En este reportaje con DiarioJudicial.com, el Procurador Penitenciario de la Nación, Francisco Mugnolo, Mugnolo explicó que “hay gente que no tiene por qué estar en la cárcel”, puesto que “la cárcel tiene una culturización; se re-culturiza a la persona conforme a los esquemas de poder que hay dentro de la cárcel y de otro tipo de situaciones”. En la sede del organismo y rodeado de cuadros artísticos realizados por internos de instituciones penitenciarias, el procurador apuntó también que “hay una ausencia del Estado social más allá del Estado penal”, al tiempo que se mostró contrario al traslado de la cárcel de Devoto a Mercerdes, al que calificó como “error” en el marco de una estrategia de inclusión social de las personas privadas de la libertad. “Esta idea de la cárcel fuera de la ciudad, la basura fuera de la Ciudad, todo fuera de la ciudad está mal”, sentenció.
Hace pocas semanas se presentó el informe anual de la Procuración Penitenciaria de la Nación. ¿Cuál de esos datos que manejan le pareció el más preocupante y por qué?
Lo más preocupante sigue siendo lo que nos da los casos en los que hay que intervenir por aplicación de métodos de violencia para el control de la cárcel. Esto está en un eje de trabajo sobre la tortura. Nosotros hemos ratificado el Protocolo Adicional a la Convención a la Tortura, y estamos detrás de un proyecto de ley que se ha tratado con mucha participación de las sociedades civiles, que ya tiene media sanción en Diputados. Es decir que es un tema de preocupación del Estado, que en los centros de detención, ya sean los carcelarios o cualquiera de los otros, se utilizan medios de violencia para el control de las personas que se encuentran en situación de privación de la libertad. No se trata sólo números, sino de la persistencia de estas prácticas, y eso es lo que dice el informe. Lo cierto es que, además, las cifras son importantes. Otro eje del informe es el referido a las instancias que tuvimos que establecer y plantear ante la Justicia, como por ejemplo, el trámite de los habeas corpus, donde la Cámara de Casación ordenó a los jueces de primera instancia y a las Cámaras, cómo debían llevarse esos procesos, que eran rechazados, de alguna manera, de un modo automático. También hicimos gestiones con (el Procurador General) Righi y él dispuso en una resolución cómo se debían investigar los casos de tortura. Asimismo, realizamos una investigación junto con el CELS y la Defensoría sobre estas cuestiones en referencia a la mujer. Es un fenómeno nuevo la presencia de la mujer en la cárcel en la Argentina y en el mundo. La población de las mujeres en prisión es mucho mayor y ha crecido mucho más que la de los jóvenes.
¿La persistencia de estas prácticas de violencia, tiene que ver con una “cultura propia de los centros penitenciarios” o tiene otro origen?
Tiene una cuestión cultural, y tendrá resabios de una época de la que nosotros venimos, en la que la cárcel fue un instrumento de las dictaduras. Hay secuelas de esto y por lo tanto tiene un contenido cultural, más allá de esta cuestión de la actuación de determinada persona individualmente. Creo que son institucionales. Hay gente que entiende que a los presos se los puede maltratar, y de hecho lo practican. Pero hay un consentimiento de que esa práctica es no sólo posible sino justificable, y se hace en el marco de la impunidad, que esto es posible hacerlo porque no pasa nada. Naturalmente no es siempre igual. No todos los responsables de los servicios de seguridad son todos iguales, aunque la media en general es esa, que se acepta de un modo natural. Durante todo el periodo del doctor Marambio [N. de la R: Alejandro Marambio, ex Director Nacional del Servicio Penitenciario Federal] esto fue así. Con el doctor Hortel [N. de la R: Víctor Hortel, actual Director Nacional del Servicio Penitenciario Federal] ha tomado algunas medidas de voluntad política de transformarla. Lo que no hay que esperar es que esto cambie de un día para el otro. La política de creer que esos centros se deben controlar mediante mecanismos de violencia.
¿Cuanto influye en este contexto la utilización de la prisión preventiva?
