El Fiscal Federal de Resistencia, Patricio Sabadini, solicitó al Juzgado Federal de la capital chaqueña el procesamiento de tres funcionarios de la Unidad Penitenciaria Nº7 y de un grupo de oficiales penitenciarios en el marco de una causa por apremios ilegales, severidades y coacciones contra un interno.
En el requerimiento de instrucción que presentó la semana pasada, Sabadini imputó al ayudante principal de la U-7, Juan Romero; al Jefe de Seguridad Interna de esa misma cárcel, Tomás Rojas; al subdirector de U-7, Aníbal Mansilla por ser prima facie autores de los delitos de coacción e incumplimiento de los deberes de funcionario público. A Romero y Rojas los acusó además de apremios ilegales. También pidió el procesamiento de todo el personal de requisa que prestó servicio el 27 de Junio pasado, entre las 13 y las 16.30.
Justamente, ese día comenzó esta historia, cuando un celador de la U-7 le dijo al interno Julio Ruiz que el jefe de Seguridad Interna, Tomás Rojas, lo quería ver. Cuando se encontró con Rojas, este le habría ofrecido un trato: le daría una buena nota por conducta en su legajo -con lo que podría solicitar con antelación salidas transitorias y otros beneficios dentro de la cárcel- a cambio de que él le aplique varias puñaladas a otro interno, de nombre Damián Betiga.
“Negro ¿querés la conducta si o no?”, le habría dicho Rojas a Ruiz. “Hacela corta, hace lo que te dijo Mansilla: pegale un par de puñaladas a Betiga”. Ruiz le respondió que él no tenían una faca. En ese instante, por detrás, el penitenciario Romero le habría asestado dos puntazos, uno en el brazo derecho y otro en el cuello. “Si querés mandarnos en cana, hacelo, pero nadie te va a creer porque en tu legajo médico tenés autolesiones”, le dijo Romero, quien luego le entregó la faca a Ruiz para que este cumpla con el sangriento pedido.
Ruiz volvió al pabellón Nº4 y no dudó: le explicó a Betiga que le pidieron que lo lesione a cambio de beneficios dentro de la cárcel. También le dijo que iba a denunciar este hecho a la Fiscalía Federal de Resistencia.
¿Por qué un penitenciario mandaría a un preso a herir a otro? La hipótesis más fuerte es la que confirmó el propio Betiga. En su declaración testimonial, el interno dijo que conocía a Mansilla del penal bonarense de Marcos Paz y que en alguna oportunidad éste le pidió que le entregue la mitad de la plata que había recaudado ilícitamente en su actividad dentro de lo que son los secuestros virtuales, caso contrario, lo enviaría a la dura cárcel de Rawson.
Betiga rechazó el pedido de darle un porcentaje de sus ganancias provenientes del delito y las amenazas continuaron hasta el episodio de la U-7. “Mansilla es una persona que goza haciendo daño a los internos, para que los lastimen los de la requisa o que lo hagan entre ellos. Por eso no me extraña que le haya hecho esta propuesta a Ruiz”, declaró.
Ese mismo día de la sangrienta propuesta, y tras hablar con Betiga, personal penitenciario le comunicó a Ruiz que sería puesto en resguardo siendo derivado al Pabellón N°1 por personal de requisa. En ese lugar, según la denuncia judicial, recibió golpes de puño en el rostro y otro en la boca del estómago. Seguidamente el personal penitenciario le habría solicitado que a cambio de volver al Pabellón N° 4, debía firmar una nota “realizada de puño y letra” informando que las lesiones que presentaba se las había provocado él mismo.
Violencia penitenciaria.
Este hecho se suma a un sinnúmero de excesos que se denuncian como ocurridos en las prisiones de todo el país. Una fuente judicial informó a CHACO DIA POR DIA que decenas de denuncias por apremios, torturas y vejámenes fueron presentadas en los últimos meses a la secretaría de DD.HH del juzgado federal de esta ciudad.
La mayoría de los excesos se presentan en un contexto de traslado, ya sea a modo de bienvenida o despedida, o bien como castigos corporales fuera del reglamento por algunas desobediencias. Hace unos meses se presentó el caso de David Dubra Herrera, un interno que fue trasladado desde U7, en extraña situación al penal de Rawson, donde misteriosamente apareció ahorcado en su celda como supuesto suicidio días después.
En el su informe anual 2010, la Procuración Penitenciaria Nacional denunció que la Unidad Penitenciaria 7 de Resistencia es la cárcel de máxima seguridad “más violenta del país”. Como en 2004, donde enviados de la Procuración Penitenciaria Nacional catalogaron a la U-7 de Resistencia como la “peor cárcel del país” por el trato violento y degradante que recibían sus reclusos, el organismo volvió a alertar sobre el alto y creciente grado de severidad que ejercen sobre los reclusos el personal de la cárcel ubicada en la capital chaqueña, que al año pasado tenía 468 internos.
“El poder penitenciario ejerce los más altos niveles de violencia contra las personas detenidas en cuanto a malos tratos físicos y torturas, destacándose con prácticas originales como el ‘chanchito’, el uso de la medida de aislamiento y las condiciones materiales en las que se cumplen y en la práctica de requisa personal más vejatoria, desnudo total y flexiones. Asimismo, en cuanto a las lesiones, es impactante grado de dañosidad producido en el cuerpo de los detenidos”, señaló la Procuración. ç