Por Martín Soler
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El invierno 2013 no será uno más para el contador Leonardo Rafael Crespo. Tras pasar ocho años detenido por el crimen de su esposa Analía Escamochero en marzo de 2005, volvió al calor del hogar materno luego de haber sido beneficiadocon un arresto domiciliario. Para completar el trámite se reunió este lunes con el juez que lo condenó quien lo notificó de las condiciones que deberá cumplir para mantener el beneficio. Crespo fue condenado a 22 años de cárcel pero él sostiene su inocencia y la causa está en vías de revisión. “Ya demostré que no puedo estar matando y jugando en la pileta con mi hija”, dijo a Diagonales tras la entrevista judicial y antes de enfilar a la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
La cita con el magistrado Emir Caputo Tártara fue pautada a las 9 de este lunes 20 de mayo. Cinco minutos antes llegó junto a su abogado Damián Barbosa y se anunciaron en la mesa de entradas del Tribunal Oral Criminal IV de La Plata. Tras la audiencia formal enfrentó las cámaras de fotos y los dos periodistas que lo aguardaban. “Estoy muy conmovido con esta decisión que se ajusta a derecho. Básicamente lo que se analiza en este caso es el riesgo de fuga. Está demostrado durante 2012 que salí seis meses de la Facultad sin custodia” explicó.
Al contador le faltan seis materias y la tesis final para recibirse de Licenciado en Comunicación Social. Ya en el tramo final de la carrera, no podía seguir cursando porque se cayó el convenio entre la Facultad y el ministerio de Justicia y Seguridad. Puntualmente no hay recursos para que los docentes den clases en las unidades penales.
“El objetivo es pensar en el presente, al discontinuarse el convenio entre la Facultad y el ministerio de Seguridad, entonces tuve que ir yo a buscar las cursadas en la Facultad. No me podían llevar por falta de recursos, solicité ir por medios propios. Quiero recibirme para un nuevo futuro, una nueva profesión, reencaminar mi vida por el lado de los medios, ser colega de ustedes”, dijo ya más distendido.
El hombre cursa tres veces por semana. “Yo di mi palabra y la cumplo. No voy a perjudicar a ninguna persona que confíe en mí o perjudicar a mí familia o a mí. Quiero recibirme de Periodista y seguir con mi familia. Mi madre no está muy bien y mi hijo tampoco” sostiene con firmeza.
Los ocho años de encierro parecen no haber dejado secuelas en su físico. Sigue manteniendo su figura delgada y el color oscuro de su pelo no se condicen con sus 44 años de edad. En la cárcel dejó de fumar, se dedicó al trabajo, al deporte y comenzó su segunda carrera universitaria.
Otro de sus objetivos es trabajar por la reinserción de las personas detenidas. “Tengo una vasta experiencia por vivir allí adentro, el objetivo es mejorar, porque así como estamos con mayor prisionalización y mayor cantidad de cárceles no se soluciona nada y quiero colaborar en lo que es la reinserción de los internos. Yo creo que hay muchas personas que pueden rehacer su vida”, afirma, pero aclara porque “hacen falta mecanismos y herramientas y desde ahí quiero colaborar con ellos, yo la viví desde adentro.”
El encierro lo puso en contacto con varios internos. Mientras estuvo alojado en el penal de Magdalena, colaboró en la administración del penal. Sus conocimientos contables y administrativos lo llevaron a trabajar en las oficinas del presidio. Una vez alojado en la Unidad 9 de La Plata ayudó a sus compañeros de ranchada desde el deporte apuntalado en su pasión por el rugby. “Se muchas historias de vida de personas que están prisionalizadas, lo que queda es seguir lo que empecé en la Unidad 9, en su momento participé en un proyecto de reinserción social apoyado en el deporte no tradicional que es el rugby, hemos logrado cambiar la mentalidad del Servicio Penitenciario y de los internos, salir del individualismo y pensar en equipo, en grupo, en lo que es la solidaridad, compañerismo. También quiero trabajar con organizaciones sociales para la reinserción, aportar mi experiencia y buscar soluciones a esto que nos afecta a todos”, alegó.
Reencuentro. La madrugada del pasado sábado 18 de mayo marcó el cierre de una etapa carcelaria en la vida del futuro periodista, pero no pudo dormir hasta las primeras horas de esa mañana. Cambió el hacinamiento y una fría y húmeda celda por el seno del hogar materno.
