentinos que se encuentran en similares condiciones) se convierte en un mecanismo extorsivo, innecesario e ilegítimo, que solamente pretende adelantar penas sumarísimas sin recurrir al debido proceso legal.
21 de enero de 2016