(Versión extendida de la entrevista a Leticia Lorenzo, representante del CEJA y una de las que estará a cargo de la capacitación para la implementación del nuevo Código Procesal Penal de Neuquén –aquí los módulos-. Espero que no digan ahora que soy un “cejita”).

-Se hizo la primera reunión entre fiscales y policías. ¿Qué opinión tenés sobre cuál es la mejor manera de trabajar entre ambos?

-Me parece que es súper importante que desde ahora se estén haciendo este tipo de reuniones. Se tiene que convertir en algo institucional el sentarse a diagramar desde ahora cómo se van a relacionar y como van a hacer su trabajo en un sistema que a ambas instituciones les pone un nivel de exigencia muy alto. El sistema acusatorio se apoya mucho en la investigación y la fiscalía litigando casos. En mi experiencia las reuniones entre fiscalía y policía se dan cuando ya la implementación arrancó y se empiezan a ver todos los problemas de relación. Que un año y medio antes se hagan estas reuniones me parece fantástico.

Ojala también que cada institución asuma sus propias responsabilidades respetando el ámbito de competencia de la otra, porque la reforma genera la idea en los fiscales de que tienen que pasar a ser investigadores, o la idea en los policías de que tienen que pasar a ser fiscales. Ambas son erradas.

La policia bien o mal tiene una formacion en investigación criminal que la fiscalía no tiene. No hay una universidad en el país que forme a sus abogados para hacer investigación criminal. Creo que los abogados tenemos que asumir que los policías son los que saben de investigación, y los policías tienen que asumir que los fiscales son los que saben de derecho.

¿Para qué está el fiscal al lado del policía? Para indicarle cuál es su límite, adónde no puede llegar, cuáles son los requisitos legales. La reforma exige una fiscalía y una policía que trabajen muy coordinadas pero respetando sus ámbitos de actuación. No soy partidaria de que el fiscal salga a la calle por una cuestión estrictamente técnica: si el fiscal sale a la calle con un policía se convierte en testigo, y en esos casos corre el riesgo de que en medio de un juicio lo llamen a declarar.

-Pero el fiscal no debe ser imparcial.

-No, cuando avanza con un caso es porque está convencido de que tal persona hizo tal cosa, no es un juez. Lo que tiene que ser es objetivo. Un fiscal objetivo, cuando le llega un caso tiene que preguntarse cuáles son las chances de que esta persona realmente haya sido el autor. Eso obliga a pensar en varias hipótesis distintas.

-El fiscal no tiene que estar durante el desarrollo de un hecho, pero ¿y después, no tiene que ir a la escena?

-Sí, ahí sí. Cuando digo que no soy partidaria de los fiscales en la calle me refiero a que esté siguiendo al policía diciéndolo ‘hacé esto o lo otro’. El policía sabe qué hacer, para eso lo formaron. Eso no quiere decir que el fiscal se desentienda, se vaya a su casa, deje el celular prendido y le diga al policía ‘llamame si necesitás algo’.

El fiscal tiene que estar disponible siempre. Supongamos que un policía tiene que hacer un allanamiento porque hay un caso de flagrancia y tiene dudas, ahí sí que el fiscal vaya inmediatamente y lo acompañe.

Lo que no tiene que hacer el fiscal es convertirse en un policía del policía, en términos ‘esto lo hiciste mal’ cuando las cosas ya se hicieron. O convertirse en un policía, y empezar a recoger evidencia, perimetrar el lugar… Si encontramos un muerto y la policía considera que el fiscal debe estar porque no sabe hasta dónde llega su actuación, el fiscal tiene que concurrir.

Lo que no tiene que hacer el fiscal es pensar que es el jefe del policía, que le tiene que dar órdenes desde su escritorio e irse a dormir calentito a su casa, o pensar que él va a hacer las cosas mejor que el policía y empezar a recolectar evidencia, entrevistar a los testigos en el lugar del hecho, porque ahí es donde técnicamente se convierte en testigo.

Los fiscales no tienen que ser burócratas, y ese es el gran desafío. Tienen que ser imaginativos, tienen que tener claro que la objetividad pasa por pensar en todas las posibilidades de investigación al inicio del caso junto con el policía, no pensarlas en su cabeza y después decir ‘esto al policía no se le ocurrió’, y confiar en que la policía va a hacer bien su trabajo dándole las directrices técnico jurídicas que necesite.

No quiero decir que tiene que haber una connivencia, pero sí tiene que haber una relación de equipo. El fiscal tiene que confiar en que la policía es sus brazos, porque sabe dónde investigar, son los que están permanentemente en la calle. Tiene que generar una relación de confianza suficiente para que la policía respete su trabajo y tenga claro que si hace las cosas mal salen perdiendo los dos porque en el juicio se va a caer la evidencia.

-¿Los fiscales deberían rendir cuentas de su actuación en forma periódica?