Para mí hay un abuso de la prisión preventiva, hay gente que no tiene por qué estar en la cárcel. Hay una ausencia del Estado social, más allá del Estado penal. El Estado penal funciona efectivamente, pero hay personas que no deberían estar en la cárcel, pero si salen de la cárcel -porque han estado transitoriamente- debería habe un Estado social que este atendiéndolos. Lo que hay que procurar es que la gente no vaya a la cárcel. Porque la cárcel tiene una culturización; se re-culturiza a la persona conforme a los esquemas de poder que hay dentro de la cárcel y de otro tipo de situaciones. Creo que es un error extenderla, como se ha hecho con algunas modificaciones. La imposibilidad de que los jueces puedan evaluar la soltura, puesto que se han hecho muchas modificaciones al Código de Procedimiento Penal que ha achicado la facultad de los magistrados de ejercer la facultad de no aplicar la prisión preventiva y en otros casos los medios no ayudan. Cuando se potencian los casos extremos en los cuales las personas que han sido beneficiadas con la libertad condicional vuelven a delinquir. La respuesta de todo es ¿por qué los largaron? Si no los largaron ahí van a tener que largarlos en otro momento porque no hay cárcel para toda la vida en Argentina. Además, hay delitos menores. Qué sentido tiene que una mujer que tiene cinco hijos, de los cuales uno tiene tres años y los demás más de cinco, esté en la cárcel por un delito de necesidad económica, porque estuvo traficando para poder comer. ¿Por qué tiene que estar en la cárcel? Ya que estar en la cárcel implica que los otros cuatro chicos estén en la calle o con cualquiera. Estamos provocando una situación de riesgo para estos otros chicos. ¿Cuál es la peligrosidad de esta mujer que estuvo vendiendo para comer? Estas cuestiones hay que reanalizarlas. En el caso de las mujeres mulas hay medidas automáticas como la ley establece que la tenencia para comercializar no es excarcelable. Ahí habría que mirar bien la situación. Esto se traslada en general y entonces aumenta la población carcelaria, y si aumenta hay sobrepoblación; si hay sobrepoblación no hay condiciones de detención; y las condiciones de detención impropias hacen que la finalidad de la pena, la instancia de la cárcel y la recuperación de las personas se dé al revés. En vez de recuperarse, se entrena.
¿Volvería a mayores facultades al magistrado de decidir de acuerdo a cada situación concreta?
Esto hay que mirarlo como una cuestión sistémica. Al magistrado le llegan una serie de elementos, como de calificación de la persona, informes criminológicos, etcétera, que le permiten al juez decir: a esta persona le podemos dar la libertad, no hace falta que durante el proceso esté encerrado en la cárcel, que es lo que pasa. Yo distingo entre el Estado penal y el social porque en el Estado social, la sociedad tiene una incumbencia muy grande, ya que si la sociedad es muy refractaria, la persona que tuvo un conflicto con la ley penal y no hay espacio para ella, la condenamos de por vida. Es una situación compleja en la cual la Policía tiene que tener una estrategia de Estado, muchas veces vemos que ahí pasa de todo. Por otro lado, la cárcel con su propósito, y la soltura donde vuelve a aparecer la importancia del Estado y la sociedad.
¿Serviría alguna modificación al Sistema Procesal Penal en pro de acortar tiempos para las resoluciones?
