Daniel Cuenca, que fue el primer responsable del área de Seguridad de la gestión de Hermes Binner, retornó hace dos meses a esa cartera con un desafío mayúsculo: capacitar a la policía provincial en las tareas de investigación que exige el nuevo sistema de juicio de delitos. Aprovechará la ventaja de no afrontar la exposición que conoció como ministro, pero enfrentará una tarea decisiva en una provincia que carga hace mucho con un déficit notorio en el esclarecimiento de ilícitos de complejidad media y alta. Y que tiene la titánica tarea también de demostrar la jerarquía del nuevo modelo de enjuiciamiento.
Cuenca diseñó una capacitación masiva que empezará los primeros días de octubre. «Hay que meter a la policía en el nuevo sistema criminal y fui convocado para ello», dice en una entrevista con este diario. Los cursos de introducción a la tarea que exigirá el régimen de juicio, que deberá arrancar en febrero de 2013 en forma plena, serán impartidos a los jefes provinciales y luego se replicará a los distintos estamentos de la fuerza. «Los cursos de capacitación van desde los máximos jefes al personal de calle. Se harán en Santa Fe y en Rosario. Son seis módulos donde se explicará con talleres de discusión cómo es el nuevo sistema de justicia criminal y a qué debe apuntar el policía en ese marco», sostuvo Cuenca.
Fallas en origen. Lo que se juega en este objetivo quedó al desnudo en los primeros juicios orales de sucesos de alto impacto que se desarrollaron en los Tribunales de Rosario. En varios de esos procesos, los acusados se fueron absueltos dejando en las audiencias una fuerte sensación de no ser ajenos a los hechos juzgados. Pero los jueces señalaron con duras críticas la imposibilidad de condenar por el trabajo deficiente o errado de la investigación preventiva de la policía.
¿Qué supone la misión de Daniel Cuenca? Instruir sobre rutinas que ahora se hacen con dificultad, deficiencia o no se hacen: organizar el seguimiento a las personas implicadas en delitos, recolectar las pruebas con una correcta cadena de custodia, identificar a los testigos y prepararlos para la acusación, preservar el escenario criminal, elaborar las pericias de manera minuciosa. Hacer esto es lo que significa, en jerga penal, «tener un caso».
Y hacer eso supone aplicar a cada cosa un cuidado extremo. Por incorrecciones en cualquiera de esos deberes, un implicado en un robo o en un homicidio puede, en rigor debe, irse en libertad.
Secretos develados. Por eso el sistema oral exige que los policías investigadores y criminalistas realicen con precisión todas estas labores. Y algo no menos trascendente: aprender a explicar lo que hicieron en una audiencia. Allí hablarán ante abogados defensores exigentes, los jueces y el público que estará escuchando. El amparo que antes daba el secreto del juicio escrito es historia. Ahora todo está a la vista. Los errores se notan y por ellos se pierden juicios.
«El personal de calle, que es el que investiga robos u homicidios, debe incorporar como un dogma que si no recoge bien las pruebas desde el inicio se lo van a recriminar los fiscales. Y esto significa que si hay detenidos se irán libres», señala Cuenca.
Otro aspecto será la inserción del nuevo Código Procesal en la rutina de la policía científica: la que examina huellas biológicas o rastros físicos o químicos en laboratorios, compara calibres de balas, rastrea llamadas, analiza documentos .
«El quid es asumir un nuevo modo de trabajo. El policía, además de saber trabajar va a tener que saber declarar. Deberá asimilar que enfrente habrá un abogado defensor que lo atacará de una manera sagaz. Y eso implicará que el policía deberá desarrollar un trabajo eficiente como para que soporte la embestida del defensor».
—Hay dificultades para investigar, por un lado, por problemas de capacitación o por carencia de medios humanos y técnicos. Pero a veces no hay resultados por proximidad con los grupos que producen los delitos. ¿Cómo se ataca eso?
—Muchas de estas cuestiones se irán perfeccionando con una adecuada investigación fiscal en las actuaciones. El histórico problema en la investigación criminal es la autonomía policial. Se le delega todo a la policía y se renuncia a la dirección de la investigación. El problema de la autonomía policial en las investigaciones abre la puerta a cualquier tipo de manipulación. Si tenemos direcciones de fiscales especializados que sepan dónde ir, el marco de complicidad se reducirá. Y en el nuevo juicio, en el nuevo proceso penal, los fiscales son quienes conducen la investigación.
—¿Por qué no se aclaran los hechos graves?
—Hay múltiples causas. Hay que actualizar los mecanismos de investigación y disponer de los elementos técnicos idóneos. Si se recoge una huella y no hay instrumentos que hayan incorporado huellas para compararlas no se puede llegar a nada. Podemos tener cámaras de seguridad, pero sin información previa de cotejo no serán tan útiles. También aparecerá otro problema: ¿por qué no se levantó la huella? Para eso tiene que estar la fortaleza del fiscal organizando todo el trabajo. Hay mucho que hacer y no es un problema local. No hay cultura de preservación de la escena del hecho. Hace meses vimos al gobernador (bonaerense Daniel) Scioli al lado del cuerpo de la pequeña Candela (la menor asesinada en ….). Nada menos que un gobernador estaba contaminando el escenario que debe ser resguardado. Para esto hay protocolos. En investigación criminal hay casi que empezar de cero. Pero se puede hacer. Y la policía, creo yo, quiere hacerlo.