El secretario de Derechos Humanos de La Pampa, Rubén Funes, se reunió con presos y autoridades judiciales y policiales de General Acha, a raíz de denuncias penales y civiles por casos de torturas en la alcaidía.
Las denuncias son del 2011. Fueron realizadas por el abogado Omar Gebruers, en representación de víctimas de esas golpizas.
Ahora, a partir de que se reflotó el tema, el secretario fue a Acha sin conocer cuáles eran los hechos relatados por Gebruers. Así, pidió a los fiscales Máximo Paulucci y Juan Bautista Méndez que investiguen. Pero, en realidad, esos casos ya están siendo investigados desde 2011. Una de las causas, incluso, está para juicio, con policías procesados.
Presos
También, Funes se reunió con los jefes policiales. Incluso, se entrevistó a solas con los presos de la alcaidía, el mismo lugar donde fue asesinado Juan Carlos Canale en 20o2. Ese crimen aún está impune: los policías dijeron que fueron otros presos. Estos, a su vez, acusaron a los uniformados.
«Nos entrevistamos, a solas, con los presidiarios. Todos los presos dijeron que estaban siendo tratado conforme a derecho«, dijo el funcionario al ser consultado por DiarioTextual.com.
Los dos casos
Una de las denuncias se refiere al caso de dos varones y dos mujeres. «Son chicos de unos 13 años», dijo Gebruers a este diario. «Andaban en un auto. Los esposaron, los tiraron al piso y los pisaron. También les golpearon la cara contra una vereda. Antes de llevarlos a la comisaría, dieron dos veces el auto contra un árbol para dañarlo».
Los llevaron a la comisaría, según Gebruers. «Los trasladaron al servicio de calle, al mismo lugar donde mataron a Juan Carlos Canale. Abrieron un armario y empezaron a repartir tonfas. En ese momento, llegó la mamá de uno de los detenidos que, a los gritos, evitó una golpiza». Esa causa está para juicio, con policías procesados.
El otro caso afectó a un joven de la ciudad de Buenos Aires. «Es licenciado en Comercio Exterior, que estaba en el centro de Acha dando vueltas con un amigo, en su auto. Los detuvieron en la calle, le preguntaron qué estaban haciendo. Lo esposaron y lo llevaron a la comisaría. Lo tuvieron demorado hasta el día siguiente. Lo hicieron desnudar y lo obligaron a hacer saltos de rano, mientras debía gritar: ‘Soy un boludo, soy un boludo’«.
