El ministro de la Corte Suprema de Justicia Raúl Eugenio Zaffaroni consideró que la condena contra el juez español Baltasar Garzón «es la expresión de un corporativismo judicial autoritario», y lo calificó como «la aberración propia de un Poder Judicial de herencia napoleónica y un peligro como modelo para todos los jueces del mundo».
Zaffaroni sostuvo que la condena del Tribunal Supremo de España a Garzón a 11 años de inhabilitación «significa la pérdida total de independencia interna de los jueces».
«El fallo tiene un sentido disciplinante para abajo», consideró, y agregó que «es una suerte de dictadura de los cuerpos colegiados de los propios poderes judiciales», dijo en declaraciones a Télam, en las que añadió que cualquier magistrado puede preguntarse «qué no podrían hacerme a mí si le hacen esto a Garzón».
El integrante de la Corte dijo que espera «que el tribunal constitucional español remiende este terrible papelón que hace la Justicia española y, si no lo recompone Tribunal Constitucional de España, lo tendrá que recomponer el Tribunal de Estrasburgo», instancia ante la cual puede llevar el caso el propio Baltasar Garzón, o el mismo ministerio público.
Zaffaroni rescató también que «el mismo ministerio público español, en este caso, actuó con una dignidad que merece el mayor elogio».
Consultado sobre si ese intento de disciplinamiento intentaba cortar la posibilidad de que se investiguen delitos «globales» como los vuelos clandestinos que trasladaron prisioneros de un país a otro, Zaffaroni aceptó esa posibilidad y recordó que «hemos tenido un caso de esa naturaleza; en Italia se intentó sancionar a un ministerio público que quiso investigar esos vuelos».
También indicó que Garzón no podría haber investigado los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura argentina cuando esa posibilidad estaba negada en el país.
Zaffaroni afirmó que «hay dos independencias de los jueces, una externa, que es que el judicial no reciba presiones de facto de poderes como el económico y el político; y una interna, que hay que preservar para que el juez no reciba presiones de los propios órganos del Poder Judicial»
Esto último, consideró, «es lo que garantiza la autonomía del juez para interpretar el derecho, de lo contrario todos los jueces se convierten en empleados o amanuenses del órgano supremo».
El ministro de la Corte y catedrático consideró que «el Poder Judicial no es corporativo ni vertical, cada juez tiene su propia responsabilidad e independencia interna; lo que los jueces tenemos son diferencias de competencia».
«Si entendemos que está equivocado algo que hizo alguien de otra instancia, lo corregimos; pero no podemos imponer una dictadura ideológica desde un cuerpo colegiado supremo. Eso es creer que el Poder Judicial es un ejército», subrayó.