Publicado el 10/06/2012 – La actividad delictiva va mutando con el tiempo y se ajusta a las circunstancias de la realidad de cada lugar. En ese marco, algunas bandas que se caracterizaban por protagonizar violentos y planificados atracos en comercios y domicilios particulares pareciera que dejaron de actuar.
Más allá de que algunos de sus integrantes estén actualmente tras las rejas, este letargo tiene otra explicación.
Fuentes ligadas a la inteligencia policial, revelaron a EL LIBERAL que se trata de un “cambio de rubro delictivo”.
La explicación es simple y, a la vez, contundente.
Cometer un asalto significaba hacer un trabajo de información previo y asumir el riesgo de que no todo puede salir bien.
El caso reciente más dramático lo protagonizó el panadero Pablo Russo, quien salió tras quien lo habían intimidado y despojado de la recaudación de su comercio para repeler a tiros esta acción delictiva. El resultado fue una pareja alcanzada por las balas, que luego fue apresada.
Esa sería la razón por la que varios pesos pesados decidieron “guardar” sus armas para dedicarse a un negocio que no tiene tanta exposición: la venta de estupefacientes.
Doble beneficio
Con ella logran un doble objetivo. El primero es abastecerse de la droga que consumen, por la que a menudo cometían un atraco.
El segundo, es que obtienen ganancias diarias menores a un robo importante, pero esos ingresos son constantes.
Aunque resulte paradójico, la comercialización de drogas les evita tener que estar permanentemente a la defensiva, porque saben que en cualquier momento los vendrán a buscar las fuerzas del orden por ser los clásicos sospechosos de los robos comandos, señalaron los informantes.