Avanzada de EE:UU. sobre la región. Un informe del Departamento de Estado criticó políticas argentinas contra el narcotráfico. El vice de Obama pidió que no se avale la despenalización en el continente.

Tres hechos sin relación aparente sucedidos en los últimos quince días dejaron en evidencia la preocupación de los Estados Unidos en que su patio trasero continúe con lucha antidrogas que ellos promueven desde hace décadas. Uno: la visita a Centroamérica del vicepresidente de Obama, Joe Biden, dejando en claro a presidentes y candidatos que su país no avala la despenalización del consumo de drogas. Dos: el informe presentado el martes por el Departamento de Estado, que critica duramente a la Argentina por sus políticas de combate al narcotráfico y de lavado de dinero. Y tres: el documento de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife) –un órgano que depende de la ONU– que señaló que el 2,6 por ciento de la población argentina de entre 15 y 64 años consumió cocaína al menos una vez en el año. Ese dato es el que tomaron varios medios para informar esta semana que el consumo de cocaína es el mayor de América del Sur. El dato en el que se basa la nota, sin embargo, es de 2006. Muchas coincidencias.
En el informe del área que comanda Hillary Clinton sobrevuela todo el tiempo una crítica que tiene un tufillo a pataleo. Sostiene en varios tramos que la DEA, la agencia antidrogas estadounidense, no obtuvo en 2011 la colaboración del Estado argentino. Se queja el informe, por ejemplo, que fueron desarticuladas fuerzas especiales que operaban en Salta y en la triple Frontera. Y señala que el control de tráfico de drogas fue pobre, al no contar con la asistencia de la DEA. “Son limitadas las capacidades argentinas para montar operaciones complejas a largo plazo con el narcotráfico”, argumenta. El texto no sólo fustigó la lucha antidrogas. También castigó las políticas antilavado: ubicó a la Argentina en el grupo de países de “preocupación primaria” por el desarrollo de esa actividad irregular en todo el sistema financiero. Esa vulnerabilidad –dice el informe– “expone a la Argentina a un riesgo de financiación del terrorismo”.
Desde la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) informaron a Miradas al Sur que los informes del Departamento de Estado y de la Jife “tienen datos erróneos y desactualizados”. El organismo que dirige Rafael Bielsa comunicó que hoy el consumo ya no es del 2,6 por ciento sino que bajó al 0,9 por ciento, en coincidencia con el promedio de 1 por ciento de la región. Dice la Sedronar: “Con respecto a los decomisos, el Departamento de Estado dice que bajaron por la no presencia de la DEA. Pero ellos recortaron los gastos que destinan a nuestro país. Ellos dicen que es por falta de cooperación, pero la realidad es que no pueden aducir que hay menos decomisos por menos presencia de la DEA. En definitiva, lo que dice el informe no es la realidad de Argentina en este momento.”
Un funcionario del Gobierno nacional fue más duro en su análisis: “Es un informe de segundo nivel en el que funcionarios de cuarta línea intentan imponerle políticas de narcóticos a la Argentina”, se queja ante Miradas al Sur. “Además –apunta– tiene datos erróneos: el Ministerio de Seguridad tuvo el año pasado récord de decomisos de drogas, una de las principales variables para medir las políticas antidrogas.” Según datos del área que dirige Nilda Garré, en 2011 se incautó más droga que en los años previos. En cifras: 6.306 kilos de cocaína y 92.615 kilos de marihuana decomisados por las cuatro fuerzas de seguridad federales.
Tanto el informe de la Jife como el del Departamento de Estado fueron dados a conocer en la misma semana en la que el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, se reunía con los presidentes de El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. “Fue llamativa la visita del vice por todo Centroamérica. En México citó en su hotel a los tres principales candidatos a presidente para exigirles que, de llegar al poder, no quiten la criminalización de la tenencia”, comenta aMiradas al Sur una fuente que investigó al narcotráfico en la Argentina y dirigió áreas claves en el tema. A presidentes y candidatos Biden les advirtió que era una mala idea legalizar el consumo de drogas. Que el debate podía existir, pero que la administración Obama no la apoyaría. Quizás una señal para la derecha estadounidense, con miras a las próximas elecciones en ese país.
