«La propuesta escolar y laboral es escasa en la cárcel de Piñero, pese a ser una obligación del Estado brindar ambas a las personas privadas de la libertad», concluye un informe realizado por la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC) en la Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero. Se trata de un relevamiento realizado a instancias de un pedido de la Justicia en el marco de un hábeas corpus correctivo iniciado por la Defensoría de la Cámara Penal. El trabajo señala que «resulta difícil a los internos acceder a la escuela como al trabajo», aun cuando estén interesados en ello y que eso, sumado a la «casi inexistencia de talleres recreativos o lúdicos», convierte al penal con capacidad para unos 640 reclusos en «un depósito de personas».
El relevamiento se orientó a determinar el nivel de educación de los internos, el acceso que tienen a la escuela, el interés en desarrollar actividades laborales y cuántos efectivamente concurren a talleres formativos y actividades recreativas.
Las encuestas se realizaron en dos de los cuatro módulos y abarcó ocho pabellones, cada uno de los cuales alberga a 40 personas. Así, se distribuyeron 196 cuestionarios entre reclusos a quienes se les comunicó que la participación era voluntaria y confidencial. Finalmente, respondieron 130 condenados y 59 procesados. Sólo 7 no contestaron.
La edad promedio de los reclusos que participaron de la encuesta es de 28 años, indica el relevamiento de la CTC, y detalla que casi un 70 por ciento de la población de Piñero tiene menos de 30 años y que la mayoría es menor de 25.
A la escuela. En cuanto al grado de instrucción recibido, un 34 por ciento debe completar la educación primaria, un 58 por ciento requiere educación secundaria y un 7,5 por ciento se encuentra en condiciones de acceder a educación terciaria o universitaria. En este sentido, la CTC destaca que la cárcel de Piñero «no tiene acceso a estudios terciarios ni universitarios».
El informe señala que el 84 por ciento de los encuestados «manifestó interés de avanzar con su educación dentro de la cárcel», pero aclara que sólo un 70 por ciento de estos interesados se inscribió en alguna de las dos modalidades disponibles para cursar. De ellos, el 53 por ciento no fue este año nunca a la escuela.
En este contexto, varios internos remarcaron que no pudieron incorporarse a la escuela por haber entrado a la cárcel luego del inicio del ciclo lectivo y más de la mitad (el 53 por ciento) no fue nunca en lo que va del año.
En tal sentido, la CTC sugiere «rever esta situación y facilitar la incorporación en cualquier momento del año, ya sea a quien viene de otra unidad o que ingresa por primera vez, para evitar una pérdida de tiempo innecesaria».
Trabajo. Respecto de las actividades laborales, el relevamiento arrojó que un 37 por ciento de los 179 encuestados que respondieron participa de talleres fuera de los pabellones, como sastrería, mantenimiento en general y panadería.
Asimismo, hay una tarea denominada «cuartelero», que consiste en realizar la higiene de los pabellones y pasillos del penal, así como recibir y distribuir la comida. Según el trabajo, un 23 por ciento de los internos se dedica a esta actividad que la CTC criticó como una «labor básica, no supervisada por maestros como en los talleres, y que no brinda ninguna formación específica que resulte útil para el momento del egreso».
Por otra parte, un 40 por ciento de los encuestados no realiza ninguna actividad en el presidio.
A modo de descripción, el informe detalla en este marco que en un pabellón de 30 internos hay 20 de ellos que son cuarteleros y que perciben unos 800 pesos mensuales (el peculio más bajo). Luego hay seis que no tienen actividad, dos con salidas fuera de la cárcel (uno laboral y otro de estudio) y otros dos con actividades fuera del pabellón: uno en mantenimiento extramuros y otro en el basural. Y compara los números con los de otro pabellón donde, de 40 internos, «sólo siete tienen asignadas labores fuera del mismo».
Formalidad. «Sin dudas la designación de cuartelero encubre una falta de actividades para asignar», apunta en este sentido el informe de la CTC, y explica: «La institución, al generar esta práctica, cumple con un objetivo formal de dar trabajo para la evaluación necesaria, a la hora de calificar a los internos y a su vez, el de brindarles un ingreso para que puedan acceder a productos básicos que se comercializan en la cantina, o para ayudar a sus familias. Del total de cuarteleros solo un 20 por ciento manifestó haber realizado diariamente sus tareas en el último mes».
En cuanto al esparcimiento, el informe resalta que «existe una escasa propuesta de actividades lúdicas o recreativas» y que «la mayoría no realiza ninguna». En este sentido, el fútbol es la actividad que más se desarrolla y que muchas otras son abordadas en forma personal o individual «porque es muy escasa la propuesta de talleres recreativos».
Entre las conclusiones preliminares del trabajo, la CTC objeta la falta de actividades formativas y de esparcimiento en virtud de la cual los internos «permanecen casi todo el tiempo encerrados». Pero además exponen una contradicción, ya que «desde los juzgados de Ejecución Penal se les exige trabajo y educación» a los detenidos para evaluar su paso por el penal a la hora de otorgar beneficios legales.
Siete visitas
La encuesta de la CTC en la Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero se desarrolló a lo largo de siete visitas a los días 23 de mayo, 7, 28 y 29 de junio, 5 de julio, 23 de agosto y 6 de septiembre en distintos horarios. En grupos de entre 3 y 6, los encuestadores ingresaron a ocho de los pabellones del penal, sin intervención del personal penitenciario.