Hay posibilidades y debe haber posibilidades del mejoramiento del sistema, el conflicto de las personas con la ley no se arregla con el Código Procesal ni con los procedimientos. Lo que hay que tratar es de crear las condiciones para que las personas no tengan conflictos con la ley. Pero, una vez que ocurrió, es totalmente contraproducente tener procesos que no terminan nunca y que la persona no sabe si es o no es condenada. Hay gente que pasa toda la vida en la cárcel y después la sueltan porque prescribió. La Justicia es lenta porque tiene una gran carga de trabajo. No todo los recursos que deberían tener, y no sólo económicos, sino los juzgados, las distintas instancias que requiere el funcionamiento de la Justicia, en concreto, los órganos judiciales son insuficientes. Y también las situaciones anacrónicas, como que hay un montón de juzgados que están sin jueces. Si discutimos la oralidad s o no, pero todo esto forma parte de una política de Estado. La Justicia está para darnos la seguridad y las garantías del respeto a nuestros derechos y además, en el caso de las personas que cometen delitos, para que investigue y rápidamente establezca las responsabilidades y aplique las correspondientes sanciones. La Justicia son los jueces y los abogados; son también las personas que intentan hacer eludir la justicia. Es una cuestión sistémica donde distintos actores sociales y del Estado que se tienen que articular. Tal como estamos no estamos en lo mejor. Los jueces hoy están sometidos a cosas que antes no estaban sometidos. Hay procesos que son una telenovela donde desde el día en que lo aprehendieron lo siguen y siguen, y eso genera una presión. Por otro lado, aparece una condena social, anticipada a la condena judicial. Algunas personas están condenadas socialmente cuando todavía la Justicia no se pronunció y esto condiciona, quiérase o no, a veces el decisorio del juez. Hay que abordar entre todos una acción de debate respecto de cual es la política de estado en esta materia.
¿Qué opina de los reclamos de internos sobre el Centro Universitario?
El Centro Universitario de Devoto, no es cierto que se vaya a trasladar a algún lado. El Centro Universitario (CU) está en Devoto. Hay una cuestión de traslado respecto de internos que están estudiando su carrera de grado, hay una resolución que dice que si estás ahí estudiando no te pueden trasladar, y mucho de esa resolución, la 310, no se respeta. Más recientemente hubo un problema, como consecuencia de una decisión del director anterior Marambio, sobre el alojamiento en el CU. En la idea inicial y en el diseño del CU, una experiencia única en el mundo de autogestión controlada gestionado por los alumnos, se establecía la residencia de 10 internos -aquellos que tenían alguna representación o responsabilidad en la administración del CU-, donde se los desplazó y se los puso en otro lugar. Para nosotros eso fue un error y lo hizo más carcelario al CU. Sabrá por qué lo hizo [N. de la R: hace referencia a Marambio], yo creo que tenía un complejo con el mismo, pero naturalmente esto quedó así establecido y hace poco, una medida del actual director nacional intentó desplazar de uno de esos centros donde estaban los universitarios a algunos con el objeto de establecer un centro de detención de personas que han cometido delitos de lesa humanidad, y que están en condiciones de salud muy graves y que los magistrados no daban la soltura, por eso estaban en la cárcel. Esta cuestión fue lo que generó un tipo de ruido con esto. De hecho hay Centro Universitario en Marcos Paz, en la 3, en Ezeiza; son las universidades las que arman esto. Quiero decir que no hay traslado del Centro Universitario Devoto a ningún lado.
¿Y con respecto al traslado de la cárcel de Devoto?
Dicen que van a cambiar la cárcel de lugar. Esta idea de la cárcel fuera de la ciudad, la basura fuera de la Ciudad, todo fuera de la ciudad está mal. Además, desde el punto de vista de una estrategia de inclusión de las personas privadas de la libertad en la sociedad, de no ser los que están fuera de los circuitos, es un error. Devoto podría ser otra cosa, se podría establecer una especie de unidad de entrenamiento, ejemplar, en la que podría estar ahí el Centro Universitario, tener la dirección nacional del SPF y sacarla de Lavalle; se podrían mantener algunas situaciones de la academia por ejemplo. Para hacer todo esto que digo, la alternativa es voltear los muros de alrededor de la cárcel, rodearla de jardines con rejas que no agravien el medio e ir desplazando alguna cantidad de internos que podrían estar en otra unidad cerca de Devoto. Yo no la sacaría. Para los vecinos de alrededor, cada tanto va alguna autoridad y les dice, «sí, vamos a sacar la cárcel de Devoto». Por la inversión que he visto en esto últimos dos años sobre la Unidad Penitenciaria Devoto, me parece que va a estar todavía muchos años más.