“Me tengo que resignar y nosotros seguimos preguntando donde está Miguel”. En once palabras Rosa Bru, la mamá de Miguel quien fue desaparecido hace 19 años por integrantes de la policía bonaerense, resumió su bronca y asco por la libertad de Justo López, uno de los uniformados que secuestró, torturó, asesinó y desapareció el cuerpo del estudiante de Periodismo, quien inauguró la lista de desaparecidos de la Democracia criolla.
Ayer dos jueces de la Cámara de Apelaciones y Garantías de La Plata beneficiaron al asesino de Miguel con libertad condicional para que pueda afianzar sus vínculos familiares y sociales, tal como había solicitado la defensa de López.
“Este hijo de puta recuperó la libertad y no sabemos nada de Miguel”, expresó resignada la mujer en entrevista con Diagonales.com, quien aclaró que López no cumplió 18 años y nueve meses tras las rejas. “Los jueces llegaron a ese cómputo porque le aplicaron la ley del dos por uno a los primeros tres años que estuvo detenido antes de recuperar libertad”. López efectivamente, estuvo quince años tras las rejas.
Al histórico juicio realizado en 1999, todos los policías llegaron en libertad y fueron detenidos meses después, una vez que la condena fue confirmada por instancias superiores. Para este caso el sistema Judicial cumplió con las garantías procesales. Los condenados, que durante el proceso contaron con el amparo del ex juez Amílcar Vara –luego destituido por graves irregularidades-, eran policías.
“Estoy preocupada porque un asesino más está en la calle, y me preocupa la integridad física de los testigos que declararon en el juicio”. La mujer tiene razones para fundamentar su temor. El 28 de mayo de 1999, la fiscal del juicio María Scarpino, denunció que López le cruzó un Ford Falcon desde el que la insultó y amenazó, cuando iba a buscar a sus hijos al colegio. Como fiscal de primera instancia, en 1997, Scarpino solicitó la condena a perpetua para López y su cómplice Walter Abrigo.
Durante el juicio oral por el caso Bru los testigos demostraron su pánico a los acusados. Varios declararon haber sido intimidados para no hablar. Repetidas veces quienes declaraban miraban a los acusados en lugar de mirar a los jueces, y se les llamó la atención por ello.
“Me acuerdo que el fiscal (Héctor) Vogliolo vio los gestos de Abrigo, cuando amenazaba de muerte a los testigos”, recordó Rosa.
“Lamentablemente así son los tiempos de la Justicia, tiempos que no comprendo, que no comparto, porque López nunca colaboró con la búsqueda de Miguel”, agregó la mujer. “Me tengo que resignar y nosotros seguimos preguntando donde está Miguel”.
-¿Tiene esperanzas que finalmente declare y diga dónde está su hijo?
– No lo hizo estando preso menos lo va a hacer ahora, no declaró nunca. En el juicio lo único que dijo fue “soy inocente me tienen cansado con todo esto”.
El caso Bru está lleno de situaciones poco claras, ataques y muerte. Un testigo directo, Horacio Suazo, quien estuvo detenido en la comisaría Novena el 17 de agosto de 1993, murió en un confuso enfrentamiento armado con la policía al salir de la cárcel. Su hermana, Celia Giménez, declaró que él le contó que vio las torturas a Bru. Como testigo indirecto, la mujer dio vuelta el caso.
El comisario Eloy González, quien estuvo al frente de un grupo creado especialmente para el caso, recibió un mensaje elocuente: un día, mientras su equipo buscaba el cuerpo de Bru, una ventanilla de su auto apareció destruida a balazos.
Jorge “El Chavo” Ruarte aseguró que vio cuando un grupo de policías metía a Bru en un cuarto de la seccional. Sus hijos fueron secuestrados y fue agredido varias veces en la cárcel.