La Asociación Pensamiento Penal manifiesta su profunda preocupación frente a los obstáculos que viene sufriendo el colectivo solidario “Yaha Porá” para llevar adelante talleres en las unidades penales de Corrientes, lo que comenzó con restricciones de horarios así como limitaciones de toda índole durante el último año y que en la actualidad se profundizó con la prohibición de acceso en la unidad 1 con asiento en la capital de la provincia.
Esta serie de acontecimientos implican una vulneración de los derechos fundamentales de los privados de libertad y, particularmente, un agravamiento de las condiciones de detención, en tanto el fin último de la prisión debería ser la reeducación y la reinserción social. Y justamente, las actividades de Yaha Porá constituyen un aspecto central en la construcción del concepto de pacificación social.
La paz como construcción social nos atraviesa a todos. Involucra a todos los individuos, los que vivimos en libertad y los que están privados de ella, por lo que la problemática de Yaha Porá es una cuestión de trascendencia social e institucional.
Las expresiones artísticas del colectivo (artesanías en madera, audiovisuales, muralismo, radio, etc.) le dieron la posibilidad a los internos de trascender al encierro, revalorizando al hombre detrás de las rejas, quienes al día de hoy gozan de reconocimiento social debido a la participación en ferias de libros, exposiciones de artesanos, concursos audiovisuales. Todo lo cual ha generado expectativas laborales ciertas en aquellos que recuperaron la libertad así como un estímulo para los demás internos.
En este contexto, el mantenimiento y sostén de estos espacios está íntimamente ligada al fin de inclusión social de los internos. El arte es una herramienta de transformación social y reinserción, pues la expresión personal es una forma de auto-regeneración y auto-curación para las personas que están en situación de castigo.
La acción sociocultural en un centro penitenciario tiene por tanto dos pilares básicos desde los que ejerce su proyección: uno hacia el interior, sanear el ambiente, ayudar a curarse al interno, motivarle a comenzar una vida nueva; y otro hacia el exterior, el crear lazos de comunicación con las instituciones sociales. Se trata pues de renovar y promocionar al sujeto como persona y ponerle en contacto con la sociedad para intensificar su reinserción. Pero otra meta a conseguir de la acción sociocultural es preparar al interno para poder disfrutar de su libertad en el medio social.
Los diversos inconvenientes de la privación de la libertad (aislamiento, problemas psicológicos, separación de su entorno) dan mayor protagonismo a dichas acciones socioculturales como medio eficaz para educar para la libertad, por lo que la ayuda post-penitenciaria debe comenzar cuando el interno se encuentra aún en prisión.
Desde la Asociación Pensamiento Penal instamos a la pronta solución de los trámites administrativos para la continuidad de las tareas de Yaha Porá en las unidades penales de Corrientes, pues el colectivo solidario ha realizado notables esfuerzos durante una década para permanecer y trascender el ámbito carcelario sin ayuda económica ni sostenimiento del Estado, lo cual es motivo de orgullo y dedicación entre los internos y quienes desde afuera están ligados a esa expresión cultural.