Alicia Gutiérrez es jueza de uno de los dos juzgados de faltas municipales que existen en la capital chaqueña. Cumple esa función desde hace 25 años y no duda en mostrarse conmocionada por lo que define como un incremento asombroso de la violencia en los conductores de vehículos que transitan por la ciudad. Es que esa área, el tránsito, es una de las incumbencias de su dependencia, que tiene además otras múltiples funciones de control en la sanidad e higiene, en la comercialización en mercados y en la vía pública, y en todo tipo de actividades comerciales, industriales, civiles y que deban someterse a control municipal, incluyendo los controles en las obras de construcción que se ejecutan.
De todo, el capítulo que más sorprende por las situaciones generadas en los últimos tiempos es el relacionado con los controles de alcoholemia que se establecen durante los fines de semana en lugares estratégicos y cercanos a locales bailables. “Antes teníamos sólo personas alcoholizadas, ahora vemos que vienen asociadas con sustancias que las ponen más violentas”, contrastó.
De hecho, algunas veces llegó a sugerir a su equipo de inspectores que levanten los controles por el nivel de las agresiones que recibían.
La magistrada distingue así las conductas de un alcoholizado y de una persona que ingirió otro tipo de sustancias. El primero “tiene conductas torpes, es prepotente al principio pero luego se calma”. “Se diferencia porque sus movimientos son más lentos y tiene formas rudimentarias para expresarse, con inconsistencias”, agregó. En cambio, quien ingirió psicofármacos o drogas manifiesta conductas decididamente violentas”, describió ante NORTE.
Según datos del Juzgado, cada fin de semana se detectan alrededor de 30 a 40 casos de alcoholemia positiva, una cifra que permanece constante en el último tiempo. Para el área que tiene a cargo el control del tránsito, trabajan unos 200 agentes. Y muchos menos son los que tienen a su cargo el control de obras en construcción.
Sin medir las consecuencias
Durante los controles que supervisa cada fin de semana, la jueza Gutiérrez debió afrontar (y superar) amenazas, maltratos y hasta agresiones físicas como cuando un conductor cerró violentamente la puerta de su camioneta y casi le quiebra los dedos, para luego arrancar en violenta carrera llevándose a cuestas uno de los reducidores que se colocan para interrumpir el paso vehicular. “Salen ciegos, sin medir las consecuencias”, se lamentó.
En ese sentido, aseguró que “hoy es común” que los conductores se fuguen de los controles de alcoholemia y que lo hagan con conductas violentas que hasta llegan a poner en peligro la integridad y la vida de los inspectores y del personal a cargo de los vehículos secuestrados. “Una madrugada, le dije que paremos un poco porque iban a matar a alguna persona, porque salen con un grado de violencia que asusta”, describió, e insistió en que “el alcohólico no tiene este comportamiento”, que sí se deduce de quienes consumen estupefacientes.
También la doctora Gutiérrez aclaró que los alcoholímetros utilizados (18 en total) para medir los niveles de alcohol en sangre no son aptos para determinar la presencia de otras sustancias tóxicas distintas del alcohol. “No estamos autorizados a hacer nada más que alcoholemia”, recordó.
En su repaso, la jueza no olvidó mencionar todas las experiencias desde la instalación de los controles en la avenida Sarmiento, y con esa perspectiva afirmó: “Antes creía que todos eran borrachos. Ahora me doy cuenta de los efectos de la droga, y es doblemente terrible asociada con el alcohol, que hace una sociedad violenta imposible de manejar”.
Todo ese panorama la llevó a interesarse por estudiar y comprender las conductas, a consultar con médicos y especialistas para tener una mirada clínica y médica. En su análisis, señaló también que cambiaron los motivos que movilizan a los jóvenes, que ya no tienen que ver con la diversión sino a ingerir sin límites sustancias tóxicas.
Sin autoridad ni referentes
En su reflexión y en la búsqueda de los motivos que dan origen al aumento en los niveles de violencia, la jueza Gutiérrez se refirió a “la ausencia de identidad de autoridad”, y dijo que es “muy grave socialmente”. “Lo que me preocupa es el rumbo que estamos tomando”, agregó.
También en ese orden, alertó sobre la inexistencia de valores y de buenos ejemplos. “No hay valor de la vida misma, para los jóvenes es todo ahora, y muchos no tienen proyectos ni expectativas”, sostuvo. Y opinó que la pérdida de la cultura del trabajo y el excesivo asistencialismo han modificado también la estructura de la sociedad argentina.
De ahí que aseguró que hoy el problema central es la “falta de autoridad”. “La autoridad está desdibujada y es un efecto cascada. Por ejemplo, tenemos un vicepresidente procesado por corrupción (por el caso de Amado Boudou)”, indicó, y aclaró que no es una cuestión primitiva de Argentina porque también se dieron casos resonantes en Francia, Italia y China. “La sociedad capitalista lleva a un nivel de competencia y agresión tan grande. Creo que la ruptura de la autoridad, que esté tan cuestionada en la moralidad, deja a la sociedad desprotegida y sin ejemplos”, subrayó finalmente.
Las más comunes
De las infracciones de tránsito más comunes que se detectan, el 70 % son por mal estacionamiento, categoría en la que se incluye estacionar sobre la mano izquierda o la falta de pago del estacionamiento medido.
En tanto, por alcoholemia, cada fin de semana se presentan entre 30 y 40 casos positivos que son labrados con actas de infracción. En este sentido, las multas establecidas son de 500 litros de nafta súper valor ACA.
Obras en infracción
Si bien lo que lleva mayor dinamismo a la actividad del Juzgado de Faltas Nº 2 es el área de tránsito, también son importantes las acciones para el control de obras en construcción. “Lo más común es encontrar que los empresarios permiten la habitabilidad del edificio sin el final de obra”, precisó. Así, dijo que casi el 70 % de las torres están habitadas sin ese documento esencial.
Tras reconocer que es poco el personal para el control de las obras, la jueza Gutiérrez dio cuenta del explosivo crecimiento de Resistencia. “El problema es que estalló tan de golpe que la municipalidad no tuvo tiempo de adaptar las estructuras. Hoy, dos juzgados para todo esto es muy poco”, sostuvo.
“El juzgado es un pacificador social. Estamos atendiendo a la gente, sus reclamos y quejas”, definió. Y admitió la necesidad de “más juzgados” con estas competencias.
http://www.diarionorte.com/article/108401/hay-un-grado-de-violencia-que-asusta