-Absolutamente y tendría que estar en una ley. La publicidad como principio de los actos de gobierno involucra la rendición de cuentas. Una buena parte de lo que ganamos con la reforma se pierde si las instituciones no asumen el compromiso legal y práctico de rendir cuentas. Como ciudadana quiero saber si esta reforma sirvió para perseguir delitos que nos afectan como sociedad o si se hizo para seguir manteniendo una picadora de carne que mantiene burocracia sin sentido.

-Justamente, así se vería si se están concentrando en los delitos que importan.

-Es el paso siguiente a la rendición de cuentas. Hay que lograr que las instituciones asuman un compromiso de transparencia que se traduzca en una periódica rendición de cuentas. Si el cierre del año judicial es un acto en el que fiscales, jueces y defensores nos cuentan qué hicieron, a toda la sociedad, no en un café entre colegas, si logramos eso, el siguiente paso es que tenemos mucha más base para ver si se está persiguiendo lo que realmente se tiene que perseguir.

Si durante 5 o 6 años vemos que la plata del sistema penal se gasta en perseguir a ladrones de gallinas, hay dos cosas que están mal: primero que no estamos haciendo nada para que deje de haber ladrones de gallinas, y segundo que estamos gastando muchísimo dinero en cuestiones que se podrían resolver por otras vías. La rendición de cuentas funciona como un diagnóstico social y del funcionamiento del estado. Si veo que el 70% de los delitos en Neuquén se producen por menores de edad con problemas de adicción, entonces lo que tengo es un problema de salud pública, no de la justicia penal. La rendición de cuentas puede ser un insumo importante para ver a qué políticas públicas apuesta el estado.

-¿De qué se trata el convenio con el Tribunal Superior de Justicia?

-Es un convenio marco de colaboración técnica en un sentido amplio, y un anexo expecífico que contiene un plan de capacitación para la implementación de la reforma con una estructura concreta para todos los funcionarios de la justicia penal con proyección a este año y el año que viene.

-¿Tenés un diagnóstico de la situación en los juzgados y las fiscalías?

-Lo positivo es que la resistencia o bien no se está manifestando o es mínima. En terminos generales hay una asunción de que se aprobó el Código y que se va a implementar. No hemos encontrado grandes opositores internos sino lo contrario. Donde está el foco de preocupación es que venimos de un sistema muy arraigado a la tradición del expediente y hay muchos desafíos, por un lado abandonar prácticas laborales, también establecer las diferencias entre la Circunscripción de Neuquén y las del interior, que son realidades distintas, entonces hay un desafío importante en generar desde la legislación y desde las prácticas un sistema que le sea cómodo a todos los funcionarios.

-Es un cambio cultural, como se ha dicho tantas veces.

-Exactamente. Se están pensando muchas cosas en ese sentido, no sólo la capacitación dura a los funcionarios. En la reunión que tuvimos con el Tribunal Superior se habló de hacer talleres para otros sectores, por ejemplo el periodismo; que la gente que está trabajando en sistemas acusatorios venga a contar su experiencia; hacer simulacro de juicio por jurados para que la gente empiece a conocer en qué les puede afectar la reforma. La capacitación es parte de ese cambio cultural pero no es lo único y en eso hay una conciencia tomada, el debate está, uno lo ve en los medios.

-¿Cuál te parece que es el principal obstáculo a vencer?

Las costumbres. No hay gente buena y gente mala sino gente más acostumbrada y menos acostumbrada. Si vengo trabajando desde hace 15 años en un sistema que se basa en un expediente, que se tramita durante meses si no años, y de repente me dicen que tengo que resolver los casos en 24 horas, eso es un cimbronazo muy fuerte a mi propia tradición cultural y a mi práctica laboral. Convencerlos de que este sistema es mejor para la ciudadanía pero también para los funcionarios, de que las cosas se pueden hacer más rápido, incorporar tecnología, usar los recursos de forma adecuada y no usar todos los recursos en todos los casos de la misma manera, es un cambio demasiado drástico para que se dé en forma armónica. El principal obstáculo somos nosotros mismos y nuestra tradición, pero la ventaja es que hay una conciencia bastante instalada de que la reforma se va a implementar y tenemos que adecuarnos a eso. Veremos en 2014 con el primer caso que entre al nuevo sistema cómo realmente funciona en la práctica.

-¿La implementación debería ser escalonada o en simultáneo?

-Por las características de Neuquén en cuanto a la carga procesal del sistema no hay demasiadas dificultades en implementarlo al mismo tiempo. Si se decidiera hacerlo de manera escalonada habría que partir de lo menos a lo más, es decir del interior hacia la capital.

 

fuente http://guillermoberto.wordpress.com/2012/08/19/el-gran-desafio-es-que-los-fiscales-no-sean-burocratas-entrevista-a-leticia-lorenzo/