Amontonados frente a la puerta enrejada de la Unidad 9 de La Plata los familiares y amigos de Osvaldo Emir Martínez esperaban lo que hasta ayer parecía imposible. Entre el gentío asomaba la cabeza enrulada de Herminia, la madre del «Karateca», uno de los dos acusados de haber participado en noviembre pasado en el cuádruple crimen de Bárbara Santos; de la madre y la hija de la chica, Susana de Bárttole y Micaela Yamila Galle Santos, y de Marisol Pereyra, amiga de la familia.
Herminia estaba nerviosa. De polera blanca y tapado negro, no podía disimular la ansiedad de volver a abrazar a su hijo de 27 años, beneficiado horas antes por la Sala III de la Cámara de Apelaciones y Garantías de La Plata, que ordenó su libertad porque los jueces consideraron en fallo dividido que no existían «pruebas suficientes» para mantenerlo privado de la libertad por el asesinato de las mujeres, ocurrido en el departamento 5 del PH del 467 de la calle 28 del Barrio La Loma durante las primeras horas del 27 de noviembre de 2011.
La saga de Martínez tras las rejas acabó a las 17:18 cuando atravesó la puerta del penal con la cabeza gacha. El muchacho sólo pudo dar un paso como hombre libre: sus amigos lo frenaron a los abrazos. «Alito, Alito, Alito» gritaba la multitud que lo levantó en andas. Cuando volvió a poner los pies sobre la tierra, Martínez se refugió llorando en el pecho de su madre, que lo contuvo a besos. «Terminó, mamá, terminó», balbuceaba él, más flaco y con el pelo más largo. Más tarde, en la conferencia de prensa que brindó en la puerta de su casa, enfrentó las cámaras para decir que el cómplice de Quiroga habría sido el remisero Marcelo Tagliaferro. Además calificó como «corruptos» al juez Guillermo Atencio y al fiscal Álvaro Garganta.
Poco antes, cerca del mediodía había comenzado a filtrarse que los jueces María Elia Riusech y Carlos Silva Acevedo habían aceptado la apelación de los abogados defensores de Martínez sobre la prisión preventiva dispuesta en julio pasado. También se supo que Alejandro Villordo, el otro integrante de la sala, votó en disidencia con sus pares.
Según el dictamen, los elementos que los camaristas Riusech y Silva Acevedo tuvieron en cuenta para modificar la situación procesal del sospechoso fueron los resultados de los estudios psicológicos y psiquiátricos realizados a Javier «La Hiena» Quiroga, el otro involucrado en la causa, y el peritaje realizado sobre el teléfono celular de Martínez, que antes de ser detenido trabajaba en una estación de servicio y vivía en la localidad de Melchor Romero.
Sobre Quiroga, los jueces consideraron que «los rasgos de personalidad, circunstancias vitales y consumos de tóxicos concurren en la facilitación de conductas violentas», lo que indica que «Quiroga no necesitaba motivo valedero para matar. No es necesario buscar un móvil, cualquier cosa pudo desencadenar su desenfreno homicida».
En referencia a la pericia telefónica, los magistrados indicaron que el estudio demostró que Martínez pudo haber empleado su celular desde su casa –como siempre dijo– y que otra antena pudo haber captado su señal. «El informe técnico sobre los llamados del celular de Martínez la noche de los hechos termina de despejar las dudas», añadieron los magistrados.
Marcelo Mazzeo, uno de los defensores de Martínez, explicó que «cuando el fiscal Álvaro Garganta pidió la prisión preventiva ocultó una pericia, que es el informe que prueba que al estar una antena saturada, otra puede tomar una llamada o un mensaje de texto».
Según Mazzeo, ese informe fue presentado por la empresa de telefonía en la fiscalía el 2 de julio pero Garganta la habría «cajoneado» mientras la Cámara resolvía la prisión preventiva de su defendido.
Finalmente, los jueces consideraron que «las características psiquiátricas psicológicas de Martínez lo muestran con un perfil impropio de una conducta sanguinaria como la empleada en el hecho y se oponen radicalmente a las de Quiroga».
EL PADRE DE MICAELA. Daniel Galle, papá de Micaela, se mostró contrariado por la decisión de los jueces de liberar a Osvaldo Martínez. «Creo que es una locura lo que están haciendo. Estoy totalmente disconforme», le dijo a Tiempo Argentino, mientras analizaba junto a su abogado Fernando Burlando las medidas a tomar respecto del fallo judicial que dejó a Quiroga como principal sospechoso de haber cometido el crimen de las cuatro mujeres en La Plata.
Galle añadió que esperaba esa decisión de parte del camarista Carlos Silva Acevedo, «aunque tuviera las pruebas en la mano», pero se mostró sorprendido con la medida de la jueza María Elia Riusech: «Los forenses –detalló– determinaron que fueron dos personas las que actuaron en el crimen; sin embargo ella dice que fue una sola.»
Bárbara Santos, su madre Susana de Bárttole, su hija Micaela Yamila Galle Santos, y su amiga Marisol Pereyra, fueron brutalmente asesinadas a cuchillazos en noviembre de 2011. Pocas horas después Martínez fue detenido en base a los relatos de las vecinas de las víctimas que lo apuntaron por «celoso», «controlador» y «posesivo». El otro testimonio incriminario lo aportó el remisero Tagliafero (ver recuadro). Sin embargo, en enero fue liberado por los jueces Carlos Silva Acevedo y María Riusech que votaron en disidencia con Alejandro Villordo, el único que lo consideró autor de los femicidios. En mayo de este año, Alito volvió a ser capturado luego de la declaración de La Hiena Quiroga, cuyo ADN fue hallado en la escena del crimen. En su declaración, Quiroga dijo que Martínez había matado a las cuatro mujeres y luego lo había cortado con un cuchillo para que su ADN quedara en la escena del crimen. Esa hipótesis dio un vuelco ayer, luego de que la resolución de la Cámara lo dejó por segunda vez en libertad. «
Informe: Pablo Roesler
el remisero: de testigo clave a sospechoso
Desde su aparición como testigo en la causa del cuádruple crimen de La Plata, el remisero Marcelo Tagliaferro fue una figura polémica: la declaración del chofer fue constantemente repudiada por la defensa de Osvaldo Martínez, al punto tal que fue solicitada su detención ante el fiscal Álvaro Garganta. La noche del 27 de noviembre de 2011, Tagliaferro fue quien llevó a Marisol Pereyra hasta el PH ubicado en la calle 28 de La Plata, donde las cuatro mujeres fueron asesinadas. El remisero sostuvo que la mujer bajó de su auto, tocó el timbre de la vivienda y fue recibida por un hombre, que sostuvo que era Martínez, quien la hizo pasar. Poco después, siguiendo su versión, Martínez habría salido y le habría dicho que se iban a quedar en la casa y después pedirían otro coche. Julio Beley, uno de los abogados de Martínez junto Marcelo Mazzeo, fue quien pidió la detención del remisero por considerar que mintió al cambiar el contenido de sus dos declaraciones y ocultar elementos de prueba. Un vecino de las víctimas aseguró haber visto a Tagliaferro discutiendo con otras personas en la puerta de la propiedad y haciendo bajar a Pereyra de manera violenta de un Chevrolet Corsa 2, un vehículo distinto al que entregó.