Para reforzar esa idea, también dio una conferencia el general al cargo del Mando Sur de EE.UU., Douglas Fraser. Reconoció que del total de droga que se detecta en Latinoamérica sólo se decomisa el 33 por ciento. El militar explicó que esa cifra corresponde a la droga que detectan a través de operaciones de inteligencia o de seguimiento de barcos y avionetas que la transportan, pero no al total de la droga que transita la región. Y señaló que aunque cuentan con buena información aérea por radar, no tienen con los barcos suficientes para interceptar los objetivos que identifican. Fraser destacó el rol de su mejor alumno en la región, Colombia, y dijo que Plan Colombia podría ser aplicado a otros países. El general concluyó con un sincericidio ante los periodistas: “Estados Unidos es aún el mayor consumidor de cocaína del mundo”.
Biden fue quien creó en 1988 el “acta de lucha contra el abuso de drogas”. ¿Qué estipulaba? Por ejemplo: condenas de cinco años de cárcel para la posesión de crack, la pasta base que se consume en EE.UU. Como en esos años el crack era mayormente consumido por la comunidad negra, las cárceles se llenaron de jóvenes negros y pobres. Hoy los EE.UU. tienen la mayor población carcelaria del mundo: casi dos millones y medio de personas. “La gran mayoría de la población penitenciaria de ese país está confinada debido a la penalización del uso de las drogas, y es desproporcionado el porcentaje de población negra en prisión o bajo libertad condicional. En la actualidad la población encarcelada supera el número de esclavos que existían en 1850”, dice un informe de una ONG hondureña.
Precisamente en la reunión que se realizó en Honduras, el presidente guatemalteco Otto Pérez declaró públicamente que había que legalizar el consumo de drogas. Y se quejó de la falta de apoyo de los EE.UU. en la lucha contra el crimen organizado. Las palabras de Pérez fueron apoyadas por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y la mandataria costarricense, Laura Chinchilla. EE.UU. ya se atajó y aceptó discutir en la próxima Cumbre de las Américas el tema. “En este contexto, se entiende el porqué de los informes que se dieron a conocer esta semana”, indica la fuente especializada en narcotráfico. Y agrega: “Hasta la década del ‘80 nunca existió en la región una ley que no penalizara sólo lo que no es tráfico. Fue una medida impuesta por Nixon, que se profundizó con Reagan y que cambió el paradigma: así, el tenedor de drogas pasó a ser considerado como el primer eslabón del narcotráfico”.
Mucho antes, a fines del siglo XIX, EE.UU. optó por el prohibicionismo. La prohibición de las drogas terminó siendo una mezcla ideológica entre el positivismo médico y el puritanismo clásico de la ética protestante. En los años ‘80 del siglo siguiente ese país empezó fuertemente con su “guerra contra las drogas”. Una guerra que perdió: lleva gastados más de 500 mil millones de dólares, encerró a cientos de miles de personas y el consumo sigue creciendo. Un dato: en los EE.UU. hubo en un año 16 mil muertes por drogas peligrosas contra 1.600.000 por tabaco y alcohol. Sin embargo, el foco está puesto en ese uno por ciento. ¿Por qué entonces ese modelo prohibicionista sigue teniendo éxito en el mundo y sigue siendo copiado por muchos países?
El debate está abierto. Los presidentes de la región plantean que una solución solamente prohibicionista no ha servido para combatir adecuadamente las consecuencias del uso abusivo de sustancias. Muchos presidentes de la región “plantean que la solución solamente prohibicionista no ha servido para combatir adecuadamente las consecuencias del uso abusivo de sustancias”, dijo Bielsa hace unas semanas. Y agregó: “Si muere más gente por la guerra contra las drogas que por el consumo, ahí hay un dato empírico”.

En números

0,9
Es el porcentaje de la población argentina de entre 15 y 64 años que consumió
cocaína al menos una vez al año, según los datos de la Sedronar. Un órgano de la ONU
había señalado que era del 2,6 por ciento, pero el dato es de 2006.

6306
Son los kilos de cocaína que se incautaron en todo 2011, de
acuerdo con los registros del Ministerio de Seguridad de la Nación. Según el área
que dirige Nilda Garré, se trata de una cifra récord, mayor a años anteriores.

Fuente: http://sur.infonews.com/notas/un-revival-de-la-lucha-antidrogas