“Llegué a la 1.30 del sábado y no me pude dormir hasta las cinco de la mañana. El nene mío me llevó a su pieza a compartir un montón de cosas. Hablar, compartir un desayuno, preparar la comida, es otra cosa. En la cárcel es una celda de 1,75 por 2,50 metros. Pasé a vivir a una casa, que tiene ambientes separados. El hacinamiento en las cárceles, hoy todos sabemos como se vive la superpoblación. Estoy viviendo en una casa con mi familia, con los que quiero, yo quiero vivir en una casa con mi familia. Se demostró que el riesgo de fuga es cero”, repite y sus palabras son consentidas con un movimiento de cabeza de su defensor
Apelación. La condena dictada el 17 de marzo de 2008 fue confirmada en todos sus términos por Casación bonaerense y por la Suprema Corte bonaerense, pero Crespo insiste en su inocencia.
“¿Sos inocente?” fue la pregunta disparada por los cronistas y la respuesta no tardó en llegar: “Sí, por supuesto”. Tras un breve silencio, agregó: “Uno apela no por una cuestión de artificio judicial, sino que yo ya demostré que soy inocente. Ya demostré que no puedo estar matando en Gonnet y jugando en la pileta con mi nena o a la paleta con mis amigos. Ya demostré que no puedo estar matando en Gonnet y estar hablando por teléfono en La Plata a la vez. Nadie puede estar en dos lugares a la vez. Eso está demostrado científicamente, eso es ciencia, no es interpretación.”
Desde el principio de la causa Crespo sostiene que al momento del crimen de su esposa él estaba en el Círculo Policial de La Plata pasando un domingo al aire libre, en la pileta con sus hijos y jugando a la paleta con un grupo habitué del lugar. Pero una pericia telefónica, según interpretaron los jueces, ubican su teléfono celular en la escena del crimen. También una pericia forense. Para los médicos, Escamochero murió antes de las dos de la tarde, pero otro informe corre el reloj de la data de muerte a después de las 16.30.
“Amén de que con el Tribunal no coincidimos en el veredicto condenatorio, le agradezco que me haya dado la posibilidad de ir a cursar. Para ser un buen periodista hay que decir la verdad, y la verdad es que uno apela porque no coincide con la sentencia porque demostré que no puedo estar en dos lugares a la vez. Las pericias telefónicas y forenses no fueron tenidas en cuenta”, aseveró.
Crespo estuvo dos meses prófugo y fue descubierto en la provincia de Córdoba, donde vivía junto a una joven que –se presume– era su novia en ese momento. En el juicio oral dijo que evadió a los investigadores por consejo del defensor que tenía entonces.
Futuro. El acusado sigue, técnicamente, manteniendo su estado de inocencia ya que la condena no está firme. En ese marco apuesta a lo que el destino le prepare. “Quiero participar del cambio, es una de las razones que me llevó a estudiar Periodismo. Darle voz a los que no tienen voz, y defender muchos derechos que en las cárceles hoy se vulneran.”
Crespo asegura que sus años como contador quedaron en el pasado y, por el momento, no quiere retomar esa profesión. Su pasión está volcada a la comunicación. “Antes miraba en tema monetario, ya no. Tengo otra mirada en cuanto lo que es la vida y las relaciones sociales. La terrible experiencia que pasé que no se la deseo a nadie. Lo que creo es que para mí lo más importante es hacer lo que uno siente. Nadie de ustedes sabe lo que es estar ahí adentro. A mí me gusta ayudar, me hace bien y se que dando es que se recibe el día de mañana. Hoy no estoy en el análisis económico, sino en hacer lo que hace bien a uno.”
El ex marido de Analía confía en conseguir trabajo en alguna redacción o radio en el corto plazo aunque no se achica y va por más. “Hay que generar trabajo, vamos a generarlo, mi idea es trabajar en el Periodismo, desde la defensa de los derechos de las personas y la reinserción.”
El caso. El crimen ocurrió el sábado 5 de marzo de 2005 en el chalet que el matrimonio compartía en 24 entre 493 y 495 de Gonnet. Según acreditó la justicia, Crespo, cansado de las infidelidades y el maltrato de su esposa, la golpeó sorpresivamente para luego ahogarla en una Pelopincho en la que la mujer habitualmente tomaba sol. Siempre según la causa, horas más tarde llamó a la policía intentando simular que la mataron en represalia por presuntas deudas.
En el juicio oral el fiscal Carlos Gómez había pedido perpetua, pero dos de los jueces usaron la figura de “circunstancias excepcionales de atenuación de la pena” y aplicaron un castigo levemente menor. Las infidelidades de la mujer evitaron la perpetua de Crespo. Varios de los amantes declararon durante el juicio y constataron la relación que mantuvieron con la víctima.
http://diagonales.infonews.com/nota-197852-Crespo-volvio-a-la-Facultad-y-sostiene-su-inocencia.html