Habana, en una visita organizada por el Gobierno de la isla para explicar su sistema penitenciario, la primera de estas características que tiene lugar en nueve años.
El recorrido incluyó la prisión del Combinado del Este, uno de los cinco penales de máxima seguridad de la isla y la mayor cárcel del país, con una población reclusa de unos 3.000 presos.
Acompañados por funcionarios del Ministerio del Interior, los periodistas visitaron dependencias como una galería de celdas, el Hospital Nacional de Reclusos, los pabellones para los encuentros conyugales de los presos o las zonas de encuentro de los internos con sus familiares.
Frente a las críticas que las cárceles cubanas reciben sistemáticamente de organismos internacionales de derechos humanos, los responsables del centro defendieron que el sistema penitenciario de la isla se basa en «principios humanísticos» y que es prioritaria la reinserción social de los reclusos mediante el trabajo, los programas educativos y la capacitación laboral.
El director del Combinado del Este, teniente coronel Roelis Osorio, afirmó que un 83,4% de los presos cubanos que cumplen su condena logran reinsertarse en la sociedad y solo un nueve por ciento reincide.
Según sus datos, un 47,2% de los presos en Cuba realiza algún tipo de trabajo remunerado de acuerdo a las tarifas salariales del país; un 52,1% recibe instrucción educativa y un 53,2% participa en talleres para capacitarse en un oficio.
La participación en esos programas, así como la buena conducta, permite además la reducción de las severas y largas condenas que contempla el sistema penal cubano.
Los responsables del Combinado del Este aseguran que en este centro no existen problemas de hacinamiento, los índices de violencia son muy bajos y la alimentación «está en correspondencia con las kilocalorías que debe recibir una persona».
En cuanto a la asistencia médica aseguraron que está garantizada para todos los reclusos del país y que hay un médico para cada 150 internos, una proporción menor al del sistema general de la salud pública de la isla.
El Hospital Nacional de Internos ubicado en este centro tiene 200 camas, tres salas de operaciones y unidad de terapia intensiva así como protocolos específicos en el control de enfermedades como el Sida, la tuberculosis y de situaciones como las huelgas de hambre, una forma de protesta frecuente en las cárceles del país.
Varios presos admitieron que la vida en prisión «es dura», aunque no tanto por las condiciones del penal como por la severidad de las condenas.
«La vida en la prisión es muy estricta», asegura Eduardo G. Sánchez, de 44 años, sentenciado a doce años de cárcel por malversación de fondos en una empresa estatal y que, tras tres años y medio recluido, ha logrado rebajar su pena al insertarse en programas de capacitación laboral.
Otros se quejan de que su reclusión es injusta como Yoani Jorge Miranda, a la espera de juicio por un supuesto delito de tráfico de drogas y que comparte con otros dos presos una celda de 2,5 por cuatro metros donde hay una litera con tres jergones.
Los periodistas que visitaron el Combinado del Este pudieron también conocer el Centro de Trabajo y Estudio La Lima, un establecimiento penitenciario de régimen abierto como paso previo a la libertad condicional. Otro grupo recorrió la cárcel de mujeres de Guatao y el centro de jóvenes San Francisco de Paula.
La población penitenciaria en Cuba es de unos 57.300 presos, de acuerdo con datos oficiales divulgados en 2012.
En la isla hay cinco prisiones de máxima seguridad y otros 195 establecimientos penitenciarios, de los que 40 son en régimen cerrado.
El inusual recorrido de la prensa por estas prisiones se ha producido tres semanas antes de la celebración en Suiza de la reunión del Consejo de Derechos Humanos (1 de mayo), donde Cuba presentará un informe que incluirá aspectos sobre su política penitenciaria, según medios oficiales.