La entidad, que agrupa a los letrados de todo el país, se pronunció y difundió un documento según el cual “preservándose en todo momento el decoro, el respeto y el estilo forense, se deben desterrar los rigorismos excesivos o las actitudes que con su intransigencia los quieran imponer”.

Según la FACA, decisiones como la de Arguiano, “además de resultar inconducentes e inapropiadas, pueden afectar el funcionamiento de la justicia y hasta al mismo derecho de defensa”. El comunicado está fechado el 14 de marzo en San Isidro y lo firman Ricardo de Felipe y Jorge Villa, presidente y secretario del organismo.

“Incidentes como el de Trelew no deben ser sobredimensionados, puesto que no hacen a la misión ni a la función de la administración de justicia, ni interesan al justiciable”. En este sentido, “siempre es conveniente superar amigablemente las cuestiones formales (…) Esta Federación descarta que el Superior Tribunal de Justicia del Chubut, como cabeza del Poder Judicial de esa Provincia, conjuntamente con los tribunales inferiores de la misma y su colegiación pública, han de encontrar los comunes denominadores que les permitan seguir avanzando hacia el encuentro de una Justicia plena, superando con amplitud, grandeza y generosidad las desinteligencias que naturalmente se van presentando”.

Según el texto, “debemos privilegiar la convivencia en la divergencia, en un marco de pluralidad y con la apertura y la generosidad necesaria, evitándose las posiciones rígidas que no conducen por esa senda y que puedan producir desinteligencias que afecten la imagen de la Justicia”.

Según el documento, la actividad en tribunales “se debe desenvolver siempre en un marco de mutuo respeto entre magistrados y abogados”.

El documento recuerda que el antes de su decisión, “el presidente del Tribunal había invitado al letrado a colocarse una corbata para poder darse así inicio a la audiencia”. Sin embargo, “dicho abogado manifestó su negativa, en la inteligencia que su actitud se ajustaba a Derecho, por cuanto no violaba disposición alguna y su vestimenta era decorosa y apropiada”.

“El hecho tuvo gran trascendencia en los medios de prensa, que presentaron el caso como una nota pintoresca, que de alguna manera vino a afectar la imagen de la Justicia”, admite el documento. “En realidad se le dio al incidente una magnitud y un relieve inapropiado, cuando no sobredimensionándolo, desviando el foco atencional de lo que importa”.

“Si bien las formas muchas veces hacen al meollo de los casos a resolver, no es menos cierto que deben ser atendidas sin permitir que interfieran en el accionar de la justicia; sin dudas que la presencia de los letrados en los Tribunales debe guardar el recato y el decoro apropiado”.

Sin embargo, “la exigencia de ciertas formalidades debe conciliarse con la necesidad de una administración de justicia ágil”. En este sentido, “se deben tomar las medidas para que el desarrollo de las audiencias resulte acorde con lo que el ámbito propio de los Tribunales exige, evitándose modos o conductas inadecuadas. Pero no es menos cierto que no deben extremarse las mismas, con un rigor que lleve a una formalidad excesiva o innecesaria”.

“Respetando la opinión de quienes consideran que la corbata constituye una suerte de símbolo histórico, que distingue y caracteriza a la magistratura y la abogacía, cabe entender que su exigencia puede ser obviada en la medida en que no signifique desmerecimiento ni irrespetuosidad, pues la ocasional omisión de ese símbolo de los hombres de derecho, no agrega ni quita decoro por sí misma”

En cambio, “lo que resulta trascendente y debe priorizarse es que se contemplen y preserven adecuadamente los derechos e intereses del justiciable, sin que ello implique que se pueda admitir con liviandad las actitudes impropias del ejercicio de la abogacía”.

Para la FACA, “siempre es prudente y conveniente que situaciones como la ocurrida se encaucen y resuelvan con recato y reserva”. El hecho “no es una mera circunstancia aislada, sino que se han advertido actitudes similares en otras ocasiones; preocupa que la rigidez conceptual que pareciera predominar en unos pocos, lleve por caminos inadecuados, que puedan llegar a romper el clima de respeto”.

Por eso, “el encuentro de soluciones que permitan superar las desinteligencias formales con mesura, es imprescindible” para “no tener que presenciar discusiones que hasta se pueden tornar en bizantinas y que cuanto menos, dejan atónitos al hombre común”.

 

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