Inútil
En un caso donde se juzgaba la matanza de dos perros en lo que era un problema entre vecinos, llegó el turno de declarar a la esposa de quien sería el principal sospechoso. Al hombre se lo acusaba de haber envenenado los perros de los vecinos de al lado. La mujer se sentó frente al tribunal y comenzó diciendo:
-No creo que haya sido mi esposo. Él no sabe hacer nada. Y no digo que no sepa hacer nada bien. No sabe hacer nada ni para bien ni para mal. Un adorno por lo menos decora, pero él (mirando a su esposo) ni siquiera sirve para decorar. No tengo dudas de que no mató a los perros.
Los jueces no le preguntaron nada más, pero el abogado del acusado respiró:
-Este testimonio nos va a servir de mucho -le comentó en voz baja a su cliente-.
Apostar al dólar
Durante un debate por homicidio, los jueces interrogaban a una testigo que era familiar de la víctima.
-¿Usted sabía si tu tía (la víctima) tenía ahorros?
-Sí, los tenía -respondió la testigo.
– ¿Y conocía la metodología de ahorro de su tía?
-Sí, mi tía era de ahorrar en dólares…
Entonces intervino uno de los abogados y dijo:
-Al final era verdad de que en este país el que apuesta al dólar pierde….
Vidente en serio
En un juicio por homicidio en San Rafael, uno de los testigos que había sido propuesto por la defensa del único imputado resultó ser un “vidente y tarotista”, tal como definió su ocupación cuando se la preguntaron.
El hombre se prestó al interrogatorio hasta que en un momento dado no contestó una pregunta, cerró sus ojos y presionó la parte de arriba de su nariz con los dedos pulgar e índice de una de sus manos. Parecía estar en trance.
-¿Le pasa algo? -le preguntó uno de los jueces.
-Es que acabo de tener una visión -respondió el vidente.
-¿Ah sí? ¿Y se puede saber qué visión tiene?
-Veo la muerte de Horacio (el imputado) en la cárcel. Me parece que no hay que condenarlo.
De inmediato los magistrados dieron por terminado el interrogatorio del vidente. El acusado terminó condenado. Y dos años más tarde fue asesinado en la cárcel de Mendoza.
Ojos bien cerrados
Un juez del foro local se había hecho famoso por escuchar los alegatos con los ojos cerrados.
En un juicio, un abogado que desconocía la situación, pensó que el juez realmente dormía, razón por la cual frenó su alegato hasta tanto el magistrado no se despertara.
-Si no me escucha el señor juez no puedo seguir -soltó el letrado.
El juez sin abrir los ojos le respondió:
-El código me obliga a escucharlo no a mirar su cara…
¿Ciego o analfabeto?
En un debate llevado adelante en San Rafael un testigo tuvo que acercarse hasta la mesa del tribunal ya que le habían pedido que leyera un escrito que tenía que ver con la causa.
El hombre se puso de pie y llegó hasta el estrado donde estaban los papeles para que leyera.
-Mmmm es una letra muy pequeña -explicó el testigo.
-¿Y no tiene lentes?
-Sí, pero me los olvidé en casa -contestó.
Pero la suerte no estaba de su lado y desde el público habló su hijo: “Yo te los traje papá”.
De ese modo, el joven le acercó los anteojos y su padre puso cara de que leía.
-Lo siento, la letra es muy pequeña… -volvió a decir.
En eso, uno de los magistrados dijo que él tenía una lupa de gran grado de magnificación y se la dio.
El testigo notó que las letras a través de la lupa se veían gigantes. Y no tuvo más remedio que confesar:
-Lo que pasa es que en verdad no sé leer…
¿Casquivana?
El testigo ya había dado su relato en un caso de homicidio y uno de los jueces intentó hacer un racconto de todo lo que el testigo había hablado. La situación se había dado a la salida de una discoteca. El juez estaba a punto de jubilarse y el testigo tenía 19 años.
-Entonces usted salió del boliche con la chica…
-Sí.
-¿Y era una chica bien?
-¿Cómo bien?, ¿si estaba bien?
-No, quiero saber si no se trataba de una casquivana…
-¿Una qué?
-Y… medio casquivana…
-¿Usted quiere saber si estaba linda la chica?
-Déjelo así…
Prefiriría que no
Sentado frente a un secretario, un imputado por un robo brinda su declaración indagatoria. Hecho lo cual, el auxiliar le informa que en el plazo de diez días el juez decidirá su situación.
-Vea señor Ríos, el juez tiene un plazo para resolver lo suyo-le indicaron.
-Ah, ¿y qué puede hacer el juez con mi caso?
-El juez tiene tres opciones: lo puede procesar y mandar su causa a juicio; puede darle la falta de mérito o bien puede sobreseerlo.
-Bueno, si me pregunta a mí, ¡¡¡prefiero que me sobresea!!!
Declarando por un sueño
En un juicio estaba involucrado un funcionario público del gobierno de Cobos. Cuando fue su día para declarar llegó al tribunal muy bronceado, con un atuendo muy llamativo y unos anteojos oscuros muy grandes.
Uno de los abogados querellantes inmediatamente soltó una carcajada, lo que motivó un pedido de explicaciones por parte del presidente del Tribunal.
El abogado respondió
-Disculpe señor juez, por un momento pensé que me había confundido y no estaba en un tribunal sino en “declarando por un sueño”.
La luz que me alumbra
Durante la instrucción de un caso de robo de burros en Lavalle llegó a declarar un hombre de la zona vestido como un gaucho de esos que van a la Vendimia. Los jueces tenían datos acerca de que él tenía algo que ver con los robos. El gaucho comenzó a hablar y era tal el grado de mentiras que decía, que uno de los magistrados lo detuvo y le preguntó:
-Mire, ¿jura por la luz que nos alumbra que todo lo que dice es la verdad verdadera?
-Más vale -contestó el baqueano.
El mismo juez abandonó por un rato su lugar y fue hasta el sitio donde estaban las llaves de las luces de la sala para apagarlas de a poco. Luego regresó a escuchar las mentiras del declarante, quien veía cómo la sala se iba quedando a oscuras. El juez lo detuvo de nuevo y volvió a preguntarle casi en penumbra:
-Entonces, ¿jura por la luz que nos ilumina que nos está diciendo la verdad?
-¿Si digo la verdad se va a prender la luz de nuevo? -culminó el gaucho.