próximo lunes 22, la apacible vida pomeña se verá movilizada por el inicio del primer juicio oral y público que se hará en el país a una altura de 3.800 metros sobre el nivel del mar. Daniel Agustín Mamaní, (20), conocido como “Grasa Barata” o “Grasita”, un devoto fanático de San la Muerte, imputado por el homicidio calificado con alevosía de su excuñado el pastorcito Armando César Bonifacio (12), ocurrido en agosto de 2010, comenzará a ser juzgado. Para ello, la Cámara del Crimen II se trasladará hasta La Poma, donde escuchará a alrededor de 60 testigos del hecho que deberán prestar su declaración.
El Tribunal resolvió viajar durante más de tres horas hacia la localidad a fin de facilitar la presencia de los testigos del suceso, por cuestiones de costos. El juicio tendrá lugar en el salón de la Municipalidad.
El imputado será defendido por el abogado Arnaldo Damián Estrada y la familia del occiso estará representada por el letrado Luis Chiliguay. También participará la Asesora de Incapaces 3, Yolanda Bargardi.
El Tribunal estará presidido por el juez Abel Fleming e integrado por Carlos Pucheta y Martín Pérez. La Poma está situada a 214 kilómetros de la capital salteña, y en el trayecto el camino alcanza alturas superiores a los 3.800 metros sobre el nivel del mar.
El caso
El 3 de agosto de 2010, Luisa Angélica Bonifacio denunció en la comisaría de la zona que su hermano, Armando César Bonifacio (12), había desaparecido ese mismo día, luego de que su padre lo enviara a arriar las vacas en el paraje Chuschuy.
Se inició una intensa búsqueda. Al día siguiente, el 4 de agosto, alrededor de las 13.40, un familiar, Inocencio Celso Reyes, encontró el cadáver del chico, boca arriba, en la finca Pozo Bravo, cuando cruzaba acortando distancia para llegar a su trabajo.
El menor tenía un piolín de plástico alrededor del cuello y el rostro cubierto de sangre. Su cuerpo estaba rodeado de piedras y presentaba signos de inusual violencia: golpes, hematomas, heridas cortantes y desgarrantes en el cuero cabelludo.
La autopsia realizada por la médica legal Teresita Royano determinó que el pequeño murió por un traumatismo de cráneo con fractura occipito temporal parietal izquierdo contuso con pérdida de masa encefálica, producida por un objeto contundente, duro y asfixia por ahorcamiento en la etapa agónica.
Testigos aseguraron que vieron a Daniel Mamaní saltar una pirca de piedra, barro y pasto de una altura de 95 centímetros, junto a Armando Bonifacio, a las 20 del 3 de agosto de 2010, para ingresar a la finca Pozo Bravo.
En ese lugar fue encontrado el cuerpo del menor.
Otro de los testigos, que dijo haber estado bebiendo con Mamaní, señaló que éste era devoto de San la Muerte y que en un momento le dijo: “Che, tengo ganas de matar a alguien”.
Místico, fanático y golpeador
El imputado, Daniel Mamaní (20), hijo de un empleado de la comuna, chofer de un tractor y de una ama de casa y trabajadora en cosechas, tiene cuatro hermanos. Cursó sus estudios primarios en La Poma y en El Saladillo. Tuvo problemas de conducta y adicción al alcohol. Tiene un hija nacida el 26 de marzo de 2011, con la hermana de la víctima, Soledad Bonifacio (19), producto del noviazgo que mantenían.
En sus declaraciones, según consta en el expediente judicial, el acusado se explayó en un discurso cargado de contenidos místicos, creencias en espíritus, e hizo alusión al Gauchito Gil y San la Muerte, asociados en el imaginario popular a la “magia negra”.
Aseguró que posee una marca en la mano que indica haber sido “elegido” para cohabitar con su abuelo difunto a quien, por momentos, le cede su cuerpo para que disponga de él. Describió los diálogos que mantenía con su abuelo, cuyo fallecimiento no puede superar.
Mamaní es posesivo, celoso y obsesivo, por lo que la joven decidió terminar con la relación, marcharse del pueblo y vivir en la capital salteña. Esta decisión no fue aceptada por el joven, que fue tras ella.
Violencia de género
El imputado le pegó a la chica en varias oportunidades en los últimos meses del noviazgo y se autolesionó en los brazos y piernas. Padece un trastorno de personalidad, de contenidos delirantes, que por momentos puede compensarse y aparecer como una personalidad de tipo bordeline.