El Servicio Penitenciario tiene la custodia y guarda de las personas privadas de su libertad. Por eso mismo, tiene también la “llave de oro” para que los internos puedan volver a la calle: sus informes de conducta son esenciales para que los jueces determinen la excarcelación anticipada de los detenidos. Sobre ese punto subyace, desde hace ya mucho tiempo, un inocultable manto de sospechas .
Es que de esos análisis depende si un preso puede o no comenzar a gozar del beneficio de las salidas transitorias, un derecho queobsesiona en la vida intramuros. El poder que se les otorga a esos informes, la discrecionalidad y subjetividad con la que el Servicio favorece o dificulta la salida de detenidos, es periódicamente materia de investigación judicial. Sobre todo, cuando ocurren hechos policiales en los que se descubre que el delincuente no estaba en condiciones de salir, o reitera una conducta que jamás fue modificada en el período de encierro. Así, se repiten casos de asesinos que salen y vuelven a matar; o violadores que vuelven a cometer abusos sexuales gozando de algunos de estos beneficios por “conducta ejemplar” carcelaria.
Ese aspecto también forma parte de la compleja trama de la inseguridad: sospechas de corrupción, “venta” de buenos informes o “trabajo sucio” para obtenerlos.
Así, por ejemplo, en noviembre pasado hubo una denuncia de un grupo de seis detenidos de la Unidad Penitenciaria 45 de Melchor Romero, que aseguraron haber sido obligados a salir de noche a robar autos y casas en Capital. Según la denuncia, los agentes penitenciarios hasta les entregaban uniformes policiales, armas y autos . Los detenidos aseguraron que los reclutaban bajo amenazas e intimidaciones, y aportaron fotos de esas situaciones. La denuncia sigue siendo investigada en la Justicia bonaerense. En el fuero federal, fueron echados varios penitenciarios de Misiones por liberar a un piloto narco detenido para que robe una avioneta, la lleve a Paraguay y vuelva a la cárcel .
También hay causas abiertas por la connivencia de guardias para facilitar fugas. El último caso es el de Marcelo Segovia: condenado a 29 años de prisión por el crimen de Emiliano Martinó, salió de la cárcel de Florencio Varela vestido de mujer .
fuente http://www.clarin.com/politica/informes-penitenciarios-llave-oro-libertad_0_746325397.html