El ex mandatario, quien gobernó el país entre 1997 y 2003, fue encontrado culpable por la Haya acusado de facilitar armas a cambio de diamantes durante la guerra civil de Sierra Leona. Se trata del primer jefe de Estado condenado por el tribunal internacional
Según el Tribunal Especial para Sierra Leona, Taylor es «penalmente responsable» de facilitar armas, a cambio de diamantes, a los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRU) de Sierra Leona, que mataron, mutilaron y esclavizaron a decenas de miles de personas durante la guerra civil que causó unos 50.000 muertos.
«La cámara concluyó que el acusado es penalmente responsable de haber ayudado y fomentado la comisión de crímenes» de guerra, declaró el juez Richard Lussick durante la lectura del fallo el pasado 24 de abril.
Ex guerrillero y antiguo convicto en los Estados Unidos, Taylor nació el 29 de enero de 1948 en Arthington, 25 kilómetros al noreste de la capital liberiana, Monrovia, en una familia de quince hermanos.
Después de cursar estudios de Economía en la Universidad de Boston (EE.UU.), volvió a Liberia en abril de 1980, tras el golpe de Estado militar, para unirse al gobierno de Samuel Doe, en el que se ocupó de controlar las adquisiciones del Estado.
Sin embargo, el cargo le duró poco, ya que en 1983 fue acusado de desviar cerca de un millón de dólares a una cuenta en los EE.UU., tras lo cual huyó a ese país, donde fue detenido y enviado a prisión.
Pero en 1985, Taylor consiguió escapar de la cárcel junto a otros cuatro presos serrando los barrotes de una lavandería en desuso.
Entonces decidió exiliarse en Libia, donde contó con la protección de Muammar Khadafi, y más tarde en Costa de Marfil, donde fundó las Fuerzas Nacionales Patrióticas de Liberia (FPNL).
El 24 de diciembre de 1989, más de cuatro años después de fugarse de la cárcel en los EE.UU., Taylor reapareció en la localidad marfileña de Nimba, en la frontera con Liberia, al frente de las FPNL, y entró con sus tropas en aquel país en un intento de derrocar a Doe, quien finalmente fue asesinado en septiembre de 1990.
Este golpe desencadenó la Primera Guerra Civil de Liberia (1990-1995), con miles de muertos y casi un millón de refugiados.
Tras la intervención de la ONU y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), varias facciones implicadas en el conflicto firmaron en Abuya (Nigeria) un acuerdo de paz el 20 de agosto de 1995 por el que se creó un órgano de transición que dirigió el país hasta las elecciones de julio de 1997.
Taylor, al frente de su nueva formación, el Partido Nacional Patriótico (PNP), se impuso en los comicios con el 75,32 por ciento de los votos y a pesar de su tragicocómico eslogan de campaña: «Mató a mi madre, mató a mi padre, pero aun así voto por él».
Según expertos del país africano, la razón por la que Taylor se hizo con la presidencia liberiana de manera tan contundente fue su campaña de terror y el miedo de la población a que iniciara una nueva guerra civil si salía derrotado.
Durante su mandato, Taylor suministró armas a los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRU) en Sierra Leona, uno de los grupos protagonistas de la guerra civil de ese país, que asesinó y mutiló a decenas de miles de personas y que esclavizó a otras tantas para explotar las minas de diamantes del país.
A cambio, Taylor recibía del FRU estas piedras preciosas, que pasaron a conocerse como «diamantes de sangre».
En mayo del 2001, la ONU impuso sanciones a Liberia y dos años más tarde, en junio de 2003, el Tribunal Especial de Sierra Leona, creado en 1996 y respaldado por Naciones Unidas, acusó a Taylor de crímenes de guerra y lesa humanidad.
El 1 de agosto de 2003, la ONU aprobó el envío de una fuerza multinacional de paz al país y al día siguiente Taylor anunció su dimisión, tras lo cual comenzó su exilio en Calabar (Nigeria).
El 29 de marzo de 2006 fue arrestado cuando pretendía huir de Nigeria, al saber que el gobierno nigeriano había aceptado su deportación y entrega a las autoridades liberianas.
Ese mismo día fue trasladado a Freetown (Sierra Leona), donde fue encarcelado, y poco después el gobierno holandés aceptó que el juicio tuviera lugar en La Haya, mientras que el Reino Unido accedió a que Taylor cumpliera su condena en una de sus prisiones.
El 20 de junio de 2006, Taylor llegó a La Haya para ser juzgado por once cargos de crímenes de guerra y lesa humanidad, entre ellos el asesinato y mutilación de civiles, uso de mujeres y niñas como esclavas sexuales y reclutamiento forzoso de niños y adultos a cambio de contrabando.
El juicio comenzó en junio de 2007 y en él declararon más de 110 testigos, entre ellos la supermodelo Naomi Campbell, a quien el dictador habría regalado supuestamente «diamantes de sangre».