Según datos oficiales, la mayoría de los transgresores son varones, circulan en dos ruedas y tienen menos de 40 años. Desde que se iniciaron los controles voluntarios de ingesta de alcohol, en mayo de 2007, hasta el fin de semana pasado, aumentaron en un 10% las actas por esa infracción. En cuanto a los cambios de hábitos, se observa que muchos jóvenes optan por no llevar el auto para poder ingerir bebidas alcohólicas. Los motociclistas representan casi el 70 % de los infractores
Hubo enojos y discusiones. Muchos se desesperaron por buscar escapatorias. Hay quienes abandonaron la idea de salir en auto. Y otros que se esmeraron por llevar un conductor responsable (los menos). Algunos fines de semana la provincia estuvo plagada de controles y en otras ocasiones ni aparecieron. Pasaron cinco años desde que los alcoholímetros salieron a las calles a cazar a quienes tomaban de más y se arriesgaban al ponerse frente al volante. Y aunque en las salas hospitalarias aún no se ve un alto impacto, la medida se hace notar cada vez más en las costumbres de la gente.
Desde que se iniciaron los controles de alcoholemia, el 11 de mayo de 2007, hasta el último fin de semana se secuestraron 7.880 vehículos, cuyos conductores estaban ebrios según un informe de la Secretaría de Transporte de la Provincia. Fueron a parar al corralón, en promedio, 131 rodados por mes. Si se cotejan los primeros meses de operativos con los últimos, se percibe un aumento de las infracciones del 10 %.
Límites
La ley establece que los conductores de rodados particulares no pueden circular con más de 0,5 g de alcohol en sangre. Los motociclistas tienen un límite de 0,2 g mientras que quienes manejan vehículos de carga o transportes públicos de pasajeros no pueden beber nada de alcohol. Las sanciones van desde el secuestro del vehículo, la retención del carnet de manejo por un mes o más (depende del nivel del dosaje) y el pago de una multa que ronda los $ 1.000 o más.
Según el director de Transporte, Roberto Viaña, muchos jóvenes modificaron sus modos de movilizarse si es que se embriagan. «Tal vez todavía no han tomado conciencia sobre la peligrosidad de manejar alcoholizados, pero al menos ya saben que hay controles y que no pueden conducir libremente bajo los efectos del alcohol», señaló.
Las cifras muestran claramente que la mayoría de los infractores (el 71%) tiene menos de 40 años. La franja que va de los 31 a los 40 es la más sancionada (casi el 40% de los test le dieron positivo). Le siguen los de 21 a los 30.
Las franjas etarias menos infractoras multadas son las que van de los 61 años 70 y de los 11 a los 20.
Quienes más inconvenientes tuvieron a la hora de soplar la boquilla que determina el grado de alcohol en la sangre fueron los motociclistas. Del total de los secuestros siempre aparecieron en más de la mitad. Y cada año se incrementó la cantidad de sancionados que iba en dos ruedas: mientras que en 2007 eran el 52 % de los infractores, el año pasado treparon al 69%.
Según las estadísticas, la mayoría de los que no pasaron el control de alcoholemia fue porque tenían entre entre 0,5 y 1 gramo de alcohol en sangre. Este nivel es lo mínimo, pero ya se considera que el conductor no posee sus reflejos al 100%. En otras palabras, quienes más fueron sancionados habían tomado entre dos o tres vasos de vino, por ejemplo (aunque esto varía según la contextura física de cada persona).
La sorpresa la dieron este año quienes manejaban completamente borrachos. Mientras que en los primeros controles representaban el 20 o el 30%, en 2012 fueron el 45% de los sancionados. Algunos de ellos iban al volante al borde del coma etílico, al que se ingresa al llegar a los 4 gramos.
El riesgo femenino
Se dice que toman alcohol igual que los hombres. Y que por su contextura física se emborrachan más rápido. Se dice también que cuando van al volante son un «peligro constante». Sin embargo, todos estos dichos acerca de las mujeres se esfuman al ver las estadísticas de los controles de alcoholemia: sólo el 20% de los infractores son féminas.
El impacto
Acerca del impacto de los controles de alcoholemia, Viaña opina que es un error creer que por sancionar a los que manejan ebrios bajarán un 100% los accidentes. Es más, reconoce que el alcohol sigue siendo uno de los factores determinantes de la inseguridad vial de la provincia. El funcionario, sin embargo, trata de buscar el lado positivo: «si logramos salvar una vida, aunque más no sea, ya hemos hecho una buena obra».
Cuando se le consulta si los controles influyeron o no en la cantidad de bebidas que consume la juventud, Viaña sostiene que este fenómeno tiene muchos causantes y que, por lo tanto, se deben tomar varias medidas para enfrentarlo. Lo sabe perfectamente: cada fin de semana, se sienten o no frente a un volante, los jóvenes buscan en el alcohol la diversión.