El hombre de pelo gris llega al pabellón de Educación con un bolso y una frazada. Saluda a algunos de los internos que festejan el Día de la Independencia en el salón principal del penal. Viste sobrio: jeans, zapatillas, camisa celeste y un sweater gris. Hace diez años, vivía en un chalet en Carmel, Pilar, junto a su esposa. Un misterioso crimen interrumpió bruscamente esa convivencia y cambió el destino de toda una familia.
El 27 de octubre de 2002, María Marta García Belsunce aparecía muerta en el baño de su casa. El primero en llegar a la escena fue el viudo, Carlos Carrascosa. Poco después se descubriría que lo que se pensó como un accidente doméstico no era otra cosa que un homicidio: María Marta había recibido cinco disparos en la cabeza.
Desde el penal de Campana, donde se encuentra hace tres años, acusado de ser coautor del crimen, Carrascosa insiste en su inocencia y asegura que todavía cree que en algún momento se hará Justicia. El año pasado, mientras seguía por televisión el juicio a la familia de su esposa, creyó que ese momento llegaría.
«Escuché los testimonios de [Héctor] Moreira y de Catalina Vargas , y pensé que por fin la Justicia se daría cuenta de que hemos sido injustamente acusados y los asesinos de María Marta siguen libres», dice.
Los testimonios que Carrascosa creyó que ayudarían fueron el del médico forense Héctor Moreira, perito que practicó la autopsia, y el de Catalina Vargas, empleada doméstica de los Bártoli.
Entre otras cosas, Moreira descartó que los orificios de bala hubieran sido tapados con pegamento. «Macroscópicamente, no encontramos nada que indicara que lo pegado o atascado [en las heridas] era por pegamento, sino más bien que fue por la acción del formol y la putrefacción», sostuvo el médico.
Para Carrascosa, esos testimonios «no fueron suficientemente valorados». Finalmente, la Justiciacondenó por encubrimiento a Guillermo Bártoli, cuñado de la víctima, Horacio García Belsunce, hermano, John Hurtig, medio hermano, Sergio Binello, vecino y Juan Gauvry Gordon, uno de los médicos.
«Fue horrible. Ver a los familiares de María llegar al penal me generó una sensación de angustia, por saber lo duro que era para ellos, y a la vez de impotencia, porque confirma que se siguen ensañando con nosotros», dice Carrascosa.
La convivencia en Campana duró poco: días después de la condena, los acusados de encubrimiento fueron excarcelados previo pago de fianza.
«Yo sigo acá por las teorías que instaló [el fiscal de San Isidro Diego] Molina Pico. Pero basta de teorías, quiero que se encuentre al verdadero asesino», insiste el viudo. «Llevo tres años pagando una pena por un crimen que no cometí».
LA VIDA EN PRISIÓN
Por momentos siente que está viviendo una película, asegura. «Nunca pensé que la vida se podía dar vuelta así. A veces siento que estoy atrapado en una novela, que esto no puede ser real», dice.
El pabellón donde está alojado tiene capacidad para 32 presos y hay 16 celdas. Comparte la suya con un compañero al que apodan Pinocho. Dice que su pasado en la Marina Mercante le hizo más fácil aprender a convivir con tantas personas en un espacio reducido. «Aunque a la Marina la elegí, a esto no».
Sus días en el penal son bastante monótonos, aunque intenta mantener la cabeza ocupada. Se levanta a las 6, lee los diarios y ve los noticieros, hace un programa de radio con otros compañeros, trabaja unas horas en el taller de encuadernación.
Incorporó a su vocabulario parte de la jerga tumbera: habla de los «cobanis» (guardiacárceles) y de los presos que «la están pagando» ahí adentro. «Así dicen todos, que la están pagando. Pero yo, al contrario, estoy cobrando por un crimen que no cometí», insiste.
Le gusta leer, lo último que leyó fue la trilogía de Stieg Larsson. Y también está escribiendo un libro que es una especie de autobiografía aunque, dice, gran parte trata sobre el crimen de María Marta. «Cuando puedo, camino un poco, por cuestiones de salud», explica Carrascosa. Hace un tiempo, ya estando en prisión, tuvo que ser operado por un problema en la carótida . Dice que ahora tiene que tomar siete medicamentos distintos por día.
RECUERDOS DE UN CRIMEN SIN RESOLVER
Su cabeza vuelve todo el tiempo al mismo escenario: un baño, una mancha de sangre en el piso, agua apenas teñida de rojo en la bañera, y el cuerpo sin vida de su esposa. Dice que se quedó petrificado, sin saber qué hacer. Cuenta que inmediatamente recordó un accidente doméstico que había tenido su madre poco tiempo antes. Se había resbalado en el baño. El golpe le afectó tanto que falleció meses después, recuerda Carrascosa.
«[La masajista Beatriz] Michelini llegó atrás mío. Ella me vio en shock y me gritaba que llame al médico y a Bártoli. Así lo contó en su primera declaración. Claro que después dio vuelta su testimonio y tomó las teorías del fiscal», sostiene el viudo de María Marta. La masajista fue la única absuelta de los seis imputados en el juicio del año pasado.
El viudo asegura que desearía haberse dado cuenta de que su mujer había sido asesinada desde un primer momento. «Pero si dos médicos, dos enfermeros, un policía, un fiscal y otras 200 personas que estuvieron ese día en mi casa, no se dieron cuenta ¿Cómo podríamos haberlo notado nosotros?», se pregunta.
Para Carrascosa, a María Marta la asesinaron ladrones que fueron sorprendidos por su presencia. «Evidentemente ella reconoció al menos a una de las personas que entraron en mi casa, y por eso la mataron». Aunque evita señalar a alguien con nombre y apellido, el viudo sostiene que «todos los socios de Carmel son sospechosos».
«Hubo una cámara perimetral que dejó de funcionar esa tarde, y hacía tiempo que todos los domingos había robos en el country», explica.
Todos estos datos, como así también los fallos y documentos de toda la investigación, los testimonios, los detalles del caso, están publicados en el blog Casobelsunce , que ya tiene más de 35 mil visitas. Dos mujeres que lo conocieron durante el juicio decidieron llevar a cabo este proyecto «para que la gente pueda tener acceso a toda la información».
«Me emociona que tanta gente quiera informarse. Creo que fue una gran idea de estas «amigas de la cárcel», como les digo a las chicas que me conocieron ya estando preso. Qué mejor manera de probar mi inocencia que difundir los hechos y dejar que la gente decida, pero con la información completa, y no sólo con lo que sale en los medios o lo que dicen los fiscales», explica Carrascosa.
LA ESPERANZA DE SALIR
«De afuera extraño todo», cuenta. Aunque trata de cocinar sano y recibe permanentemente visitas de amigos y familiares que le llevan comida -dice que ya lo visitaron 130 personas distintas-, recuerda con nostalgia la última vez que se comió un buen plato de milanesa con papas fritas y una copa de vino. Es una de las cosas pendientes, a pesar de sus problemas de salud, para cuando salga, dice.
También quiere seguir con algunos de los trabajos que hacía María Marta, vinculados a la capacitación para micro emprendimientos. Pero en la lista, asegura, tiene prioridad otra cosa: «Cuando salga, voy a reabrir la causa y a ser querellante. Quiero encontrar a los verdaderos asesinos de mi mujer»..